En aquella época en la tierra todos hablaban el mismo
idioma, hasta que un día, alguna gente llegó a un lugar llamado Sinear, una
llanura en oriente, y decidieron establecerse. Primero fabricaron ladrillos y
con ellos reemplazaron a las piedras. Con ellos construyeron una ciudad que
querían que llegue al cielo, de ese modo nadie los desterraría de aquel lugar.
Pero Dios, viendo que su egoísmo había crecido, cuando quisieron ser más que
otros pueblos, decidió confundir los idiomas para que nadie de los que estaban
construyendo la torre pudiera entenderse. Aquella ciudad se llamó Babel, y a
partir de ese momento todos los pueblos hablaron diferentes idiomas .
En el Génesis 11:6 Jehová dijo” Todos los pueblos son uno y
todos tienen un solo idioma, y por eso nada les hará desistir de lo que
pensaban hacer.
11:7 Por eso confundiremos sus lenguas para que ninguno entienda lo que habla su
compañero.”
En hebreo, Babel suena como “confundir” de ahí el nombre de
aquella torre tan enorme.
Al estar incapacitados para trabajar, se fueron yendo a
diferentes ciudades, cada uno con su idioma, y de esa forma la torre quedó
abandonada. Otros constructores que llegaron más tarde, la transformaron en un
montículo y edificaron sobre ella un edificio, que con el paso del tiempo se
desplomó, cubriendo las ruinas de la original, que fue descubierta muchos
siglos después.
Se supone que los restos de la antigua Torre de Babel se encontraron
allá por 1913 en Aqar Kuf (Vieja Mesopotamia asiática) y medía alrededor de
noventa metros, pero por el peso que
tenían aquellos ladrillos de adobe, mediría alrededor de sesenta.
La cosa es que si en algún tiempo, todos hablábamos el mismo
idioma y a partir de una actitud egoísta se dispersaron los pueblos y con ellos
el idioma se confundió, creo que deberíamos ser un poco meno egoístas y no
esperar que otra vez , al querer construir grandes imperios que solamente nos
lleven a ser más que otros, comencemos a desentendernos y lleguemos al punto
que cada uno hable diferente al otro.
Actualmente la comunicación no solo se está perdiendo,
incluso hablando el mismo idioma, pecamos por acortamiento de palabras,uso de
signos o muletillas de moda,los mensajes de texto incompletos y el uso de
abreviaturas no convencionales. Por otro lado, la violencia que ejercemos en
muchos casos cuando nos dirigimos al otro, ya sea en la calle o en la escuela,
en el trabajo o en la casa. Sería mucho más ameno, cordial y saludable,
recordar las palabras “permiso”, “perdón”, “gracias”, “ por favor” cada tanto y
no correr detrás del tiempo, que seguramente nos invita a terminar de concretar
todo lo planeado durante el día. Nuestro día terminará indefectiblemente cuando
termine, ni un segundo más ni uno menos, así que en el tiempo que él dure,
hagamos lo que se puede.
Intentemos conversar más cara a cara, compartir un café con
amigos, interesarnos en el otro y en nosotros mismos. No volvamos a Babel,
conformémonos con vivir aquí y utilicemos el mismo idioma, de la paz, la
armonía y el respeto.
Silvia
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