Una encuesta realizada por una empresa consultora
alemana, dio como resultado que en Argentina se leen más libros que en Alemania
y Francia. Entonces: ¡a leer!
Recuerdo cuando
mi maestra de primer grado, me hizo leer las primeras páginas de mi libro
nuevo. Yo había aprendido a leer, antes de comenzar el colegio, cuando mi mamá
me llevaba con ella al centro a trabajar. Leía los carteles en las estaciones
de subte, en la calle, en el tren. Así fui de a poco, aprendiendo las letras y
a hilvanar oraciones simples.
Una tarde de
otoño, la maestra me llevó aula por aula, para hacerme leer, no recuerdo qué
cosa de aquel libro, y tomando la hoja por la parte superior con la mano
derecha, y sosteniendo el libro con la izquierda (cosa que no vi hacer jamás a
otra persona, a menos que sea un especialista), leía una y otra vez delante de
los alumnos de primaria.
No me gustaba
estar al frente del aula. Mi timidez era muy grande pero no me quedaba opción.
Luego de haber
leído por años infinidad de textos, apuntes, cartas y todo tipo de información
que me interesó, descubro que no todos los chicos leen lo suficiente . El
hábito de la lectura, ya sea digital o en papel, fue mermando con el paso del
tiempo. Si bien muchos adolescentes disfrutan de literatura fantástica, muy de moda
en estos tiempos, la falta de lectura es notable. Esto trae aparejados
problemas de fluidez en el vocabulario, falta de imaginación y contacto pobre a
la hora de una charla frente a frente. Con esto no quiero generalizar, ya que
hay excepciones, pero la lectura forma y no sólo eso, hace que nosotros muchas
veces nos sintamos parte de ella.
Leí por ahí que
un libro nos permite escapar de las tensiones cotidianas, y varios otros
beneficios reales para nuestro bienestar. Perdernos en un libro y hasta llegar
a creernos parte de él, frena el deterioro cognitivo, mejora el sueño y hasta parece
que cuanto más fuertes son las habilidades iniciales de lectura de una persona,
más inteligente es.
Por todo esto,
sugiero que al menos se lea por 6
minutos -ya sea un periódico o un libro- para reducir el ritmo cardíaco y la
tensión muscular.
Tal como
decía Cervantes: “"El que lee mucho
y anda mucho, ve mucho y sabe mucho."
Silvia
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