El 5 de noviembre
de 2018 se cumplen 100 años del natalicio del poeta zarateño Homero Aldo
Expósito (1918-1987), último integrante de una camada de poetas populares que
enaltecieron y aportaron belleza y oficio a la poética del tango. Se trata del
Homero conocido por ser el autor de los famosos y bellos versos de “Naranjo en
Flor” (“Era más blanda que el agua, que el agua
blanda. Era más fresca que el río, Naranjo en Flor…”, 1944), y también
el que creó muchos otros menos difundidos pero rebosantes de emoción y estilo,
como:
“Óyeme: hablemos del adiós...Tu forma de partir nos
dio la sensación de un arco de violín clavado en un gorrión. Sálvame, que
anoche comprendí que es corta una canción para poder llorar la desesperación de
tanta soledad. Óyeme, ¡me tienes que escuchar! Si ayer que pude hablar pensaba
de perfil, ahora que no estás no sé pensar en ti”. (“Oyeme”, 1947).
Homero Expósito fue
un hombre de estudios. Desde muy pequeño recibió la influencia de su padre
quien le transmitió la pasión por la lectura de los autores clásicos europeos
(por algo lo llamó Homero). Ya adulto siguió la carrera de Filosofía y Letras y
aprendió varios idiomas. Todo este bagaje cultural lo volcó al arte de hacer
poesía popular de alto vuelo literario para el tango.
Si bien en sus jóvenes comienzos no escapó al repertorio de
corte tradicional vigente en los años 1940 (presentes en “Tristezas
de la calle Corrientes”, “Yo soy el tango”, “Farol”, “Percal”, “Al compás del
corazón”), también apostó a temas con imágenes camperas inspiradas en su Zárate
natal (“Naranjo en Flor”, “Yuyo verde”, “Flor de lino”, “Pedacito de cielo”). A este estilo Homero agregó la utilización de metáforas. Pero
metáforas más elaboradas y más jugadas que las empleadas hasta ese momento por
otros afamados poetas del tango, de ahí que se le haya adjudicado el mote de
“renovador”. Qué decir de frases tan originales como “me sorprendí cuando te hallé, como un dolor sin palabras; la voz
mareada de copas se me anudó en la garganta” (“Dos Fracasos”, 1941); o bien “la sal del tiempo le oxidó la cara cuando una mina lo dejó en
chancleta” (“Te llaman Malevo”, 1957).
Homero sumó a su repertorio temas de amor y desamor, como en “Maquillaje”,
“Afiches”, “Quedémonos aquí”, entre otros. Y filosofó sobre el devenir de la
vida en su última creación, “Chau, no va más.”
Sus letras fueron
musicalizadas por compositores geniales, comenzando por su hermano Virgilio
Expósito y continuando por sus amigos de Zárate, Enrique Francini, Armando
Pontier, Héctor “Chupita” Stamponi , y otros virtuosos como Domingo Federico,
Miguel Caló, Atilio Stampone y Astor Piazzolla.
Como broche de oro
de una carrera más que prolífica, Homero creó junto a su hermano Virgilio un
método para escribir canciones -digamos que para escribirlas bien- al que
denominó “Cancionística”. Y lo plasmó con el dictado de clases durante los años
´70 y 80, tanto en SADAIC como privadas.
Es decir que no solo dejó un legado de más de 60 bellas canciones, sino
que su afán perfeccionista y su profundo amor a las letras y a la música
popular, lo llevó a regalar a las generaciones futuras de poetas un método para
componerlas. ¡Feliz primer centenario, poeta Homero Expósito!
Por Claudia Sandina: Investigadora,
autora y guionista del Largo Documental “Vida Poeta”, sobre la vida y obra de
Homero Expósito. (Vidapoetadocumental@gmail.com)
Gracias, Silvia, por publicar mi nota recordando A Homero Expósito en su centenario. ¡Gran poeta, gran hombre de nuestro patrimonio cultural! ¡Gracias! Claudia Sandina.
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