Había una vez un cuento para niños que jamás iba a ser leído. Lo escribieron en un tiempo de celulares, laptops, compus y redes. Los niños dejaron de imaginar porque casi todas las cosas del mundo ya venían imaginadas.
Las bicis, las muñecas, los scrabble, los kartings, las cajas de veinticuatro pinturitas, las pelotas de fútbol y tantos otros juguetes fueron dejados de lado, tirados en medio de las veredas, o abandonados en un banco de plaza, en el último asiento de algún colectivo.
Había una vez niños desesperados por unos "likes", o seguidores para sus "redes", o publicando historias que no son de palabras sino de "selfies", o tratando de atrapar al tiempo en fotos que colgaron en sus "tic-tocs", renunciando al pasado y al futuro.
Había una vez padres, maestras y abuelos que no pudieron hacer casi nada frente a un "mercado" que fabricaba cada vez más juguetes virtuales para atrapar a sus hijos, alumnos y nietos frente a pantallas que los hicieron caer en un enjambre de cortinados infectados de algoritmos que los anuló muscularmente en sus telarañas, les quitó la visión y les empobreció las neuronas.
Había una vez un delirante que escribió a mano esta crónica con la ingenua esperanza de salvarlos. Pero no tuvo éxito sencillamente porque jamás iba a ser leída ni por niños ni por nadie.
Rubén
Psico-escriba
Setiembre 2024
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