viernes, 20 de diciembre de 2024

Escritora invitada: Susana Grimberg

 Las notas y el mérito detrás de lo logrado.

                                                                    “Mezquina cosa es la buena suerte. Su falso                                                                         parecido con el verdadero mérito engaña a los                                                                         hombres.” Víctor Hugo






Vuelvo a recordarles que, desde que en educación, el tránsito de la exigencia extrema, a lo liviano, divertido y rápido, el gusto por el esfuerzo, el sacrificio, y los grandes objetivos que movilizaron a toda una generación comprometida con un mundo mejor, por otra que, al decir de Zigmund Bauman, opta por lo rápido, lo superficial, lo líquido, actitud incentivada por los mismos padres, maestros y el gobierno actual, el rechazo a las evaluaciones por prte del gobierno anterior al actual, , a mi parecer, forma parte de esta cuestión.

De todas maneras, no es fácil de entender el motivo de tanto rechazo a la nota o de tanto rechazo a ser evaluado por el otro.

El que acepta ser evaluado por otro, remite no sólo a la aceptación de la alteridad sino a que hay otro que simplemente, sabe más, siendo el motivo que lo autoriza a evaluar.
Como muchas veces, busqué el término nota en el Diccionario Etimológico de Joan Corominas y encontré que deriva del latín y que significa mancha, signo. También que de él deriva señalar, escribir, anotar, notable y notarius, (secretario). Más tarde, connotar, denotar que quiere decir: significar, indicar, anunciar, señalar.

Entonces, la nota es un signo, una señalización y no mucho más que eso.
Así como en música, la nota es un sonido determinado por una vibración cuya frecuencia es fundamental, la nota, en educación, también produce una vibración en el interior del alumno que será mayor o menor según cuánto y cómo haya estudiado y el vínculo con el docente. Vibración o emoción que suele ser agradable cuando la evaluación estuvo acorde con el esfuerzo realizado.

Por otra parte, es necesario, tanto para los docentes como para los padres, de una clara exigencia para estudiar además de propiciar en el otro y en los hijos, el interés por saber. Para lograrlo, es fundamental el ejemplo que los padres dan.
Para partir de lo conocido a lo por conocer, están los padres y los maestros y no se necesita más que el deseo de saber, intrínseco al sujeto.
El gusto por el estudio, el placer que despierta poder acceder a nuevos mundos, el de la historia, el de los descubrimientos y de las matemáticas como herramienta para comprender, de veras, el funcionamiento del mundo.
Para alcanzar ciertos conocimientos, se necesita de condiciones de tranquilidad para poder pensar, de tiempo para profundizar lo que se está estudiando además del esfuerzo necesario para cumplir con lo deseado y en cuarntena prolongada, teniendo los padres que cumplir la función docente, es de una exigencia extrema porque no es una actuación, no es hacer como si fueran maestros, es intentar serlo cumpliendo las funciones que hace el docente.

Los hijos necesitan poder desarrollar la aplicación al estudio, la pasión por saber, la necesidad de esmerarse para alcanzar una meta y, no es sin la ayuda de los padres que esto puede ser posible.
Por otra parte, si bien, coincido con lo esencial de la nota, no descarto la importancia de poder divertirse al comienzo o durante el transcurso de una clase.

“Debes comenzar la lección con una broma; deja que los estudiantes rían un poco. Luego, sigue adelante seriamente”. Talmud

Suavidad y firmeza, por parte de los padres, además de no retroceder en cuanto a la importancia de estudiar, debería ser una consigna.

Los vínculos afectivos basados en el buen trato favorecen que los hijos, al mismo tiempo que entretejen lazos con el medio, pueden desarrollar el sentimiento de pertenencia a la familia, a la comunidad y a toda la sociedad. Como sostuve en mis notas anteriores, tradición y transmisión tienen la misma etimología y ambas remiten a trasladar, transportar, transferir ideas, principios, sentimientos a través de las generaciones, la exigencia de los padres a estudiar debe mantenerse siempre.

La meritocracia
Como últimamente mucho se está hablando, incluso de un modo despectivo de la meritocracia, voy a intentar conceptualizar le cuestión.
La meritocracia (proveniente del latín merĭtum ‘debida recompensa’, a su vez de mereri ‘ganar, merecer’; y el sufijo -cracia del griego krátos, “poder, fuerza”.

Es decir, es una forma de gobierno basada en el mérito en el que hay un predominio de valores relacionados con la capacidad individual.
La meritocracia es el gobierno de aquellos que llegan al poder por sus méritos o talento, conocimientos técnicos y habilidades profesionales. También se dice de una sociedad u organización en que el estatus e ingresos se asignan con base en el esfuerzo y no por nacimiento, parentesco u otro tipo de preferencias. Tampoco por pertenecer a un partido político.

Un modelo meritocrático es un ideal de organización social que tiende a promover a los individuos en los diferentes cuerpos sociales: escuela, universidad, instituciones civiles o militares, mundo del trabajo, administraciones, estado, etc. según su mérito (aptitud, trabajo, esfuerzo, habilidades, inteligencia, virtud) y no según su origen social (sistema de clases), riqueza o "amiguismo").

Por extensión, «meritocracia» hace referencia a la selección social o jerarquización social por la valoración de un tipo de méritos (meritaje) para el desempeño de puestos de gobierno, laborales, económicos y sociales.

Los primeros indicios de este mecanismo se remontan a la antigüedad.

En la Grecia antigua, la República ideal de Platón es un claro ejemplo de meritocracia.
En China. Confucio y Han Fei son dos pensadores que propusieron un sistema meritocrático. También Gengis Kan y Napoleón Bonaparte; cada cual utilizó en su vida y en la política, elementos de la meritocracia.
La palabra meritocracia apareció, por primera vez, 1958 en el libro Rise of the meritocracy, de Michael Young. Allí, la historia la trataba como una sociedad futura en la cual la posición de una persona era determinada por el coeficiente intelectual y el esfuerzo. Y mérito significaba habilidad, inteligencia y esfuerzo.

La meritocracia es el gobierno que proporciona mayor eficiencia que otros sistemas jerárquicos, dado que las distinciones no se hacen por sexo o raza ni por riqueza o posición social, entre otros factores biológicos o culturales.

El mérito del esfuerzo individual se entiende como un criterio más justo que otros para la distribución de los premios y las ventajas sociales asociadas.
En síntesis, conforme a lo que el sufijo -cracia indica, la meritocracia es un sistema de gobierno basado en la habilidad (mérito) en vez de en la riqueza o posición social. En este contexto, mérito significa inteligencia y esfuerzo.

Los gobiernos meritocráticos se caracterizan por enfatizar el talento, la educación formal y la competencia, en lugar de las diferencias existentes como clase social, etnia o sexo.

Estados meritocráticos

En la meritocracia, los funcionarios estatales son seleccionados para sus puestos de acuerdo con su capacidad (a través de concursos, por ejemplo). Comúnmente asociada a los exámenes de ingreso o evaluación en las escuelas, no hay discriminación entre los alumnos en cuanto a las preguntas o temas propuestos. Así, la meritocracia indica posiciones conseguidas por mérito personal.

Aunque la mayoría de los gobiernos están basados en parte en la meritocracia, esta no se expresa de forma pura en ningún lugar. Gobiernos como el de Singapur o el de Finlandia utilizan estándares meritocráticos para la elección de autoridades.
En Ecuador fue creado el Instituto Nacional de la Meritocracia, adscripto al Ministerio de Relaciones Laborales.

A pesar de su intento de aplicación en diversas partes del mundo, muchos investigadores consideran la meritocracia como una redistribución de las oportunidades.

La China imperial y la meritocracia
En la China antigua existía un sistema de exámenes imperiales para la selección de los mandarines.
Los estudiantes profundizaban las obras clásicas más antiguas atribuídas a Confucio (551 - 479 aC), quien supo privilegiar la enseñanza para la formación del hombre bueno, destinado a servir al Estado.
El método, utilizado por ejemplo en la Academia Hanlin, era meritocrático en principio y consistía en la selección de "talentos" más por el esfuerzo personal que por el origen social de los candidatos.
Este sistema, generalizado en el siglo XIV bajo la dinastía Ming para luchar contra la aristocracia, fue abolido en 1905, hacia el final de los Qing. Algunos investigadores sostienen que el método habría inspirado directamente la introducción de "los procedimientos psicológicos para la selección y evaluación de los funcionarios en Inglaterra y otros países europeos".

En Francia, los nombramientos por concurso en el servicio público y en las grandes écoles, se inspira en el sistema de exámenes imperiales, traídos de China por los jesuitas, que lo habían adoptado en sus escuelas.
De 1704 a 1711, Voltaire que fue estudiante en los Jesuitas, en el colegio Louis-le-Grand, escribió en 1770:
"La mente del hombre no puede imaginar un gobierno mejor que el de China, donde todos los poderes están en manos de una burocracia cuyos miembros han sido admitidos después de exámenes muy difíciles"; "China es un país que premia la virtud y alienta el mérito: un campesino honesto y pobre se hace mandarín".
Quiero concluir con este pensamiento de Ayn Rand:

“El símbolo de todas las relaciones entre esos hombres, el símbolomoral del respeto por los seres humanos, es el comerciante. Nosotros, los que vivimos según valores, no saqueos, somos comerciantes, tanto en lo material como en lo espiritual. Un comerciante es alguien que gana lo que obtiene y no da ni toma lo inmerecido. Un comerciante no pretende que se le pague por sus fracasos, ni que se lo ame por sus defectos. Un comerciante no despilfarra su cuerpo como si fuera forraje, ni su alma como si fuera limosna. Así como no entrega su trabajo excepto a cambio de valores materiales, tampoco entrega los valores de su espíritu –su amor, su amistad, su estima– como no sea en pago por virtudes humanas, en pago por su propio placer egoísta, que él recibe de hombres a los que puede respetar. Los parásitos místicos que a través de las épocas han denigrado a los comerciantes y los han mantenido en el oprobio, al tiempo que brindaban honores a los pordioseros y saqueadores, siempre tuvieron claro el secreto motivo de sus burlas: un comerciante es la entidad a la que temen: un hombre justo.”
Y con este pensamiento de Albert Camus:

“El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo.”

Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.

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