martes, 27 de diciembre de 2016

Paseos: La Gloria, un pueblo pampeano que suena a paz




 Fuera ya  del límite con la provincia de Buenos Aires, hacia el oeste por la ruta Nº 5, pasando apenas unos kilómetros del límite con la Provincia de La Pampa, se encuentra Catriló. Siguiendo por la ruta Nº 5 unos 31   km, está La Gloria, que pertenece a Catriló, pero depende de la localidad de Uriburu, que está a unos 6 km y a unos 52 km de Santa Rosa, la capital de la provincia,
 La Gloria es una localidad que no hace mucho tiempo atrás, no se veía desde la ruta. En 2010 contaba con 46 habitantes, y actualmente ya llega a  más de 70. El año pasado, celebraron los 103 años. Actualmente se asoman algunas casas nuevas, detrás de los árboles que flameaban con el viento pampeano.
Recorrimos el pueblo, una mañana de diciembre de mucho calor. Entramos por las calles de tierra desde la localidad de Uriburu, y lo primero que vimos fue una construcción, de ladrillos rojizos, que nos hacía pensar en lo que vendría más adelante.
El 12 de Abril de 1912 se funda la localidad de La Gloria en tierras de Eduardo Gumersindo Moreno. A principios de 1910 Moreno realiza gestiones para subdividir las tierras.
Se ofrecen en remate en la localidad de Catriló en 1911, año en que se habilita la Estación de trenes de Ferrocarril Oeste, luego Ferrocarril Sarmiento.La historia de este pueblo se remonta a la llamada Conquista del Desierto, a mediados del siglo XIX, oportunidad en que una fuerza militar al mando del General Roca, exterminó a los indios que habitaban la zona, llevando a los sobrevivientes derrotados, detenidos a Buenos Aires. Entre estos, se encontraba el cacique Cafulcurá, el cual, antes de los combates, trasladó su familia a Neuquén. En cercanías de La Gloria, pasó su niñez, el beato Ceferino Namuncurá, nieto del cacique derrotado, el cual fue llevado desde Neuquén, a vivir a Italia, con los padres Salesianos.

"Una negra cabellera larga y lacia, nevada ya, cae

sobre sus hombros y hermosea su frente despejada,surcada de arrugas horizontales"

Lucio V. Mansilla


Todavía quedan, a modo de recuerdo histórico, los corrales y la manga para ganado del ferrocarril, la estación del tren está mantenida por la Comisión y el  viejo almacén de ramos generales, con su surtidor de combustible.
Hacia 1905, en esos lotes ya había producción agropecuaria, identificándose la población rural con la estancia denominada La Gloria. Un lustro después, Moreno encomendó a su administrador la tarea de subdividir parte de las tierras de la estancia. Así fueron trazadas las bases de la futura localidad.
En 1912, la población era de 300 habitantes. Había una fonda, una carnicería y dos almacenes de ramos generales. En uno de ellos funcionó la primera estafeta de correo.
El Estado aporta con un destacamento de la Policía de La Pampa y una Escuela Primaria. Por la parte privada, funciona una fábrica embotelladora de agua, una despensa, una ferretería y una carpintería.
El recurso natural más importante de la zona, es el agua, la cual es muy dulce y abundante. Otro recurso es la tierra, apta para cultivos como la alfalfa, el girasol y la cría de ganado.
La Gloria se está poblando con inmigrantes internos, provenientes de ciudades vecinas y de otras provincias como Córdoba, Mendoza y Buenos Aires. La cercanía con la capital de la provincia, el precio competitivo de las tierras, los servicios públicos y los autos veloces, hacen que La Gloria, sea un atrayente lugar para vivir. A apenas 50 km de la capital de la provincia, ofrece toda la tranquilidad imaginable.
Seguimos circulando por el pueblo y vemos la primera esquina, que fue un almacén de ramos generales, con el surtidor de combustible en la vereda, típico de los pueblos.
Hay una herrería, una despensa y una ferretería y forrajería. El Destacamento Policial cuenta con un agente. Hacia adelante la Posta Sanitaria Nro 1 que no cuenta con enfermera.

Unos metros más, la estación de trenes , la escuela Nro 90.
Cada tanto otra casa. Se destacan las más nuevas, un poco más afuera del centro del pueblo, con una construcción un tanto más moderna y la mayoría con pileta de natación.
Detrás de unos árboles no demasiado añosos, un edificio ancho y corto, de ladrillos a la vista, con ventanas hacia la calle. Es la iglesia.
Contrariamente a lo que estamos acostumbrados a ver, el altar está ubicado en  la parte izquierda de la misma, y los bancos, mirando hacia ese lado, en lugar de estar de espaldas  a la entrada.
Estaba cerrada, pero se veía desde afuera la modesta decoración y el altar repleto de flores.
Una cuadra más y está la plaza, con juegos nuevos y pintados. Se ven muchos cactus, enormes, y algunos con flores.

Envasadora de agua

Casi al final de pueblo, la envasadora de agua, única industria del  lugar.



No era hora de siesta. A pesar de eso, el único sonido que se escuchaba era el de los pájaros y la suave brisa de campo, caliente, pero eterna.
Silvia 


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