miércoles, 30 de diciembre de 2015
martes, 22 de diciembre de 2015
UN CICLO MAS...y MUY IMPORTANTE
Cuando era muy
chica, decía que iba a ser maestra. En aquellas épocas ser maestra era el
pensamiento de la mayoría de las “nenas” . Ya entrada a la adolescencia,
comencé a escribir mis primeros poemas, que para mí eran geniales, y supe que
esa era uno de mis sueños: algún día poder tener un libro donde apareciera mi
nombre. Aquel libro que releí tantas veces, "Mujercitas", me llevaba a querer
parecerme a Josephine March. Un
sueño. Sueño que, parecía tan imposible como el de ser la cara visible de un
noticiero o de un programa de tele un poco más adelante. Mis estudios de inglés
empezaron a los ocho años, Siempre supe que eran el “adicional” de otra cosa
importante que iba a ser. Recibida en la escuela secundaria como Perito
Mercantil, jamás trabajé de eso, sino como secretaria y terminé mi labor en
oficinas cuando nació mi hijo mayor, como secretaria bilingüe. No había dejado
de lado la escritura, pero guardadita en un cajón, ahí, esperando que alguien
la descubra.
Pasaron los años,
di clases durante más de veinte y aún lo hago. Escribí mi primer libro y lo
edité en 2012, el segundo en 2013 y el tercero este año 2015. Editamos con mi
amigo Alfredo, una revista digital en 2013, y seguimos en marcha,con pocos conocimientos del periodismo pero con muchas ganas, de
hacer, sobre todo, y de dar a conocer nuestro trabajo y el de muchos valores desconocidos. No me conformé con eso y logré entrevistas a algunos
famosos. Para mi fue una hermosa experiencia,.pero
sigo engrosando mi lista de personas a quienes quiero tener entre mis
“entrevistados”. Nunca se sabe si lo lograré, al menos la lista existe y tal
vez algún día lo logre.
Recuerdos fin de curso |
Pero aún así,no
sentía que había cumplido alguno de mis
múltiples sueños de adolescencia. En el mes de marzo me anoté para cursar la
Tecnicatura en Periodismo y Locución. Jamás pensé que me sería tan difícil,
retornar a la época de sentarme a estudiar, de memorizar definiciones, y hacer
trabajos prácticos. Aún así, no bajé los brazos. Mis notas fueron muy buenas,
la dedicación mucha y la responsabilidad mayor. No podía pasar un papelón
sacando notas bajas a esta altura…
El pasado 19 de diciembre, luego de haber aprobado los parciales con muy buenas calificaciones, rendí el final, aprobé el final y terminé con una sonrisa.
Ahora, solamente
queda esperar la entrega del tan ansiado Diploma y las credenciales que me
acreditan como Prensa.
No sé qué me
deparará el destino el próximo año. No soy una mujer de abandonar facilmente.
Además de haber hecho siempre algún que otro curso de inglés, de jardinería,
de pintura artística, de muñecos de tela
y de fotografía, quien sabe en qué otro emprendimiento educativo terminaré el
año.
Por ahora,
festejo mis logros, que no son pocos.
Por ahora, digo que a pesar de mi edad me
quedan fuerzas para seguir haciendo cosas. Muchos más jóvenes que yo, ya no
tienen ganas de seguir estudiando, de seguir emprendiendo. Yo n o. Tengo muchos
defectos, pero la virtud más grande es la constancia. Voy por más, y como soy
agradecida, abrazo a quienes apostaron por mí, ellos saben quienes son.
¡Gracias!
Silvia
sábado, 19 de diciembre de 2015
INSPIRACION
viernes, 18 de diciembre de 2015
RELATO: Mi lejano corcel
¿Qué pensarás de mi?
Estabas escapando,porque me temìas. Entiendo tu miedo, no me conocés.
Pero ¿sabés una cosa? Jamás te haría daño.
Si bien no soy pueblerina, ni campesina, sé y valoro tu trabajo.
Madrugadas de corridas, entre el agua, al frío y al calor...
Me encanta acariciarte, ver que tus ojos grandes me miran, aún con desconfianza.
Pero no voy a hacerte daño.
Sos fiel, y así seré yo, si me dejás.
No me animo a cabalgar con vos, sos muy alto para mí. Aunque lo he hecho alguna vez antes.
Solo me conformo con acercarme, y decirte que no me temas.
Acariciar tu pelo suavecito y que me mires de reojo.
Sabés que no te haré daño.
La próxima vez que nos veamos, seguramente me recordarás.
Espero que no pase mucho tiempo.
Espero que me reconozcas.
Espero que recuerdes que no te hago daño, solo comparto el sol y el verde tan lejanos para mí.
Nos veremos, de eso estoy segura.
Portate bien, y recordame con cariño.
Silvia
Recuerdo
Me traje una rama de caldén. Uds dirán...para qué si se va a secar?
Hachita en mano, mi amigo César la cortó para mí al salir del campo.
Patricia decía que lleve una más grande. Así está bien.
Es un pedacito de esa tierra que aprendí a querer hacer 25 años. Se secará. No importa.
Quedará así hasta que cada hojita que, según se quejan, no da mucha sombra, desaparezca. Pero cuando salga al patio vendrán a la memoria recuerdos hermosos. Un regalo para el alma.
Silvia
POESIA: Un día de estos
Cuando la
juventud era nuestro tesoro
y el tiempo no
contaba aquellas tardes,
bajo un sol de
invierno cálido
prometimos crecer
juntos.
Apenas
adolescentes y felices,
jurábamos amor
eterno,
que jamás
envejeceríamos
en medio de la
tristeza
y que nuestros
corazones permanecerían
unidos para
siempre.
Pasaron años,
pasaron hijos y viajes,
pasaron nubes y
soles resplandecientes,
pasaron cantos y
llantos,
pasaron grietas
en los rostros
y nieves en el
cabello.
Aún así, seguimos
prometiendo
en un invierno
cálido de sol,
envejecer juntos.
Aún nos tomamos
de las manos al caminar,
y nos besamos
como jóvenes:
todavía
recordamos aquella música
que adoraban
nuestros oídos
y la bailamos
apretados aunque ya no se use.
Aún así, despacio
por la vida, amanecemos
mirándonos a los
ojos,
contándonos los
sueños,
ansiando el
futuro.
Aún hoy, siento
el calor de tu piel
cuando me abrazas
y el brillo de tu
mirada me ilumina.
Un día de estos,
nos bendecirá una estrella
y seremos
todavía, más felices.
Silvia
NARRATIVA: La carta
Cerró el postigo
de la puerta de calle y miró el sobre. Le dio la vuelta una y otra vez. El
destinatario estaba escrito en letras de computadora, así que no reconoció de
quien era la carta.
En el remitente
solamente aparecía una dirección.
Lo dejó sobre la
mesa. No se animaba a abrirlo.
Le asustaban un
poco las noticias que llegaban por carta. Aún hoy, que manejaba la notebook
bastante bien, prefería comunicarse con su familia como antes, sentada frente
al anotador y con letra clara y firme escribir una carta que doblaba
prolijamente y colocaba en un sobre para llevar al correo.
Miró de reojo el
sobre varias veces. Apagó la cocina y se sentó.
Lo tomó en sus
manos, temblorosas y cortó el borde con
la tijera.
Extrajo el papel y con él, una serie de fotografías en
blanco y negro, otras sepia y unas pocas en color.
El primer rostro que vio, la
sorprendió. Era igual a ella. Desdobló la carta y comenzó a leerla sin perder
un segundo.
Cuando en el
primer renglón leyó: “Hola hija”, supo que su búsqueda no había sido en vano.
En unos segundos sabría por qué su madre la había dejado en aquel convento
veintitrés años atrás.
Silvia
viernes, 11 de diciembre de 2015
jueves, 3 de diciembre de 2015
MICROFICCION:Escapada de fin de semana
-
Piedad,
por favor, fíjese adentro si está todo en orden antes de irnos. Recuerde que
hasta el verano no volvemos y no quiero dejar nada fuera de lugar.
Ya había recorrido el enorme jardín de
la quinta y revisado todos los rincones. El portón del galponcito estaba con
candado y las ventanas del quincho cerradas.
Volvió a pasar por el garage. El auto
gris ya estaba en marcha con el tanque lleno, para no perder tiempo en el
viaje. Controló las cubiertas y el agua. Pasó un trapo al parabrisas y lo secó.
Vencido por el cansancio, se frotó los ojos y se puso los lentes.
-
Vamos,
no se quede ahí, suba al auto que ya es tarde. Quiero llegar antes del
amanecer.
La barrera de la salida se abrió y salieron a la calle. Dobló por la
colectora. El sonido del teléfono lo sobresaltó. Unas cuadras más adelante,
tuvo que bajarse del auto para secar la sangre que chorreaba del baúl.
Seguramente, Piedad, no había envuelto y atado como corresponde los dos
cuerpos.
Silvia
de "Abraxas"
Cuento:ES NUESTRO TRABAJO
Jessica caminaba con su mochila repleta de libros. Recién había
salido de la escuela. Era un buen lunes.
Aprobó historia después de haberse pasado el fin de semana estudiando mientras
las chicas se preparaban para ir a
bailar. No quería pasarse el verano en casa encerrada. Era demasiada penitencia
para ella, sin baile, sin reuniones en la casa de los amigos.
Festejaban a su manera, riéndose y
sacándose fotos en cada esquina con el celular. Posaban indiferentes a
quienes pasaban a su alrededor. Sus diecisiete años florecían en su cara tostada por el sol de la tarde. Tenía las
piernas largas y torneadas, que asomaban
por debajo de la minifalda prohibida tapada por el delantal que
llevaba al colegio.
Era la tercera vez que la camioneta pasaba por al lado de ellas.
Las miraban, les decían cosas . Ellas sonreían, y seguían caminando para el
lado de la Márquez.
Todavía era de día. Muchos autos y camiones venían del lado
del norte, era la hora del regreso a casa. Todos pasaban apurados.
Cruzaron la avenida. En la estación de servicio, estaba parada la
camioneta. Los muchachos se bajaron y
entraron al local. Ellas siguieron su marcha.
Melina entró a su casa a mitad de cuadra y Lorena siguió con ella hasta
la siguiente esquina.
Se hizo de noche. Francisco llegó a casa temprano. Lo esperaba
Nora, para abrirle el portón. Entro el auto y preguntó por Jessi.
-
No llegó todavía, me extraña que
se retrase, pensé que la traías vos de paso.
-
No, no pasé por la escuela, vine
directo. ¿No se habrá quedado en a casa de Melina?
-
No creo, si se queda me avisa. Ya
me está preocupando.
-
Esperá que la llamo a Meli…No, ahí
no está, dice que ella siguió para casa. Qué raro, ya tendría que haber llegado
hace media hora.
El sol se ocultaba detrás de los eucaliptos de la autopista.
Ninguna noticia de Jessi. Francisco había salido a recorrer el barrio, pero no
la encontró. La lista de los teléfonos de los compañeros de curso se había
terminado. En la estación de servicio, le dijeron que las habían visto pasar,
pero que nada les había resultado extraño.
Ya noche cerrada, decidieron ir hasta la comisaría. Por suerte no
había mucha gente esperando y el oficial los atendió rápido. Le tomó un rato
explicarles que “todavía” no podían hacer la denuncia, porque aún no había pasado
el tiempo legal .
Los gritos se escuchaban desde la calle. Intentaron calmarlos. Les
pidieron que esperaran, que el móvil de la zona estaba dando su última vuelta
del turno y que iban a ver si la veían por ahí, extraoficialmente, claro.
Pasaron unas horas. La angustia era cada vez mayor. Jessi no
aparecía, y las chicas ya habían ido con sus padres hasta la comisaría a
explicarles cuál fue su recorrido hasta llegar a las casas. Aparentemente nada
estaba fuera de lo normal. Melina se acordó que una camioneta las había seguido
antes de cruzar Márquez. Los oficiales corrieron al móvil y salieron hacia la
zona de las lagunas del fondo.
La gente en las casillas de madera, salió a ver qué pasaba. Los
perros ladraban al escuchar la sirena. Los policías bajaron del auto, armas en
una mano y reflector en la otra.
Buscaron en medio de los eucaliptos que
rodeaban la laguna. La noche nublada les complicaba la tarea, pero no se
amilanaron. Se dividieron en dos grupos. Uno fue hacia la autopista, el otro
siguió buscando por el lado del relleno.
Francisco y Nora, esperaban en la comisaría las novedades. Tomados
de la mano, rezaban por su hija, no era fácil contenerles el llanto, a pesar
que
la oficial les insistía con un té caliente para calmarlos un poco.
Nora sintió un fuerte dolor en el pecho.
-
La encontraron, se que la
encontraron, le dijo a Francisco. Por favor
llamen al móvil.
-
Tranquila señora, ellos nos avisan
si hay novedad.
Detrás de la fila de árboles que dividían la autopista del relleno,
encontraron el cuerpo de una mujer. Estaba boca abajo, semidesnuda, morada . La
dieron vuelta. Dentro de su vientre
abierto y vacío , envuelto en una bolsa del super, había un paquete
con
dinero y una nota que decía
“ Perdonen, es nuestro
trabajo”.
Silvia
Reg
Dirección Nacional de derecho de autor 212884
de "Rocío de palabras"
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