LLEGA DICIEMBRE Y LA NAVIDAD ESTA CADA VEZ MAS CERCA. AQUI COMPARTIMOS LOS ESCRITOS RECIBIDOS POR LA CONVOCATORIA.
ESPERO QUE LOS DISFRUTEN Y ¡GRACIAS A QUIENES SE ANIMARON!
NAVIDAD
Cruje en el hogar la leña que se quema.
La casa se cubre con su lumbre y su calor.
A lo lejos se oyen los cascabeles que cuelgan de los lomos de los
renos.
La campana de Papá Noel anuncia su visita.
Las luces titilan bajo la noche y la Navidad se aproxima dando
galopes.
Todos duermen en el pueblo.
Y yo observo, a través de mi ventana, bajar a los ángeles
entonando sublimes melodías.
DÉBORA EDELGARD WEIGERT
En “De la mano de Alfonsina” – Antología Taller Literario 2024
Palpalá – Jujuy
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Navidad en mis ojos.
Cuando cierro los ojos y pienso en Navidad, vienen a mí, los aromas de la infancia.
El patio de la casa de Floresta, la brisa cálida con olor a naranjos, mandarinos, jazmines y
pan dulce recién hecho.
La voz risueña de mi abuelo que animaba con sus historias y su música; su bandoneón y su
pasión por la vida.
La calidez de mi abuela que iba y venía y no paraba; la anfitriona ideal que cocinaba todo el
día con su sonrisa eterna y tenía manos mágicas para hornear lo que sea.
Navidad es la alegría y la paz de ese hogar que ambos habían construído.
Me gustaba estar con ellos, los amaba...aún los amo.
Navidad es el jueguito de té y la muñeca vestida de Hada.
Navidad es estar hoy con mi hijo y mis afectos.
Navidad es el Niño Jesús en el Pesebre que vive y vivirá por siempre en mi corazón.
Navidad es eso...Luz, Paz y Amor.
Gabriela C. Lepanto
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¿QUÉ ES NAVIDAD?
Navidad es nacimiento
del Rey de los hombres,
que trae luz y paz,
para los vivientes
de un mundo carente.
Es encuentro en familia
de hombres y mujeres,
de niños y ancianos,
de gente que llega de lejos,
para saludarse con otros hermanos.
Es día de fiesta, de luces,
de risas, de ricas comidas;
donde los rencores que amargan la vida
se van disipando,
sin dejar heridas.
¡Qué bueno sería
prolongar en el tiempo
esa algarabía!
Qué reine el perdón y el amor sincero
y poder decirnos: hermano, te quiero.
Cuando lo logremos
nos daremos cuenta,
que no es ni el poder ni el dinero,
sino las pequeñas cosas,
las que nos darán un vivir placentero.
Olga Fausón
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Deseos
No te pierdas entre la muchedumbre,
ni en la locura terrenal.
Deseo la simpleza de verte,
leerte o escucharte.
Deseo buenos tiempos.
Salud.
Ana Di Risio
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Moriste con música navideña
24 de diciembre 1990
Este 24 de diciembre, es un día de muchos recuerdos, que me
partieron mi vida en dos.
Hace muchos años, mi padre falleció a la 1pm, sonaba música
navideña. Él no quería que nadie pasara tristezas en este
acontecimiento, sobre todo mi madre.
Él nos decía que era un acontecimiento para bailar cuecas y vestirnos
de rojo.
El hospital, a petición de la familia, no apagó la música navideña y
todo transcurrió sin el característico y triste luto, mi madre de lila, yo de
blanco igual mis hijas y los hombres vestidos mas formal.
No, no estoy triste.
LULU (Luisa Villalobos)
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Carta a María
Montevideo, 8 de diciembre de 2024
Mi querida María
¡Aquí estoy!, hoy ocho armando el árbol. Un gran triángulo en indeleble
día.
Sin ser librado al azar, y con certezas, aclamo a los cuatro vientos: es el
elegido para un nacimiento memorable.
Nacimiento envuelto en sábanas mezcladas de historias cristianas, o paganas,
de tradiciones humanas, mandamientos, y dioses navegantes entre Saturno y
el Sol. De pañales de mayo, septiembre, octubre, o diciembre.
Dudas… confusiones y dudas.
Tu fortaleza es extraordinaria y a mí nada me nubla el entendimiento. Le
preparo villancicos sonoros con alabanzas encendidas de un brillo especial.
Con la luminosidad digna de un humilde Salvador.
Entre pinceladas de amor y paz, y de elixires olientes a gardenias y
jazmines, florecen infinitos sentimientos de Nochebuena y Navidad, que el 24 y
25 de diciembre esperan por cada uno y por toda la humanidad. A mi pino lo
envuelven el verde, el rojo, el azul, el plata y el oro, en serpentinas de
fortalezas, amor, reconciliaciones, agradecimientos y alabanzas, nacidas de
ramas perennes con sellos de vida eterna.
Con inmensurable amor,
Karen Zapphire
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Pesebre sagrado
Brilla la estrella de Belén
del cielo se oye el coro de ángeles,
unámonos con villancicos
junto al pesebre sagrado.
Conservemos el espíritu navideño
recordando a nuestros antepasados,
sabemos que en otro amanecer
volveremos a encontrarnos.
Que sea una fiesta de esperanza
dejemos que vuelen los sueños
y en un abrazo de paz
las almas se entreguen plenas.
Que se escuchen las campanas
replicar por todo el mundo,
que en esta Navidad venidera
brindemos por un mundo nuevo.
Noemí Rubiano
Embajador Martini ICP La Pampa
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UN CUENTO DE NAVIDAD
Es Navidad. Tom Waits desgrana “Closing Time” mientras leo “Sí, ya me acuerdo...” las memorias de Marcello Mastroianni. Poco a poco me invade esa especial tristeza que me anuncia que debo parir, que necesito escribir. Tomo este papel y esta lapicera. Pero no hay palabras, nada viene a mi cabeza, más que los mensajes en tono menor de todo el resto de mí, que contrapuntean a “Closing Time”.
Me haría falta - pienso - un amigo, como el entrañable personaje de “Cigarros”, que me contara un cuento para poder escribir. Un cuento sencillo, de personas comunes, pequeños ilusionistas que mienten de puro buenos, que no son héroes ni quieren serlo, pero saben cuando es el momento de tener un gesto de santidad. Saben cuando - como dice Tom - hay ocasión de hacer “un pequeño viaje al Paraíso”.
Pero no, no tengo ese amigo. No lo tengo ahí, en ese momento. Estoy solo, “lonely”. Y nada indica que vaya a dejar de estarlo en las próximas horas.
Tampoco tengo a Marcello, ni a su profesor Sinigalia, ni a su profesor Pereyra; ni a Federico, su ilusionista preferido. Ni a Jorge Luis, el nuestro. Ni a tantos otros... Tom canta y
Marcello recuerda, pero nadie me cuenta un cuento de Navidad.
De repente, como despertándome de un sueño, creo escuchar el timbre. Embargado por mis turbulencias, trato de ignorarlo. Vuelve a sonar. Ahora, como entrando en un sueño, me incorporo, voy hasta el portero eléctrico, levanto el auricular y escucho una voz de mujer que dice suavemente:”Señor, por favor...” Algo hizo que esas palabras me impidieran hacer lo que muchas veces hago: dar una excusa y colgar, harto de molestias de todo tipo. Le pedí que esperara y me encaminé hacia la puerta . Abrí y me encontré con una especie de pietá aborigen: una mujer joven, casi adolescente, con un chico en brazos, del color de la tierra, como ella, me extendió su mano en silencio. Recordé que “tenía que escribir ese cuento”; que no tenía dinero encima; que con ese calor tendría que entrar y volver a salir. La mujer pareció adivinar mis titubeos y me dijo con una extraña voz que parecía no ser de ella: “Señor, si yo fuera María y esto fuera Belén...Qué haría usted?”
Atontado y casi sin darme cuenta, la hice pasar. En silencio nos sentamos a la mesa, y,como un José nuevamente adoptado, los atendí. Les dí de comer y de beber. No hablamos una palabra. Luego, besé al niño en la frente, puse un pequeño presente en su breve mano y tomando a la mujer suavemente del brazo los acompañé a retomar su camino. Me saludó desde lejos y yo volví. Volví en mí, podría decir.
Tom y Marcello seguían ahí, acompañándome. También la tarjeta que me había enviado mi hijo: “El nacimiento de mi hijo me ha hecho entender todo mejor. Muchas gracias.” Levanté la copa y brindé. Brindé por mí mismo. Por la enorme fortuna de tener a mano a Tom, a Marcello, a María y a mi hijo, cosas que no todos tienen, aunque sufran la misma soledad.
Usted, doctor, tiene casi mi edad y me va a entender. En realidad, debo disculparme:nunca tuve intenciones de ser su paciente. Lo mío es incurable. Y el paliativo ya lo tengo: es éste.
Estoy acá sólo porque sé que usted escucha .Y no tenía a quién contarle mi cuento de Navidad...
©Rolando Martiñá
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PRESENTES