Más que humanos
“El camino más corto que separa al sueño de la realidad es el arte”. Marcel Marceau
El 27 de enero, día del recuerdo de las víctimas del nazismo, pensé que hubiese querido profundizar un poco más respecto de los héroes silenciosos que salvaron a muchos niños, judíos y no judíos, de las garras del nazismo.
Janus Korzac fue el primero en quien pensé, quizás porque era médico pediatra como mi padre y porque mi padre siempre me habló de él con admiración. También pensé en Marcel Marceau, el poeta del silencio a quien voy a referirme
ahora.
Marcel Marceau
Marcel Marceau, nacido Marcel Mangel, (1923 - 2007) fue mimo, actor, payaso con la consabida nariz roja y los ojos caídos, pintor y actor de cine. En realidad, Marcel Marceau empezó su carrera como mimo en Alemania, actuando para las tropas francesas después de la Segunda Guerra Mundial.
Luego de esa incursión por el arte dramático decidió estudiar esta disciplina en el teatro Sarah Bernhardt de París.
Cuando tenía cuatro años, él y su familia, por ser judíos, se mudaron a Lille, aunque volvieron a Estrasburgo en los primeros años de su adolescencia. A los 16 años, Marcel y su familia dejaron su hogar cuando las tropas alemanas invadieron Francia, teniendo que huir a Limoges, donde murió en 2007. Su padre, un carnicero judío, fue arrestado por la Gestapo y deportado al campo de concentración de Auschwitz. Nunca más se supo de él.
Marcel y su hermano, Alain, adoptaron el apellido Marceau con el fin de ocultar sus orígenes judíos. El apellido fue elegido como referencia a François Séverin Marceau-Desgraviers, un general de la Revolución francesa. Ambos hermanos se alistaron en la Resistencia francesa de Limoges, donde salvaron a numerosos niños judíos de ser llevados a los campos de concentración. Posteriormente, los dos hermanos se unieron a las fuerzas de la Francia Libre de Charles de Gaulle.
Marcel Marceau, se interesó por la actuación luego de haber visto a Charles Chaplin. Al término de la guerra se matriculó como estudiante en la academia de arte dramático Charles Dullin, donde creó Las desventuras de Bip con todo lo que le rodeaba, desde mariposas hasta leones, barcos y trenes.
El estilo de la pantomima de Marceau no ha tenido par, sus ejercicios silenciosos que incluyen las caminando en contra del viento, el hacedor de máscaras, en el parque y sátiras de todo tipo.
De su pieza Joven, maduro, anciano y muerte, un crítico dijo que “logró en menos de dos minutos lo que la mayoría de los escritores no logran en volúmenes”.
Pasó por el cine con otro gag inolvidable: en “La última locura de Mel Brooks", una película muda de 1976 con varios actores invitados en la que Marcel Marceau es el único personaje que habla: dice "¡No!" y ni una palabra más.
La película "Resistencia" (2020) cuenta la gran hazaña de salvar niños durante la ocupación nazi de Francia, junto con su hermano y grupos de la resistencia francesa.
Falleció a los 84 años de edad y fue enterrado en el cementerio parisino de Père Lachaise.
Es mucho lo que se podría decir de Marcel Marceau pero lo más fuerte es que la pantomima surgió luego del intento de huir de los soldados nazis en silencio, con los chicos. Cuando alguno hacía el ruido más insignificante, Marcl Marceau se llevaba el dedo índice a los labios.
Janusz Korczak (Goldszmidt), nació el 22 de julio de 1878 o 1879 en Varsovia y murió el 7 de agosto de 1942, asesinado en el campo de exterminio nazi de Treblinka.
Nacido en el seno de una familia judía bien integrada a la sociedad europea, fue médico pediatra, pedagogo, escritor, publicista, activista social y oficial del Ejército Polaco.
Pedagogo innovador, autor de varias publicaciones sobre la teoría y la práctica de la educación, fue también un precursor de la lucha en favor de los derechos y la igualdad de los niños.
Como Director del Orfanato Judío de Varsovia proveyó a los niños internos de un sistema de auto-gobierno y la oportunidad de producir su propio periódico, Maly przeglad (La Pequeña Revista), fundada por Korczak mismo y publicada entre 1920 y 1939.2 Se trataba de una publicación pionera redactada a partir de material enviado por los niños y dedicada principalmente al lector infantil.
“Un hombre maravilloso que era capaz de confiar en los niños y jóvenes de los que cuidaba, hasta el punto de dejar en sus manos las cuestiones de disciplina y encomendar a algunos de ellos las tareas más difíciles con gran carga de responsabilidad”, expresó acerca Korczak el psicólogo suizo Jean Piaget, quien visitó Dom sierot (El Hogar de los Huérfanos), centro fundado y dirigido por Korczak.
Juventud y educación
Korczak nació en Varsovia, en el seno de una familia polaca de origen judío, hijo del abogado Józef Goldszmit (1844-1896) y de Cecylia Gębicka (1853/4-1920). No se conserva el original de su partida de nacimiento, por esa razón se desconoce la fecha exacta de su natalicio.
La familia Goldszmit provenía de la región de Lublin (Lubelskie), mientras que los Gębicki eran de la región de Poznań; el bisabuelo Maurycy Gębicki y el abuelo Hersz Goldszmit eran médicos.
En 1898 empezó los estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad Imperial de Varsovia. En verano de 1899 por primera vez viajó al extranjero: a Suiza, donde conoció la actividad y la obra pedagógica de Pestalozzi. A finales de aquel año fue arrestado por su actividad en las salas de lectura de la Asociación Benéfica de Varsovia. Estudió durante seis años, repitiendo el primer curso.
Miembro de la Logia Masónica “Gwiazda Morza” (“La estrella del mar”) de la Federación Internacional Le Droit Humain, fundada con el objetivo de “conseguir la conciliación de toda la humanidad por encima de las barreras religiosas y buscar la verdad manteniendo siempre el respeto entre los hombres”.
Médico
El veintitrés de marzo de 1905 se diplomó en Medicina. obligaciones abnegadamente. En su ejercicio como médico no evitaba los barrios habitados por el proletariado. De los pacientes más pobres aceptaba a menudo una remuneración simbólica o les ofrecía ayuda para la compra de medicinas; mientras que a los ricos, aprovechando su fama como escritor, les cobraba honorarios muy altos.
Desde 1907 hasta 1910/11 permaneció en el extranjero ampliando sus estudios. Como escribiría años más tarde, fue precisamente en Londres donde tomó la decisión de permanecer soltero y dedicar su vida a “servir al niño y su causa”.
Durante la primera guerra mundial tuvo que alistarse de nuevo en el ejército imperial. Prestó sus servicios como segundo jefe médico del lazareto de la división, sobre todo en Ucrania. En 1917 fue designado para ejercer de médico en los asilos para niños en los alrededores de Kiev. Dos años antes, durante unas cortas vacaciones que pasaba en Kiev, se encontró con Maria Falska (apellido de soltera, Rogowska), una activista social e independentista polaca que en aquel momento dirigía un internado para chicos polacos. Korczak regresó a Varsovia en junio de 1918, tras terminar -con el grado de capitán- el servicio militar en el ejército ruso. Volvería a la vida militar después de la declaración de independencia de Polonia (11 de noviembre de 1918); esta vez a las filas del restituido ejército polaco. Durante la guerra polaco-bolchevique (1919-1921) sirvió como médico en los hospitales militares de Łódź y Varsovia. Enfermó de tifus. En reconocimiento de su actividad laboral fue ascendido al grado de comandante del Ejército Polaco.
Pedagogo
Influido fundamentalmente por las ideas y experiencias de la “nueva educación”, encontró su inspiración en la teoría de progresismo pedagógico, elaborada, entre otros, por John Dewey, así como en los trabajos de Decroly, Montessori y pedagogos anteriores, como Pestalozzi. Conocía el ideario educativo de Tolstoi y subrayaba la necesidad de diálogo con los niños.
Korczak estaba a favor de la emancipación del niño y del respeto de sus derechos, incluso promovía el autogobierno de los niños. El sistema de funcionamiento en los orfanatos de Korczak se basaba en la práctica de los principios de la democracia que -según Korczak- les correspondían a los propios niños en la misma medida que a los adultos. “El niño razona y entiende del mismo modo que un adulto: tan sólo carece de su bagaje de experiencias”
En su opinión, la formación social del niño no estaba tanto en la intimidad del hogar familiar como en la relación con sus compañeros. Sus objetivos fundamentales se basaban en que los niños pudieran confrontar sus primeras convicciones y sus ideales, participando en el proceso de sociabilización y preparándose para la vida adulta. Intentaba garantizar a los niños una infancia libre de preocupaciones, aunque no de obligaciones.
En su opinión, la familia tradicional no constituía el núcleo fundamental de la sociedad. No aceptaba el papel social que le adscribían en los círculos cristianos más conservadores y los judíos tradicionales.
El ideario educativo de Korczak estaba basado en el rechazo de cualquier tipo de violencia, sea física o verbal, basada en la superioridad debida a la edad o a la jerarquía del poder.
Escritor, publicista, locutor de radio
La obra literaria de Korczak abarca en su conjunto 24 libros y más de 1400 textos periodísticos. De ellos, en actualidad tan sólo se conservan y están catalogados unos trescientos, entre manuscritos, textos mecanografiados, documentos y cartas.
Como Stary Doktor Korczak desarrollaba también su actividad a través de un ciclo de programas de radio. Allí creó un estilo propio consistente en dirigirse a los oyentes más jóvenes de manera sencilla para hablarles de cosas importantes. En 1936, a pesar de las opiniones entusiastas de los oyentes y críticos, estos programas pedagógicos quedaron suspendidos debido a las presiones externas consecuencia de la imparable ola de antisemitismo. Korczak volvería a la radio dos años más tarde. Su voz estaría presente también en la Radio Polaca en los primeros días de septiembre de 1939 tras el estallido de la guerra.
La Segunda Guerra Mundial, gueto y último “paseo”
Manifestó su clara oposición negándose a llevar la estrella de David a pesar de la obligación impuesta por los nazis de señalar así a los judíos, pues consideraba esa imposición como una clara profanación de ese símbolo.
Los últimos meses de su vida los pasó en el gueto de Varsovia. Newerly, su posterior biógrafo, intentó s conseguir para Korczak una documentación falsa, pero el doctor no sólo se negó a abandonar el gueto sino que prosiguió relatando sus experiencias en el diario que ya había comenzado en 1939. Este diario fue publicado por primera vez en Varsovia en 1958. La última anotación corresponde al 4 de agosto de 1942.
Cuando en la mañana del día 5 o 6 de agosto el territorio del “gueto pequeño” fue rodeado por los soldados de las SS y los policías ucranianos y letones, Korczak volvió a rechazar la oferta de ayuda dado que no quería abandonar a los niños y a los empleados del orfanato.
El día de la deportación final Korczak condujo el desfile de sus protegidos a la plaza Umschlagplatz de donde partían los transportes hacia los campos de exterminio. En la marcha participaron más de doscientos niños y unas decenas de educadores. Este último “paseo” ha quedado convertido en leyenda: es uno de los grandes mitos de la guerra. Nadie saludaba y ninguno de los mensajeros de Judenrat intervino. No hubo gestos, nadie cantaba, Reinaba un silencio terrible.
Cada niño tenía consigo un juguete o un libro preferido. Uno de los chicos, al frente del desfile tocaba el violín.
Janusz Korczak murió con sus protegidos en el campo de exterminio de Treblinka. En 1948 fue condecorado de manera póstuma con la Cruz de Caballero de la Orden del Renacimiento de Polonia.
Janusz Korczak que se consideraba a sí mismo judío-polaco, siempre actuó a favor del acercamiento entre polacos y judíos. Su lengua materna era el polaco y en ese idioma escribía. Al hebreo lo empezó a estudiar en los años treinta mientras que el yiddish, idioma empleado por la mayoría de los judíos polacos, pudo entenderlo, en parte gracias a sus conocimientos del alemán.
Marc Chagall
(Vitebsk, 1887 - Saint-Paul-de-Vence, 1985) Pintor francés de origen ruso. Nacido en una pequeña aldea rusa, sus inquietudes artísticas le llevaron a París en 1910, donde alcanzó su madurez artística. Volvió a Rusia en 1914 y participó activamente en la renovación cultural de su país, pero sus disputas con Kazimir Malevich y las exigencias revolucionarias de vincular compromiso político y obra artística le llevarían a marchar a Alemania en 1924. Su condición de judío le obligaría después a un peregrinaje por Francia y Estados Unidos, que le devolvería definitivamente a Francia al concluir la Segunda Guerra Mundial.
Su asimilación de las dos vanguardias señeras, el fauvismo de Matisse y el cubismo de Picasso y Braque, es patente en los cuadros que realizó en sus primeros años parisienses. Composiciones como El poeta (1911, Philadelphia Museum of Art) y Homenaje a Apollinaire (1912, Stedelijk van Abben Museum, Eindhoven) son plenamente cubistas, mientras otras, como El padre (1911, Colección privada, París) siguen a rajatabla las consignas fauvistas.
Desde el primer momento, sin embargo, estas influencias formales se funden con el sustrato más profundo de sus propias vivencias personales, profundamente arraigadas en su Vitebsk natal y en el hecho de pertenecer a la comunidad judía. De esta doble condición extrae Chagall su particular repertorio de imágenes, un reducido vocabulario iconográfico al que se mantiene fiel a lo largo de toda su vida. Su pintura es la encarnación de una memoria que funde los recuerdos personales con la imaginería del folclore popular ruso y constituye una unidad indisoluble entre realidad y fantasía, entre la lógica simbólica y la irracionalidad del subconsciente.
La aldea y yo (1911, MOMA, Nueva York), realizado apenas un año después de su llegada a París, resulta ejemplar respecto a esa síntesis específicamente chagalliana entre vanguardia y tradición popular, y posee el cromatismo brillante y emancipado de la realidad que aprendió del fauvismo y que será un rasgo dominante en toda su producción. La aparente anarquía de sus imágenes, mezcladas sin una clara lógica espacial y narrativa que justifique las superposiciones, la heterogeneidad de tamaños y la transgresión de las leyes de la física, están sin embargo sujetas a una cuidada composición radial que sigue las enseñanzas del cubismo; éstas se evidencian en el diseño de líneas que articulan las diversas imágenes entre sí y establecen conexiones entre las figuras en primer término y el fondo.
La aldea y yo (1911)
Las referencias al mundo campesino en el que pasó su infancia (las casas aldeanas, la ordeñadora, la pareja de labriegos), así como el motivo vegetal en primer término, son algunas de las imágenes que con mayor constancia repitió a lo largo de toda su obra. Todas ellas tienen como referente común el mundo de su niñez y Chagall hace uso de ellas encastándolas con la arbitrariedad del ensueño y la nostalgia.
En otras ocasiones, la apariencia ilógica de sus imágenes deriva de la simple transcripción al lenguaje visual de expresiones comunes del lenguaje hablado, que Chagall retoma y visualiza como forma de revelar experiencias psíquicas. Así puede interpretarse el flotar en el aire de la pareja de amantes en cuadros como El cumpleaños (1915, MOMA, Nueva York), pintado poco después de su matrimonio con Bella, su musa durante largos años.
La idea de "perder la cabeza" se materializa en A Rusia, los asnos y los demás (1911-1912, Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, París); en esta tela, la cabeza separada del tronco no es sino una arbitrariedad explicable, al igual que la vaca roja sobre un tejado o la ingravidez de la mujer, por el placer de crear una fábula visual donde la irrealidad no necesita justificarse.
Chagall construye un mundo de asociaciones a través del cual quiere poner de manifiesto el mensaje secreto de las cosas, pero su mirada está más cerca de la ingenuidad infantil, que prescinde de la funcionalidad inmediata de los objetos y de la coherencia lógica, que de la búsqueda de revelaciones concretas. De ahí que rehúse adherirse al movimiento surrealista a pesar de la insistencia y los elogios de André Breton. La existencia de imágenes que coexisten fuera de la lógica racional es para él un hecho real y lo acepta como algo consustancial a la vida misma, no como producto de un refinado juego intelectual o un viaje a las profundidades del inconsciente.
©Susana Grimberg
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