viernes, 28 de junio de 2024

Escritora invitada: Sonia Crespo

 UNA TARDE DE MELANCOLÍA




Se acercaba la última etapa y a Elisa no le apetecía mucho participar en la función de final de curso, a pesar de que su tutora insistía para que lo hiciera.

Su madre estaba muy preocupada, desde que la pequeña había perdido a su padre no levantaba cabeza y no tenía ilusión por nada, por lo que decidió llevarle a pasar unos días junto a sus abuelos paternos.

—Mami, echo mucho de menos a papá–comentó Elisa.

—Yo también, cariño.

—No creo que tanto como dices.

—Vida mía, ¿por qué lo dices?

—Porque se te ve muy agusto con Paco, mami.

—Somos buenos amigos, pero eso es independiente de que lamente la muerte de tu padre.

—Vale, lo que digas, mamá.

—Mi vida, te lo digo en serio. Este fin de semana vamos a casa de tus abuelos.

—¿Los que viven en la playa?

—Sí, hija mía.

La niña se encogió de hombros sin mostrar demasiado entusiasmo. La mujer confiaba que con ese viaje, su pequeña recobrara parte de esa alegría.

Elisa se encerró en su cuarto viendo fotografias antiguas de su padre en la playa. La muchacha sentía una gran compunsión en su corazón y su alma tenía un hueco tan grande, que nada era capaz de llenar la muerte de su padre; le había dejado un vacío demasiado grande.

Elisa se puso a llorar, su madre llamó a la puerta, pero no obtuvo respuesta.
La mujer se dirigió a la cocina y preparó dos tazas grandes de chocolate caliente con unos churros caseros.

—Hija, ábreme, que traigo un rico chocolate con churros.

—Mami, ¿te has acordado que es lo que me preparaba papá cuando estaba triste?

—Claro que sí, cariño.

Elisa abrió la puerta de su cuarto y junto con su madre, estuvo recordando algunos instantes vividos junto a su padre.

La melancolía se apoderó de la niña que volvió a llorar emocionada por los bellos momentos que habían rememorado juntas. La chica tranquilizó a su hija.

—Mami, gracias por escucharme y recordar a papi conmigo.

—Hija mía, es lo normal y siempre lo haré.

—Creo que a papá le gustaría que fueras feliz.

—Pero contigo ya lo soy.

—Me refiero que si das una oportunidad a Paco, no le importaría.

—Te he dicho que somos amigos, además quiero a tu padre.

—Lo sé y siempre lo harás, pero tienes derecho a rehacer tu vida si lo deseas, tan sólo te pongo una condición—dijo Elisa poniendo los brazos en jarras.

—Dime, hija mía.

—Que nunca olvides a papá.

—Eso nunca pasará.

Madre e hija se volvieron a fusionar en un abrazo.



Todos los derechos reservados.
Sonia Crespo ®
Foto tomada de pixabay.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario

Feria del libro de Vicente López

 ESTAREMOS ALLI CON LOS LIBROS. NOS ENCONTRAMOS!