Por sugerencia de mi esposo, comencé a leer sobre Mariano Moreno. Tal ve el destino me llevó a él, ya que una de las cosas pendientes en mi vida fue estudiar periodismo. Vaya a saber... Pero investigando sobre su vida y en especial sobre su muerte, quedé impactada por cómo sucedieron ciertas cosas.
Comparto con ustedes mi ficción, aquella que publiqué en mi libro ABRAXAS, llamada "Misión inconclusa"-
MISION
INCONCLUSA
Esta
tarde, partí hacia Ensenada. De allí me trasladó la escuna “Misletoe”
hacia la fragata “Fame”, de 900 toneladas y con 350 tripulantes de
bandera inglesa. Hoy, 30 de enero de
1811, mil ojos saavedristas se aseguraban de mi partida bajo una espesa niebla.
Ocupé un pequeño camarote cercano al del Capitán .Tal vez no viaje muy cómodo
porque me han dicho que esta nave transporta carga general. Trataré de
adaptarme lo mejor posible a pesar de las incomodidades que se me presentan.
Espero que mi precaria salud no me dé un susto.
Las
pasiones hierven, las clases bajas siguen apoyando a Saavedra, mientras que los
jóvenes ilustrados, reunidos en el café de Marco, a mí.
Quiero alejarme de Buenos Aires y su clima
conflictivo cuanto antes. Ya he visto llorar a muchos hombres por la infamia
con que se les entregaba; y yo mismo he llorado más que otro alguno, cuando
el 27 de junio de 1806, vi. entrar a 1.
560 hombres ingleses, que apoderados de mi patria se alojaron en el fuerte y
demás cuarteles de la ciudad.
Ni
el francés Dumoriez, ni Padilla a quien la Junta nombró como representante en Londres para
comprar armas, ni John Curtis, su socio, quieren verme en Inglaterra, pero como
terco que soy, me empeño en desenmascararlos a mi regreso. Tremendos negocios
han cerrado en mi ausencia, quedándose con una parte de los dividendos de la
compra de armamentos.
Manuel,
mi hermano y Tomás Guido viajan conmigo. Mi misión diplomática incluye el apoyo
económico y militar, y creo que ante los acontecimientos suscitados en la
ciudad, de restaurar por la vía armada el régimen colonial en América, no me
queda mucha opción.
El
malestar hepático aún me acompaña y el reuma me tiene a maltraer. Mi corazón
está débil pero mi fuerza no disminuye si debo defender a mi patria.
Después
de haber caminado un rato por la cubierta, sentí un dolor muy fuerte en el estómago. La discusión con el
Capitán tal vez reavivó mi vieja
dolencia, aunque Manuel insiste con que fue la comida (está convencido de que
intentan envenenarme). Es un poco perseguido, pero me gusta que me cuide.
Yo intento que entienda que el mismo
Capitán me la sirve personalmente, pero el insiste con lo mismo.
Aunque
a veces, me resulta sospechoso que cuando Manuel y Tomás
le solicitaron al Capitán que desviara la marcha hacia Río de Janeiro o ciudad
del Cabo para atenderme, ya que a bordo no hay médico, éste, sin demasiadas
explicaciones se negó y está manteniendo al barco en una irritante marcha por
demás lenta, pero descarto la hipótesis que señala mi hermano. ¿Con qué motivo
haría algo semejante? No soy enemigo de los planes británicos, y dudo que la
diplomacia inglesa quiera atentar contra mi vida.
Acostado en mi cama, paso la noche pensando en todo lo
que vendrá. Como
no tengo sueño, voy a sentarme un rato en mi camarote para hacer unas
traducciones y luego escribirle una carta eterna a mi María Guadalupe. Acabo de
partir y ya la extraño. ¡Cuánta agua se necesita para apagar ese fuego que nos une! Tal vez
las profundas aguas de Brasil me
inspiren. Aún tengo un largo y abrumador
viaje hasta mi objetivo.
Mi
pluma revolucionaria está demasiado mojada, ya no logro escribir una palabra.
Se me deshace un papel entre las manos. En mi cabeza resuena la frase dicha
tantas veces en vano: “Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre
tranquila”, “
De
repente, siento frío…mi cuerpo flota envuelto en una bandera inglesa. Veo allá
a lo lejos, que la fragata sigue su
viaje sin mí, y escucho, como suspiros, los cantos fúnebres en el inglés rudo
de los tripulantes…Me apena no poder cumplir con mi misión, otro lo hará por
mí.
Ya
serán aquellos que vengan detrás de mí, los responsables de averiguar cómo
sucedió esto. A pesar de todo, me reconforta saber que mi patria seguirá viva
aunque yo perezca debajo de estos mares, y alejado de ella.
Los
morenistas seguirán mi ejemplo, sin intereses mezquinos, sin importarles su
propia vida, siendo perseguidos para erradicar todo vestigio de mi ideario transformador.
Sé
que mi heredero honrará siempre el nombre de su padre, quien luchó por una
nación mejor, y sé también que mi amada Lupecita, colmará de lágrimas sus
pañuelos bordados en tardes de invierno. Dedicará su vida entera a que nuestro
hijo, sea un hombre de bien y vivirá recordando
a un hombre simple que la amó hasta el último suspiro... Solo el otoño gris
será su eterno compañero.
Silvia
Mabel Vázquez
Te felicito a vos, estimado compañero Alfredo Legnazzi, por compartir conmigo el placer de escribir en nuestra revista digital www.lalupacultural.com.ar y por no tener siquiera que discutir una palabra cuando se trata de trabajar por el bien común y por ser cada día mejores. A tu esfuerzo, a tu constancia y a tu don de gente.
Brindo por la libertad de expresión y no a la represión informativa.
Tango corrupto- Oscar Lajad |
Carmen Flores |
Diego Gentile- Señores papis |
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Mabel Pessen |
Silvia
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