martes, 13 de octubre de 2015

RELATO:Como los pájaros




Llevame atada a tus manos. Como aquellos once pájaros silvestres que te acompañaron en tu partida.
Llevame atada a ese manojo de libertad, la misma que proclamaste cuando decidiste partir.

Te despediste de tu flor, de aquella que creía ser la mejor, la más bella, la soberbia y engreída.
Como me gustaría estar en ese cielo, que te acompañaría eternamente.
Porque creo que estás ahí, en el cielo, ese que jamás te abandonó. El mismo que fue tu copiloto cuando llevabas sobres marrones a sus destinos.
Quién sabe cuántos mensajes habrás llevado, cuántas noticias, cuántos regalos.

No quiero nada como herencia. Solo que me ates a los hilos de tu imaginación y me remontes a ese cielo.
Quiero abrir mis alas, rozar con ellas la brisa de un día pleno de sol. Abrirlas y cerrarlas, aletear sin rumbo, donde quiera que vayas.

Quiero cerrar los ojos y despertarme en el mismo desierto que aterrizó tu avión. Ahí, donde conociste al príncipe feliz, el que siempre preguntaba.
Quiero limpiar volcanes, hacer cuentas, domesticar zorros y encender faroles. Quiero subirme a lo alto de una montaña, y jugar con el eco. Repetir una y otra vez que lo esencial es invisible a los ojos, que algunos volcanes parecen extinguidos pero hay que cuidarse de ellos…

Me gustaría conseguir una píldora para ahorrar cincuenta y cinco minutos de mi vida, y correr hacia una fuente para beber el agua cristalina.
Quiero escuchar el canto de la roldana cuando sube el balde y asoma el agua fresca en medio del desierto.
Treparía a pared, así no me alcanza la serpiente que habla, la que desaparece ante el más insignificante ruido.


Quisiera saber si el cordero se ha comido la flor, si por fin el zorro fue domesticado, si sigue solo el hombre vanidoso, si seguirá dando órdenes el rey sin súbditos…
Atame a tu manojo de pájaros. Súbeme a tu avión desvencijado y colócame tu bufanda, a veces, hace frío.
Despegá en la pista imaginada, esa misma que utilizaste cuando partiste aquel año, sin saber que jamás regresarías.

Invitame un café, en tu buhardilla de la Galería Güemes, y asomémonos por el mirador, para ver la costa de Colonia.
Contame de Consuelo, del ese amor, de esa mujer…de tu rosa, y de sus volcanes nicaragüenses, los mismos que dibujaste en el libro.
Mostrame tu medalla de honor, dibujame un sombrero, que en realidad no era.
Arranquemos juntos los baobabs, caminemos por el desierto, con agua en los bolsillos.

Olvidemos ese mes de julio, donde jamás te volvimos a ver, y embarquémonos en otro viaje, pero no por el Mediterráneo, el eterno, el que nos mantenga siempre en el aire. Vos más que nadie, sabés que caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.

Me pregunto si habrás encontrado tu estrella, esa que te ilumine y sea propia.


Te invito a que ates mis manos a tus pájaros. Prometo no volar muy lejos. Prometo, eso sí, hacer lo que dijiste, en caso que algo suceda,dejar una nota escrita en casa que diga : Si alguna vez no vuelvo, no me llores. “ y agregaría, “Estoy con Antoine, si, el del Principito, volando en su avión, ¿viste que los sueños se cumplen?”

Silvia

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