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Piedad,
por favor, fíjese adentro si está todo en orden antes de irnos. Recuerde que
hasta el verano no volvemos y no quiero dejar nada fuera de lugar.
Ya había recorrido el enorme jardín de
la quinta y revisado todos los rincones. El portón del galponcito estaba con
candado y las ventanas del quincho cerradas.
Volvió a pasar por el garage. El auto
gris ya estaba en marcha con el tanque lleno, para no perder tiempo en el
viaje. Controló las cubiertas y el agua. Pasó un trapo al parabrisas y lo secó.
Vencido por el cansancio, se frotó los ojos y se puso los lentes.
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Vamos,
no se quede ahí, suba al auto que ya es tarde. Quiero llegar antes del
amanecer.
La barrera de la salida se abrió y salieron a la calle. Dobló por la
colectora. El sonido del teléfono lo sobresaltó. Unas cuadras más adelante,
tuvo que bajarse del auto para secar la sangre que chorreaba del baúl.
Seguramente, Piedad, no había envuelto y atado como corresponde los dos
cuerpos.
Silvia
de "Abraxas"
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