martes, 7 de junio de 2016

Día del periodista

Hace unos años atrás, tenía que elegir un personaje histórico que me impactara para escribir una ficción. Corría el tiempo, se acercaba el festejo de la Revolución de Mayo, el bicentenario, casi nada, y no se me ocurría a quien escribirle.
Por sugerencia de mi esposo, comencé a leer sobre Mariano Moreno. Tal ve el destino me llevó a él, ya que una de las cosas pendientes en mi vida fue estudiar periodismo. Vaya a saber... Pero investigando sobre su vida y en especial sobre su muerte, quedé impactada por cómo sucedieron ciertas cosas.
Comparto con ustedes  mi ficción, aquella que publiqué en mi libro ABRAXAS, llamada "Misión inconclusa"-

MISION INCONCLUSA

Esta tarde, partí hacia Ensenada. De allí me trasladó la escuna  “Misletoe”  hacia la fragata “Fame”, de 900 toneladas y con 350 tripulantes de bandera inglesa. Hoy,  30 de enero de 1811, mil ojos saavedristas se aseguraban de mi partida bajo una espesa niebla. Ocupé un pequeño camarote cercano al del Capitán .Tal vez no viaje muy cómodo porque me han dicho que esta nave transporta carga general. Trataré de adaptarme lo mejor posible a pesar de las incomodidades que se me presentan. Espero que mi precaria salud no me dé un susto.
Las pasiones hierven, las clases bajas siguen apoyando a Saavedra, mientras que los jóvenes ilustrados, reunidos en el café de Marco, a mí.
Quiero  alejarme de Buenos Aires y su clima conflictivo cuanto antes. Ya he visto llorar a muchos hombres por la infamia con que se les entregaba; y yo mismo he llorado más que otro alguno, cuando el  27 de junio de 1806, vi. entrar a 1. 560 hombres ingleses, que apoderados de mi patria se alojaron en el fuerte y demás cuarteles de la ciudad.
Ni el francés Dumoriez, ni Padilla a quien la Junta nombró como representante en Londres para comprar armas, ni John Curtis, su socio, quieren verme en Inglaterra, pero como terco que soy, me empeño en desenmascararlos a mi regreso. Tremendos negocios han cerrado en mi ausencia, quedándose con una parte de los dividendos de la compra de armamentos.
Manuel, mi hermano y Tomás Guido viajan conmigo. Mi misión diplomática incluye el apoyo económico y militar, y creo que ante los acontecimientos suscitados en la ciudad, de restaurar por la vía armada el régimen colonial en América, no me queda mucha opción.
El malestar hepático aún me acompaña y el reuma me tiene a maltraer. Mi corazón está débil pero mi fuerza no disminuye si debo defender a mi patria.
Después de haber caminado un rato por la cubierta, sentí un dolor muy  fuerte en el estómago. La discusión con el Capitán  tal vez reavivó mi vieja dolencia, aunque Manuel insiste con que fue la comida (está convencido de que intentan envenenarme). Es un poco perseguido, pero me gusta que me cuide. Yo  intento que entienda que el mismo Capitán me la sirve personalmente, pero el insiste con lo mismo.
Aunque a veces, me resulta sospechoso que cuando Manuel y Tomás le solicitaron al Capitán que desviara la marcha hacia Río de Janeiro o ciudad del Cabo para atenderme, ya que a bordo no hay médico, éste, sin demasiadas explicaciones se negó y está manteniendo al barco en una irritante marcha por demás lenta, pero descarto la hipótesis que señala mi hermano. ¿Con qué motivo haría algo semejante? No soy enemigo de los planes británicos, y dudo que la diplomacia inglesa quiera atentar contra mi vida.
Acostado en mi cama, paso la noche pensando en todo lo que vendrá. Como no tengo sueño, voy a sentarme un rato en mi camarote para hacer unas traducciones y luego escribirle una carta eterna a mi María Guadalupe. Acabo de partir y ya la extraño. ¡Cuánta agua se necesita  para apagar ese fuego que nos une! Tal vez las profundas aguas de  Brasil me inspiren. Aún tengo un largo  y abrumador viaje hasta mi objetivo.
Mi pluma revolucionaria está demasiado mojada, ya no logro escribir una palabra. Se me deshace un papel entre las manos. En mi cabeza resuena la frase dicha tantas veces en vano: “Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila”, “

De repente, siento frío…mi cuerpo flota envuelto en una bandera inglesa. Veo allá a lo lejos, que la fragata  sigue su viaje sin mí, y escucho, como suspiros, los cantos fúnebres en el inglés rudo de los tripulantes…Me apena no poder cumplir con mi misión, otro lo hará por mí.
Ya serán aquellos que vengan detrás de mí, los responsables de averiguar cómo sucedió esto. A pesar de todo, me reconforta saber que mi patria seguirá viva aunque yo perezca debajo de estos mares, y alejado de ella.
Los morenistas seguirán mi ejemplo, sin intereses mezquinos, sin importarles su propia vida, siendo perseguidos para erradicar todo vestigio de mi  ideario transformador.
Sé que mi heredero honrará siempre el nombre de su padre, quien luchó por una nación mejor, y sé también que mi amada Lupecita, colmará de lágrimas sus pañuelos bordados en tardes de invierno. Dedicará su vida entera a que nuestro hijo, sea un hombre de bien  y vivirá recordando a un hombre simple que la amó hasta el último suspiro... Solo el otoño gris será su eterno compañero.


                                                                                             
Silvia Mabel Vázquez

En su memoria, felicito y saludo en este día a aquellos periodistas que se juegan todo por dar la mejor informaciòn, a quienes investigan antes de hablar, a quienes no hablan sin saber y a quienes cada día aportan para que la información sea veraz y llegue a la gente, sin banderas políticas ni falsas convicciones.




Te felicito a vos, estimado compañero Alfredo Legnazzi, por compartir conmigo el placer de escribir en nuestra revista digital www.lalupacultural.com.ar y por no tener siquiera que discutir una palabra cuando se trata de trabajar por el bien común y por ser cada día mejores. A tu esfuerzo, a tu constancia y a tu don de gente.
Brindo por la libertad de expresión y no a la represión informativa.



Tango corrupto- Oscar Lajad


Carmen Flores

Diego Gentile- Señores papis

Norma Aleandro

Diego Bossio
Eduardo Blanco

Mabel Pessen



Silvia 

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