Cae el sol.
La arena se torna dorada
y las aguas se acercan.
Una suave brisa revela
la tormenta.
A lo lejos
las nubes discuten por
pertenencia
y se amontonan sobre la
cabeza plateada de la luna.
Corre por mi piel
una atrevida sensación
de frescura
que no se detiene.
Ahí parado detrás de mi
sombra estás tú,
abriendo los brazos para
cercarme plena,
para convertirme en luz,
para encender las velas
de la noche
y una vez más, ser parte
del paisaje, juntos.
Silvia
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