“Rocinante” bautiza a su corcel Don Quijote . Con gallardía reconstruye las armas de sus bisabuelos y hasta se da el gusto de elegir a la dama de quien estar enamorado.
Era tan valiente que se lanza al campo sin haber sido armado caballero, tal era su astucia y valor… ¡Qué loco estaba ese hombre! Confundirse una venta con un castillo, al ventero con el castellano y a unas prostitutas por damas…
Tantos libros había leído que su cabeza estaba al borde de la locura, y a pesar de saberlo, intenta convencer a un posadero para que le proporcione ayuda.
Tan terco fue que existió una ceremonia donde es armado caballero por el ventero y reanuda su cabalgata con mayor brío.
Le suceden toda clase de extrañas desventuras y aventuras en las que, impulsado el idealismo, busca “deshacer agravios” y ayudar a los desventurados.
Su dama, Dulcinea del Toboso, en realidad, una moza labradora muy bonita, es de verdad Aldonza Lorenzo. Pero Don Quijote sabe que es ella, la dueña de su corazón. Y hasta es capaz de desafiar a quien se le cruce con tal de tenerla.
Pobre Quijote, lo creen loco. Hasta llegan a quemar parte de los libros que suponen le han hecho tanto mal. Pero aquí bien la verdadera historia: los molinos que los demás creían molinos, eran en realidad gigantes, Dulcinea era en realidad Dulcinea. Nadie va a desmentirlo, porque él, es Don Quijote, el mejor, el más valiente. Dejémoslo que crea su fantasía, después de todo, a nadie se le puede impedir que sueñe…¿No es cierto, Sancho?
Silvia
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