viernes, 29 de julio de 2022

Cuento

 La jungla que adormece

La quietud en la cama azuzaba los colmillos del dolor en la carne. Los días marchaban en procesión interminable no se sabía hacia dónde. Igual que sus esperanzas. Habían pasado cinco meses y ningún galeno le espetaba en el rostro lo que ya podía intuir padeciendo tortuosas noches en vela, horas que parecían siglos con su transcurrir pastoso, temblores abdominales que hendían uñas causando desgarros y dolores insoportables. La fiebre cuando aparecía, entonces, como una amiga esperada, lo sacaba con su sopor de aquella realidad hospitalaria.

Nunca debería haber abandonado su selva, agreste y salvaje como una maldición profética. Ahora se arrepentía de haber escuchado a sus amigos y al médico de San Ignacio. Este le recomendó que viajara a la capital bonaerense para realizarse un tratamiento más específico y así recuperarse de aquel mal alojado en su organismo. “¡Para qué!” Le habría dicho a su médico. “¡Si ya lo tengo acuñado en las tripas!”

Recordó instintivamente esos árboles que había visto en la selva, aquellos troncos de ibirapitaes cuando los invadían las comunidades de termitas y una muchedumbre de hormigas se movían con rapidez hacia todas direcciones, transitando por recámaras y galerías, fagocitando pulpa y savia hasta dejarlos sin vida.

Cuando le pasaban los calmantes, cada vez más seguido, tendido boca arriba fumaba con fruición soplando volutas en el aire, que se desdibujaban lentamente como sus pensamientos, que pugnaban por mantenerse incólumes, fieles a un arraigo obstinado en recuerdos y pertenencias banales e incluso imperceptibles para el resto de los mortales y que hoy descansaban en su casa de piedras, enquistada en un rellano de la selva misionera.

Tenía amigos y colegas escritores en la capital, como Exequiel, que le traían cigarrillos, alguna petaca de whisky, libros y hasta una radio para escuchar tangos. Ya no tendría que comunicarse con espaciadas cartas, los tenía ahí, muy cerca, pero no campeaban los mismos ánimos de aquellas diatribas interminables, encendidos discursos defendiendo tal o cual escritor, o mitigando zozobras de controversiales críticos literarios.

Pensaba en sus plantíos, en sus animales semi salvajes, hoy pululando en el patio y mañana irrumpiendo salvajemente en la selva buscando sustento, extrañaba el calor pegajoso que invade la piel, los ojos hasta enturbiarlos y termina acicalando el alma, con un fuste persistente de oprobio y melancolía.

Se increpaba haberlo abandonado todo y recalar en esta habitación, una jaula mortal, con la mortaja pronta descansando debajo de su lánguido cuerpo. Su vida pendía ahora de una postergación infalible detrás del jugo mortal de una jeringa. La morfina es un viaje de alas cortas y negro desenlace. Nunca en su vida nada le había venido impuesto. Todo en su vida él lo había provocado como un niño insolente, que recibe la desaprobación constante de sus padres.

Cuando el dolor dormía su siesta almibarada en brazos de sustancias opiáceas, se vestía con su traje cruzado, sus botines acordonados y sacaba a pasear su barba en punta por los pasillos y corredores del hospital. Uno de esos días, creyó escuchar un quejido hondo y lastimero, seguido por un llanto contenido que iba en aumento hasta proferir un grito ahogado, desbordado de inmediato por una nueva arremetida de sollozos incontrolables.

Atinó a agudizar el oído y seguir el lamento que se perdía entre las blancas paredes. Su intacta inquietud de escritor avispado, lo llevó a preguntar.

- ¿Quién se queja de esa manera?

- ¡Ah! ¿Esos gritos? Más vale que se acostumbre. Son de Vicente. Un deforme que vive en el hospital desde hace muchos años- le informó una enfermera, totalmente anestesiada ante el sufrimiento de aquel hombre.

- ¿Dónde está? - preguntó Horacio.


- En el sótano. Se ve que hoy le está faltando medicación. Ya mismo bajo a dársela.

- ¿La puedo acompañar?

- Si me asegura que no se va a asustar, venga. Después no diga que no se lo advertí.

Horacio siguió a la enfermera por pasillos y escaleras que bajaban, torcían hacia un costado y seguían bajando, hasta llegar a una habitación lúgubre y oscura, sin más claridad que la de una lamparilla que colgaba del techo con una luz mortecina.

Fue entonces cuando lo vio. Estaba tirado en un rincón sobre unos trapos y mantas, mientras no paraba de quejarse. Tenía el rostro cubierto por una máscara de tela blanca con tres agujeros, uno para la boca y dos más para los ojos, uno más arriba que el otro, perdiendo toda alineación.

-Cálmate, Vicente. Ya estoy aquí. Te traje tus caramelitos y el “juguito mágico” que tanto te gusta- dijo la enfermera, mientras giraba boca abajo el vial y con un movimiento mecánico extraía el medicamento con una jeringa.

A todo esto, Vicente ya se ligaba solo el brazo y ofrecía sus venas amoratadas que dibujaban extraños mapas en la piel.

Horacio esperó un momento, hasta que una extraña calma inundó el recinto. De inmediato se acercó y le tendió la mano.

-Soy Horacio Quiroga.

-Vicente Batistessa- dijo el hombre a quien ya le asistía una especie de modorra.

- Nos tenemos que ir, Horacio- espetó la enfermera mientras recogía sus implementos y salía del lugar.

Desde ese día Horacio no paró de pedir a la dirección del Hospital de Clínicas, que sacaran a Vicente del sótano y le dieran una cama digna, con colchón, almohada y mantas.

-No es posible, Horacio- dijo el médico director- Nadie quiere compartir habitación con él.

-Pónganlo en mi pieza. Ni siquiera un perro se merece el lugar dónde está.

- No le va a ser fácil la convivencia. Es muy impresionable. Padece una enfermedad deformante que se conoce comúnmente como elefantiasis, y es progresiva. Degenera todos los tejidos de la cara y las malformaciones crecen sin orden ninguno. Es un mal incurable.

- Doctor, soy un hombre que no le teme a nada. Mis miedos han modelado mi espíritu. Así como el pez no le teme al agua, yo puedo navegar en turbias aguas mancilladas por el odio, el infortunio y hasta puedo aguijonear a la propia muerte. Además, todos somos habitantes de una misma jungla, nos disfrazamos y deambulamos con diferentes máscaras cada día.

Horacio consigue su cometido. Había descubierto detrás de aquellos agujeros de la capucha, unos ojos buenos, con un brillo opaco, igual al del agua mansa del río Paraná en épocas de poca lluvia. El río se quedaba quieto, como una serpiente oscura que dormita al sol.

Descubrió en aquel ser sufriente relegado por el mundo, toda la basura de la humanidad que ocultaba bajo una capucha el propio umbral de la ciencia que solo se limitaba a anestesiarlo, condicionando a un ser humano a arrastrarse en las profundidades del edificio como Quasimodo, el jorobado de Notre Dame, personaje perturbador de la novela de Víctor Hugo. Pero Vicente no era una ficción, su desgracia se emparentaba más con aquel desdichado ciudadano inglés de postrimerías del siglo XIX, Joseph Merrick, “el hombre elefante”, destinado a deambular por circos y ferias exhibiendo sus deformidades, hasta que las autoridades lo confinaron a un sótano de hospital, ritual atávico y deshumanizado que se repetía con idéntica crueldad cincuenta años después. Pensó que no era Vicente el monstruo del que todos debían desviar la mirada, tenía un alma callada y a pesar de su infortunio, incapaz de maldecir. Los verdaderos monstruos andan a cara descubierta y destilan crueldades imponderables. Se olvidan por completo que detrás de esa máscara, hay sentimientos, emociones y quizás un espíritu elevado cincelado a golpes de rechazo, maltrato y humillación. Pensando en Vicente, olvidó por unos días su propio sufrimiento.

Había decidido en un gesto de hermandad, entregar parte de su alma a aquel hombre de ojos lánguidos y voz reposada.

Compartía con su compañero de habitación, los alimentos que le traía su familia, como su hija Eglé y su última mujer, Ana María que, a pesar de haberlo abandonado en Misiones, el aire de su Buenos Aires le había otorgado una riada de benevolencia y aparecía con sándwiches, pasteles y jugos de fruta. Vicente en un acto casi salvaje introducía los alimentos por el agujero de la boca, entonces, el trapo quedaba chorreado y salpicado en una mueca trágica.

Cuando estaban solos, Horacio leía en voz alta cuentos de Edgar Alan Poe, o a Proust o a Baudelaire, pausadamente, como esperando la comprensión del deforme.

Fue por esos días que vino el médico y le comunicó que el cáncer prostático que padecía había desarrollado metástasis hacia otros órganos y se hacía difícil controlarlo, por eso sufría de esos fuertes dolores lumbares. No encontraban una solución quirúrgica para extirparlo. Se limitarían a realizar un tratamiento químico y analgésico, con potentes calmantes para asegurarle una calidad de vida más llevadera.

Ni bien salió el médico, Horacio se incorporó lentamente en la cama y se dirigió a Vicente.

-Vicente, amigo. Tenemos que hablar.

No le llevó mucho tiempo la decisión, como un viejo caballo que pasta en la pradera, venía rumiando su futuro. Le encomendaría a su amigo, quizás la única acción de su vida en favor del prójimo, que conllevara una cierta beatitud, así fuere una especie de final trágico, pero que en su desenlace lo ayudaría a encontrar la cuota de serenidad, de sosiego infalible que le quitaría el calvario de vivir en un mundo que ya no le pertenecía porque no le ofrecía ninguna ilusión. Quedarse sin ilusión es morirse en vida.

En una de sus salidas, había pasado por una farmacia. El frasquito con cianuro lo tenía bien resguardado fuera de la vista de médicos y enfermeros. Había llegado el momento.

-Vicente, alcánzame un vaso de agua.

Autor-Marta Estigarribia- Montevideo-Uruguay

Nota de autor-Este cuento es ficción, aunque me fue inspirado en un hecho real. En el año 1937, Horacio Quiroga se suicida con cianuro en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires. Poco tiempo antes había conocido en dicho hospital a Vicente Batistessa, una persona que sufría el Mal de Proteus. Vivía aislado en un cuarto del mismo nosocomio. Para muchos, la muerte de HQ se puede catalogar como “Muerte asistida”.

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Escritor invitado: Rubén Amato

 El rescate 

Pertenezco a esa generación que tuvo una infancia donde nada sobraba ... y donde a pesar de eso sentíamos que la felicidad andaba dando vueltas por el barrio... y que entonces tan solo era cosa de ir a su encuentro... atraparla por un ratito mientras andábamos en bicicleta por la plaza a la hora de la siesta antes que los grandes se dieran cuenta.


Desde esa época se me instaló la idea de que si uno festejaba demasiado algo... venía desde la vida misma como respuesta una gran decepción... como castigo de un Dios controlador  y perverso que en lugar de darnos felicidad nos propinara puñetazos en la nariz cada vez que nos entregáramos al disfrute... (a Ud. también  le pasó)


Con los años, con sus experiencias,  casi siempre sucede esto de quedar como dislocado del goce en el mismo momento en que se las vive. O... para que nadie se ofenda por la generalización... a mi me sucedía...(Y me sucede de tanto en tanto). AY  ¡fuimos dichosos!  Créame. Voy a tratar de que viajemos un poco hacia esos momentos en que acariciamos la felicidad y por un cachito de coraje la dejamos ir...

Por ejemplo...


La hora de salida de la escuela primaria donde el finde semana era una eternidad de juegos...de abuelos cariñosos...

El recreo largo de la secundaria donde había un campeonato de "pelota-rodilla" donde se jugaba el sandwich especial de milanesa...

El olor a cuero de las butacas en los cines de barrio... (hoy convertidos en supermercados)

El pasto recién cortado de los canteros del parque mas cercano.

Los besos con chicle Bazooka dados en medio de los picados en que ella te miraba jugar y vos te creías un campeón...

El olor del papel en las góndolas de las librerías de la calle Corrientes...


Un café después de salir de un hotel alojamiento donde las palabras suplantan a las caricias prohibidas de esa pasión prohibida ...

Ese momento maravilloso en que la vida te regaló un abrazo genuino...

Las paradas de micro en cualquiera de las rutas de este país donde todo quedaba registrado en tus ojos, y el tiempo parecía que sobraba...

Cada cuadrito de la tira de Mafalda en donde Quino parecía que había andado por tus veredas :  las fachadas de las casas, el citroen,  la almacén de Manolito (Si. Era La almacén y no El almacén)...

Las lapiceras  Parker ... las libretitas Norte...

Los pantalones Levis...la remeras del cocodrilo...

Cada amigo que te ganaste entre los recovecos de esta vida donde el afecto y la  escucha te ayudo a enfrentar una y otra vez aquellos viejos miedos que en un descuido se re-editan en cada aquí y ahora...

Las risas en familia donde si alguien mira desde lejos se pregunta: y estos de que corno se ríen?... qué se yo ...  miles de cosas mas...

Haceme caso....

No las dejes escapar!


Rubén Amato

psico-escriba

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Música: Los Caligaris

 

LOS CALIGARIS 
“UN CHICO EN EL CUERPO DE UN MAYOR”
¡NUEVO SINGLE YA DISPONIBLE!
 VIDEOCLIP ESTRENA HOY A LAS 22HS
Los Caligaris presentan su nueva canción y videoclip “Un chico en el cuerpo de un mayor”, producida por Mosca Lorenzo y Mariano Franceschelli de Los Auténticos Decadentes.
Mientras preparan los festejos para lo que será el aniversario más épico de su historia la banda lanza este nuevo tema, el último antes de editar el disco full.
Ya conocimos los tres primeros adelantos de lo que se viene: “Quiero Cumbia” (producido por Camilo Lara), “Con Vos” (producido por Eduardo Cabra) y ahora, “Un chico en el cuerpo de un mayor”. Este tercer single como su nombre lo indica, deja entrever el espíritu del nuevo show que preparan donde la premisa es revivir el niño que todos llevamos dentro.
Fieles a su estilo sin etiquetas y sin prejuicios a la hora de encarar ritmos y géneros musicales, en esta oportunidad el jazz pop y algo de country acompañan la letra que habla de vivir el presente con el espíritu de un chico, una invitación a correr y andar en bicicleta sobre el tiempo disfrutando cada momento.
Cabe destacar que como parte de la celebración por sus 25 años de carrera, Los Caligaris anunciaron la gira mundial "Veinticirco" con la que recorrerán México, Estados Unidos, España, Venezuela, Colombia, Costa Rica y más países que se irán informando en las redes oficiales de la banda. 
Con shows ya confirmados y agotados en el Auditorio Nacional de México para el 11, 12, 18 y 19 de Agosto, se sumaron las importantes fechas del 17 de septiembre en Tecnópolis Buenos Aires, 19 de noviembre en el Estadio Arena Maipú de Mendoza, y el sábado 1 de octubre en su casa, Córdoba, en el prestigioso Estadio Monumental de Alta Córdoba
Un cuarto de siglo que dejará una marca en el bronce de la memoria popular con una docena de conciertos de colección, piezas irrepetibles en foros, estadios y teatros de Iberoamérica.
“Veinticirco – Nunca es tarde para ser un niño” es un show épico construido del material de qué están hechos los sueños.
Para hacer este show la banda toma inspiración en el sentimiento de los primeros años de formación, cuando miraban el mundo con ojos de niños.
“¿Cómo suena la melodía que te lleva cada día a trabajar en algo que parece imposible?
Veinticinco años después, podemos hacerlo. Ese es el show que van a ver en nuestro mejor cumpleaños “.
 
FECHAS CONFIRMADAS – GIRA MUNDIAL
MEXICO
México - Auditorio Nacional
11 de agosto (agotado)
12 de agosto (agotado)
18 de agosto (agotado)
19 de agosto (agotado)
Monterrey - Auditorio Pabellón M
6 de octubre (nueva fecha)
7 de octubre (agotado)
Guadalajara - Tecate Coordenada
8 de octubre
Tijuana - Tecate Península
15 de octubre
Puebla - Tecate Comuna
22 de octubre (agotado)
23 de octubre
COLOMBIA
Cali - Teatro Jorge Isaacs
18 de octubre
Medellín - Teatro Universidad de Medellín
19 de octubre 
Bogotá - Royal Center
20 de octubre (nueva fecha)
21 de octubre (agotado)
COSTA RICA
San José - Peppers
27 de octubre
ESTADOS UNIDOS
San Antonio, Texas - Rock Box
25 de agosto
Houston, Texas - Vertigo
26 de agosto
Dallas, Texas - Don Chingon
27 de agosto
ESPAÑA
Zaragoza - Vive Latino
3 de septiembre
ARGENTINA
Buenos Aires - Tecnópolis
17 de septiembre
Córdoba - Estadio Monumental Alta Córdoba
1 de octubre
Mendoza - Arena Maipú
19 de noviembre
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Periodismo turístico: Posada del ángel- Colonia del Sacramento

 

                                                   

Llegar a Colonia del Sacramento y hospedarse en la Posada del ángel, es un sueño. Arribar en un barco que apenas se mueve, a una ciudad pequeña y muy acogedora, y la posada casi frente al Río de la Plata, a cuadras del centro histórico de Colonia, invitan a sumergirse en viejas épocas donde la historia renace.

   


La posada del ángel es naif, la puerta de entrada pintada de un azul cielo, con cortinas caladas con una imagen de ángel, se repite en cada abertura. Colgados del techo de madera, colgados de las paredes, en vitrinas, sobre mesas iluminadas y hasta pintados en las paredes, nos hace soñar que estamos inmersos en el cielo diáfano e increíble del Dante.


 Muebles antiguos, un ropero con espejos altos, que seguramente fue de alguna persona del año 1800 y el mostrador de madera antigua, con olor a madera, emparejan los ventanales de vidrios de colores que dejan pasar una luz especial a cualquier hora del día.

                     

Habitaciones con camas amplias, con dosel, algunas con puntillas y otras con telas floreadas a tono, alfombritas individuales, veladores coloniales, ventanas altas y angostas con rejas retorcidas, de época.










La atención es sublime. Angie, la recepcionista siempre está sonriendo y obviamente mate en mano. Tuve la dicha de conocer al dueño, Carlos Camarotta, un argentino simpático de ojos azules como el cielo diáfano que pintaron en las paredes de la posada. Todo el personal, lo adora, y está atento a las necesidades de los huéspedes, a toda hora, calmando los ánimos si el puerto está cerrado a causa de la niebla y si el puerto abre, recibiendo argentinos y extranjeros con cordialidad, siempre. “Merecido” es la respuesta a las “Gracias” y “Disfrute” su palabra preferida.

La recepción al entrar a la habitación, es un angelito (por supuesto) de chocolate sobre una blonda de papel. El desayuno no se puede creer: bizcochuelo casero de naranjas, frutas, medialunas, pan tostado, unos dulces inolvidables y el café con leche repetido las veces que el huésped lo pida. 

             

La vajilla azul y amarilla con el logo “Posada del ángel” acompaña la vista al jardín con vegetación y una pileta para calmar el calor en verano, acompañada de un jacuzzi tibio para tardes de invierno.

  

Me llevo el recuerdo de una estadía perfecta, soñada, con olorcito a sahumerios suaves y relajantes, caras amables y solidarias, junto a la promesa de volver alguna vez a disfrutar del sol y de las caminatas que Colonia ofrece.

©Silvia Vázquez

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Teatro: De la raíz a la luna

 Desde el domingo 7 de agosto

En Tadrón Teatro

Un espectáculo escrito y dirigido por Darío Bonheur

sobre una idea de Pepa Luna.

 

“De la raíz a la luna”

Con Pepa Luna

 

 

“¿Cómo me veré cuando el tiempo haya pasado? me pregunté una mañana frente al espejo. Así no; fue la respuesta. Y un intenso júbilo en la voz aconteció”.

 

En un viaje pletórico de gracia, emoción y canciones, Pepa Luna nos invita a conocer su infancia, el despertar de la adolescencia y ese devenir en la vida adulta que no admite moldes. En esa constante búsqueda para reconocerse y ser, de la que nadie queda exento, la protagonista se desnuda y nos sumerge en este espectáculo llamado “de la raíz a la luna”, metáfora de su travesía que la trae de Madrid a Buenos Aires.

 

Protagonizado por Pepa Luna

Gustavo Corrado en piano y Dirección musical

Carlos Benet en contrabajo

 

Dramaturgia y dirección: Darío Bonheur

 

Escenografía, vestuario y diseño de luces: Raúl Marego

Realización Escenográfica: José Andrukowicz

Coreografía: Anabella Ablanedo

Diseño gráfico: Julieta Latreccino

Fotografía: Rox Boyer

Comunicación + Media: Duche&Zárate

Asistente de dirección: Andy Rinaldi

Productora ejecutiva: Fabi Maneiro

Idea y producción: Pepa Luna

 

Funciones: Domingos a las 20:30

Localidades: $ 1.200.-

Venta por Alternativa Teatral

Tadrón Teatro – Niceto Vega 4802 – CABA

 

Duche&Zárate

Comunicación + Media

Walter Duche – Alejandro Zarate

15-5808 1039 (W) / 15-5808 1043 (A)

Horario de atención: Lunes a viernes de 11 a 18 horasprensa@duchezarate.com.ar

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Pepa Luna

(Intérprete)

Es cantante, actriz y docente. Se formó como cantante y actriz en Madrid junto a destacados maestros como Connie Phillip, María Beltrán y en Buenos Aires con Susan Ferrer, Nacho Mascardi y Ariel Aguirre, entre otros.

Como actriz se formó en distintas escuelas de Madrid como Arte4, Central de cine, junto a destacados maestros de la escena como Eva Lesmes, Macarena Pombo, Iñaki Aierra, Ramón Quesada, entre otros y junto con el coach internacional Bob Mc Andreuw. En Buenos Aires continuó su formación en el Celcit junto a Carlos Ianni y en el Sportivo Teatral con Ricardo Bartís.

En Madrid, trabajo en teatro en obras con "Squash" de Ernesto Caballero, ¿Dónde están los hombres? de Antonio Cantos entre otras. En televisión en series como: 7 días al desnudo, El Pacto, Los 80..., en cine en la película dirigida por Jaime Chávarri "Camarón" y fue la presentadora nacional del Show promocional de CD infantil "Canciones cuento"

En Buenos Aires, trabajo en teatro: En el unipersonal "Arizona" de Claudio Lentz, Bodas de sangre y Yerma de FGL, Esos locos amores de Dino Armas, El desprecio e Ilusión de Galo Ontivero, entre otras.

En televisión participo en "Violetta" y en "La resurrección", recientemente, participo en la película de “Cadaver exquisito” de Lucía Vassallos y en la tira de Disney “Once”.

En 2014 presentó en la sala Moliere y en el emblemático Teatro Asturias, su primer CD titulado: "de Madrid a Buenos Aires". Desde el 2015 ha estado conquistando los escenarios con su show musical y poético titulado: "Buenos Aires Ibérico", que en Agosto del 2018, fue declarado de Interés Cultural por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y puesto en escena en el emblemático Centro Cultural de San Martín de Buenos Aires.

Desde finales del 2015 a la actualidad, se desempeña como docente y creadora de "Un encuentro con tu voz" en distintas escuelas como "La Casa de Moreira", "Teatrarte", "Espacio Alquimia, entre otros.

A finales del 2016, co-protagonizó la comedia musical "Hermosos Inconvenientes" de Darío Bonheur junto a Marísa Ini, por el que fue nominada para el "PREMIO HUGO" a la mejor Intérprete Femenina en Music Hall, Café Concert y/o Varieté Musical.

En Julio del 2017 también estrenó en el Teatro de "El Cubo", en clave Flamenca: "YERMA, o la cuadratura del círculo", de Federico García Lorca, con dirección de Julieta Cancelli, en la que canta e interpreta a la "Vieja pagana" y "La muerte"

Desde Febrero del 2018 presentó, junto a María Marta Guitart, un concierto íntimo titulado "Por tu amor me duele el aire" y “El corazón y el sombrero” con poesía española de todos los tiempos, en el emblemático Museo Fernández Blanco.

En Septiembre del 2018 coprotagonizó "de Amores y Cantares" de Norberto Vázquez Freijo en "La Botica del Ángel", una Varieté de música, teatro y danza, una evocación del arte español que fue nominada al mejor musical Varieté en el 2019.

Participó como “Gregoria Matorras” en el documental sobre la vida del prócer San Martín rodada en Yapeyú en Septiembre del 2019.

2020: Durante la Pandemia creó, a través de IG: "La Voz en tiempos de cuarentena" En Julio, fue seleccionada a través de Instituto Nacional del Teatro a presentar "Un mar de mujeres" de María Marta Guitart.

2021: Participo como coach de acento en la tira "Limbo" de PampaFilms. En Octubre, junto a Fernando Atila, presentó en la sala NoAvestruz "Lorca Apasionado". En Noviembre participó en un ciclo de obras cortas en Pasillo al fondo con "El diente en mi carne" de Dario Bonheur dirigida por Martín Caminos.

2022: Desde Mayo está en el Teatro Buenos Aires s/calle Corrientes con su personaje “Olvido” en “Empeño” de Óscar Gimenez En Agosto, basado sobre una idea personal, presentará su Unipersonal “de la Raíz a la Luna” de Darío Bonheur junto a los Maestros Gustavo Corrado y Carlos A. Benet. Participó, junto a Martín Seefeld y Guillermo Francella, en la tira "El Encargado" de Pegsa Group.

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Escritora invitada: Miriam Fernández -Haiku: Resistiré

RESISTIRÉ (Haiku) Podrán quebrarme, más nunca acallarme. Un duro junco. Miriam Fernández, Argentina. Miriam Laura Fernández , Escritora naci...