viernes, 18 de octubre de 2024

Escritora invitada: Susana Grimberg



¿De qué hablamos cuando hablamos de estrés?

“Cuando reflexiono sobre todas estas preocupaciones, recuerdo la historia del hombre viejo que antes de morir dijo que, a lo largo de su vida, se había preocupado por muchas cosas, de las cuales la mayoría nunca pasó."
Winston Churchill





Decidí parafrasear a Carver con el título de su obra ¿“De qué hablamos cuando hablamos de amor?” por la importancia del stress y de la falta de amor o lo inenarrable de amor en nuestro tiempo.
La ansiedad y el estrés son fenómenos que afectan considerablemente al hombre moderno, tal es su relevancia en la actualidad, que son consideradas las principales enfermedades del Siglo XXI.

No es una novedad el stress sólo que, por el tipo de vida de tan exigente en cuanto tener que responder a todo, ha ido incrementado.
La extensión de la cuarentena obligatoria en la Argentina la convirtió en la más exigente y la más extensa en el tiempo, lo que ha hecho que muchas personas hayan caído en una situación de stress. Y digo caer porque es una caída sin límites por la incertidumbre, el nerviosismo y la angustia de cada uno.

Justamente, respecto de la incertidumbre, el sociólogo Zygmunt Bauman, en El arte de la vida (Paidós), dijo, que el stress lleva a perder, “la esperanza de escapar de la incertidumbre” y, que "la felicidad genuina, verdadera y completa siempre parece encontrarse a cierta distancia. Como un horizonte que sabemos que se aleja cada vez que intentamos acercarnos a él".

Para el autor del texto, bajo la premisa de que la realidad líquida es un nuevo estadio social donde las condiciones de vida se encuentran marcadas por la incertidumbre y donde ya nada es para siempre. Según esta reflexión, Zygmunt Bauman analiza los pormenores de una sociedad que ha transitado de la producción al consumismo extremo, destacando que esta mudanza erosiona cualquier intento de cohesión social.

En la sociedad de consumidores nadie puede convertirse en un sujeto sin antes convertirse en producto, y nadie puede preservar su carácter de sujeto si no se ocupa de resucitar, revivir y realimentar a perpetuidad en sí mismo las casualidades y habilidades que se exigen en todo producto de consumo.

El sociólogo judío, de origen polaco, planteó entender la diferencia entre lo sólido y lo líquido en los siguientes términos:

1) Los fluidos se desplazan con facilidad, fluyen, se derraman, se desbordan, salpican, se vierten a diferencia de los sólidos, no es posible detenerlos fácilmente-
La alegoría planteada por Bauman se basa en las cualidades de los estados sólido y líquido. “Mientras los sólidos tienen una resistencia a la separación debido a la cohesión de sus moléculas, los líquidos no conservan su forma, se adaptan al lugar que las contiene: no se fijan al espacio ni se atan al tiempo”. como lo advierte el propio autor.

Pormenores del Siglo XXI

El sujeto humano, al comenzar este milenio, ha quedado expuesto a nuevos síntomas, que hoy llamamos stress pero que, a mí parecer, se trata de la neurosis de angustia que, en situación de encierro, se ha incrementado. Y poco importa si el fundamento es evitar que el coronavirus haga estragos en la gente porque lo que está enfermando a la gente es, también, la falta de credibilidad de quienes gobiernan al país. Aprovechar estos momentos de temor para cometer los mismos errores, desacreditan a aquél o aquellos en quienes se depositó una cierta confianza.

Es grave también el encierro cuando la publicidad sugiere correr o calmar el vacío existencial con las fórmulas mágicas que la ciencia inventa.

Sin ir más lejos, el mundo publicitario, le indica al hombre moderno que si no corre no alcanza. Pero ¿qué es lo que el hombre encerrado o preso en su casa, debe alcanzar? La sola pregunta genera estrés.

Concretamente: ¿qué es el stress?

El estrés o stress, del latín stringere 'apretar' a través de su derivado en inglés stress “fatiga de material”, es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.

Sigmund Freud, en Etiología de las neurosis, más específicamente en las neurosis de angustia, se refiere a lo que hoy llamamos stress. Él considera como causas concurrentes: emociones fuertes, agotamiento físico, insomnio, somnolencia, enfermedades agudas, intoxicaciones, accidentes traumáticos, surmenage intelectual aunque agrega que “el trabajo intelectual es un medio protector frente a una eventual afección neurasténica; justamente los trabajadores intelectuales más perseverantes son los que permanecen a salvo”.

Es conveniente saber que el estrés es un síndrome de alerta que prepara al organismo para una respuesta de ataque, o de huída, frente a una amenaza inminente. Es decir, aunque no lo creamos, está al servicio de poder defendernos de algo que debemos enfrentar.
Sin embargo, cuando esta respuesta defensiva es constante, se empieza a funcionar mal. Aparecen la dificultad para concentrarse, problemas de memoria, cansancio, angustia, ansiedad, taquicardia, temblor, mareos, síntomas que revelan una sobrecarga de tensión que pueden darse también en cuarentena. De todas maneras, depende de cómo cada persona interprete aquello con lo que debe enfrentarse: puede ser algo temible para un sujeto o un desafío para otro.

Hay distintas fases del stress:

1) Una fase de alarma es el momento de enfrentarnos con una situación distinta y, quizás, peligrosa por lo exigente, y que despierta ansiedad.

2) Una segunda fase de resistencia, en la que la gente se mantiene activa desestimando los síntomas de cansancio

3) Y una tercera fase de agotamiento porque al no disminuir las exigencias como por ejemplo del trabajo en la casa o, incluso en la creación artística, aunque lo que se realice sea una elección de vida, es probable que la amenaza de caer en las redes del stress también aparezca.

De todas maneras, pese a saber que en la vida cotidiana, es posible encontrarse con una sobrecarga inaudita derivada de diferentes situaciones estresantes hoy, por ejemplo, con los negocios cerrados ni los dueños ni los trabajadores pueden vivir como antes de la cuarentena. En realidad, la gente puede morir de un infarto solamente al comprobar que el trabajo de toda una vida, se derrumba.

Es que, aún en los agotadores momentos de la cuarentena exacervada , los problemas laborales, económicos, exámenes, discusiones con la pareja o con distintos miembros de la familia, el aumento de precios acompañado por la disminución de sueldos o directamente la falta de trabajo, demanda un gran esfuerzo de adaptación, generando conflictos con amigos y con uno mismo, incluyendo un gran desgaste en el organismo.

Es factible que cada uno de los factores mencionados, pueda llevar al agotamiento, a "no poder más", y este es una señal de haber caído en un estado de stress.

Sin embargo, no hay que olvidar que el stress le avisa al cuerpo que tiene que defenderse y esto es bueno, sobre todo en una situación de emergencia.
El problema es que es muy difícil afrontar la quietud y el ejemplo de Ana Frank no alcanza, porque la gente al no poder evitar el miedo, la ansiedad, la incertidumbre, cae en situación de stress.

La verdad es que, afortunadamente, se está rodeado de pequeñas situaciones novedosas, casi impredecibles, pero que en una sociedad en la que la palabra crisis se pronuncia diez o doce veces más que la palabra amor, tener todo bajo control, es una ilusión que se desmorona al sentirse frágil, vulnerable, “tironeado”, expuesto al estrés.
Por eso, es importante saber cómo funciona y escoger una buena estrategia de respuesta para sobreponerse a esta nueva epidemia del siglo XXI que es la del coronavirus. Otra estrategia es la de psicoanalizarse por Skape, whatsapp o simplemente por Internet. ¿Por qué lo digo? Porque hay cuestiones de la propia historia que pueden favorecer el malestar producido por la /las cuarentenas.

Quiero concluir con este pensamiento del filósofo y psicólogo estadounidense, William James (1842-1910), hermano mayor del escritor Henry James:

“La mejor arma contra el estrés es nuestra habilidad para elegir un pensamiento sobre el otro.”

Y con esta frase del médico, filósofo, teólogo y músico franco-alemán, médico en África y Premio Nobel de la Paz en 1952, Albert Schweitzer (1875, 1965):

“Para mí, la salud y el bienestar son más que el ejercicio, dieta o liberarse del estrés. Es un punto de vista y una actitud mental que tienes sobre ti mismo.”
Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y poeta.

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