viernes, 1 de septiembre de 2023

Una historia de amor de alta sociedad

 EL MATRIMONIO MAS ESCANDALOSO

El título es irónico hoy en día, pues esta historia ya tiene alrededor de un siglo, cuando los códigos sociales de convivencia eran otros y además muy estrictos. Sucedió en la antigua y opulenta ciudad de Buenos Aires, los protagonistas eran libres, talentosos, románticos y muy conocidos, una historia muy particular de cómo cada uno decidió su vida.


Él, Máximo Marcelo Torcuato de Alvear Pacheco (Buenos Aires, 1868 – Don Torcuato, 1942), aristócrata, mujeriego, millonario, el soltero más preciado de la alta sociedad y futuro presidente de la República Argentina por el partido Radical.
Ella, Regina Pacini Quintero (Lisboa, 1871 – Buenos Aires, 1965), portuguesa, diva, una de las cantantes líricas más celebradas de su época.
Luego de perseguirla durante ocho años por todos los teatros de Europa, Alvear recibe el sí y se casan, en soledad, en 1907 en Lisboa luego de ella haber abandonado su carrera artística para siempre.

El escándalo en la alta sociedad argentina fue mayúsculo, se suponía que si a Torcuato le gustaba Regina debía tomarla como amante, pero jamás como esposa.

Poco antes de su casamiento, la mayoría de las personas de su clase social había firmado un telegrama que enviaron pidiéndole que no cometiera semejante locura. Todo fue inútil. Imaginen Uds., Alvear era codiciado por tres bellas y multimillonarias herederas de las familias Peña, Anchorena y Álzaga y que de repente venga una extranjera no muy alta, no muy bella y encima artista y les robara el niño de oro… fue demasiado.

Pero este hombre tanto la amaba que, en una ocasión, teniendo que actuar Regina en el teatro Nacional de San Carlos en Lisboa, su propia ciudad, Marcelo le preparó una sorpresa.
Al salir a escena Regina notó un silencio total y al levantarse el telón vio la sala completamente vacía, su desconcierto fue tremendo, en ese momento aparece Marcelo en el palco principal volcando un canasto lleno de entradas a la vez que le decía su famosa frase: “Hoy cantas sólo para mí”. En secreto, con la complicidad del personal del teatro, había comprado la taquilla entera.
El regalo de bodas del novio fue una casa de campo al costado de la ruta en Yvelines, a 10 km de Paris. Tras una prolongada luna de miel por Europa regresan a Buenos Aires, ya establecidos, las “señoras bien” jamás invitaban a Regina a sus residencias y en las reuniones sociales evitaban hablar o cruzar un gesto con ella. Regina todo lo soportó.

Por su parte la familia de Regina, especialmente su madre regente de la carrera de su hija y principal beneficiaria, odiaba a Marcelo Torcuato ya que, según ella, le había hecho abandonar su brillante carrera lírica. En realidad, el ritmo frenético que significaban los ensayos y los viajes, contribuyeron a desgastar a la diva, ella era delicada, retraída y necesitaba paz. A Regina también le habían llovido propuestas matrimoniales de magnates alrededor del mundo que ella rechazó, pero esta vez fue diferente.
Alvear era un niño malcriado, cuando sereno era todo un caballero, culto y hábil parlanchín, pero cuando algo no le gustaba o lo contradecían, por más insignificante que sea el motivo, se tornaba agresivo y era muy mal hablado.

Y de todo esto, lo que más furioso lo ponía era que menospreciaran a su esposa. En cierta ocasión, en una reunión de gala, Marcelo notó que un grupo de damas distinguidas le estaba haciendo el vacío a Regina quien se hallaba sentada en un rincón sola, entonces se puso de pie como una tromba y dijo en voz alta, para que lo oyera el resto: “Vení, Regina, que a éstas yo ya les levanté las polleras”. Esta frase en ese nivel y en esa época era de una furia desbordada.

Entre muchas excentricidades que cometió Marcelo, sin duda, la mayor fue afiliarse al partido Radical, enemigo absoluto del partido Conservador al que debía pertenecer por su posición social.
Vivieron juntos durante 35 años y no tuvieron hijos. En marzo de 1942, Marcelo, muere víctima de un ataque al corazón en Villa Elvira en Don Torcuato. Regina siempre estuvo a su lado, lo había amado desde aquella noche en que le había llenado el camarín del teatro Politeama de Buenos Aires con rosas rojas y blancas.

Durante el velatorio de su esposo, la troupe distinguida que la había tratado con indiferencia se acercó a saludarla, al recibir las condolencias Regina no contestaba, sólo los miraba fijo hasta que bajaban la vista y se retiraban. En público siempre dio clase de sobriedad y distinción.
Regina sobrevivió a su marido 23 años y siempre estuvo a su lado, no era raro verla sentada meditando largos ratos, en uno de los bancos de la bóveda de la familia, en el cementerio de Recoleta, luego de haber depositado flores frescas.

Ella fallece en 1965, dejando su mayor legado: La Casa del Teatro. Monumental edificio, donde viven sus últimos años actores ya retirados faltos de recursos, fue construido con su propia fortuna, en la que invirtió parte de sus posesiones y toda su colección de joyas. Todo el aprecio que le negó la alta sociedad argentina lo compensó con el cariño que le tuvo el pueblo argentino y ella jamás renegó de sus colegas artistas.
Inolvidable Primera Dama Argentina.

Fuente de las fotos: AGN – Internet
Fuente escrito: Argentina de Antaño

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