viernes, 11 de noviembre de 2022

Escritora invitada: Carla Narvaez

 Siempre tendremos Paris


En la sala de mi casa tengo un mueble de madera, tiene muchas divisiones y está pegado directamente a la pared. Con el pasar de los años, he colocado recuerdos de viajes a los que he ido. Hay un objeto peculiar y al que le tengo un especial aprecio, se trata de una copa alargada de vidrio, el cuello y la base forman la torre Eiffel. Recuerdo cuando en esa tienda de souvenirs me dijiste que escogiera lo que quisiera, y por alguna razón opté por esa copa, me pareció bonita en ese entonces y tú te llevaste una igual. Cuando las estaba empacando para el viaje de regreso, solo tenía tela para envolver una y, con la precisa que teníamos, la otra simplemente la coloqué resguardándola con los otros regalos. 

 

Cuando llegamos a casa, abrí la maleta y había pasado lo que temí. La que no había envuelto se había quebrado en la parte más delgada del cuello. La otra estaba intacta. Y mientras veía cómo podía pegar la dañada, me pediste tu copa. Recuerdo que algo en mí me decía que te diera la quebrada, que igual no te ibas a molestar, que no le ibas a dar gran importancia; pero por alguna razón no fui capaz, te entregué la que estaba bien y ni te mencioné lo que había pasado con la otra, porque estaba segura que me hubieras dado la tuya. Yo me llevé las dos partes de mi copa y la pegué, quedó un tanto torcida, pero de lejos ni se notaba, se veía bonita en el mueble. 

Es extraño, pero cuando estoy sola en mi casa, ya sea trabajando en mi mesa, sentada en la computadora o viendo la televisión; y algo me hace recordarte, de inmediato veo la copa. Es como verte a la cara, aunque no responda, aunque se quede en silencio ahí mirándome desde el mueble de madera, es algo físico que asocio contigo. Un día mientras la observaba, se me vino a la cabeza esa frase, que unos veneran como de las mejores del cine clásico, y otros mas bien la llaman estúpida y sin sentido. Pero sea como sea tiene su estatus.



 “Siempre tendremos Paris”, decía un Humphrey Bogart en la escena final de Casablanca. Siento que soy él, quedándome aquí, esperando afrontar lo que venga, mientras que tú (Ingrid Bergman, obviamente) te montas al avión hacia el paraíso (en la película se trataba de América). Y lo único que les va a quedar a los dos, o en este caso a mí, son los recuerdos. Porque los recuerdos prevalecen. Y cuando observo mi copa siento la vida en ella, en esa arena color rosado encapsulada en la base, de la misma forma que encapsula el recuerdo de ese paseo y, específicamente, de ese día en la tienda de souvenirs. Así que, aunque esté torcida y aunque ahora el diseño me parezca un tanto ridículo, lo que significa supera mucho a su aspecto. 

¿Y te cuento algo gracioso? Hasta hace un par de años, no se porqué, la vi por debajo y descubrí un botón, lo oprimí y ¡se prendió una luz! Quedé tan sorprendida. Cómo era posible que llevaba como diez años en mi casa y solo hace dos años me doy cuenta que tenía luz. Y pienso qué habrás hecho con la tuya, si te la dejaste o era para un regalo. ¿Será que tú sí te diste cuenta que tenía luz? Sea como sea, lo que quiero decir al final de todo este preámbulo, es que me alegra haberte dado la copa buena. 

Feliz Cumpleaños.

©Carla Narvaez

Diseñadora Gráfica graduada en 2003 en la Universidad Americana. Su primer interés real en la escritura fue por un profesor que tuvo de Redacción y Ortografía en la universidad, que les pidió un Ensayo y ella presentó un cuento que había escrito en ese año. Él le puso a leerlo en la clase y le dijo que aunque no era de todo su agrado el final, le gustaba que el escrito, tenía un algo, y también la trama tenía gancho. Le regaló un libro suyo autografiado y la animó a escribir. 
Escribió cuentos y relatos en el transcurso de los años y los guardó. Con las redes sociales de vez en cuando compartió alguno y notó que a la gente le gustaba. Ya en 2019, su mundo da un vuelco por la muerte de su hermana en febrero por cáncer, ella fue la que le hizo amar los cuentos porque siempre le compraba libros cuando era niña y algún día le dijo que debía hacer un libro de cuentos. Su muerte ha sido un sube y baja en su vida. En ese mismo año, vio un blog llamado Las Musas Despiertas y el concurso de narrativa Nuestros Sueños, participó y ganó el tercer lugar con el cuento El Reencuentro. A finales de ese año, por primera vez, decidió asistir a un curso de escritura. Estuvo allí 5 meses hasta que inició la pandemia y se suspendió. En 2022 volvió a un curso de escritura con el escritor Steven Cubillo quien la animó a mejorar su último cuento A través de una cámara de video, y con este ganó el segundo lugar en el Certamen Nacional Luis Ferrero Acosta.
Sigue hacia su meta de hacer realidad ese libro de cuentos y dedicarlo a la memoria de su hermana.
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