La espera se tornaba
pesada. Nada distraía su atención al reloj que parecía detenerse para tomarse
un respiro.
Un silencio, otro y
luego el teléfono sonó. Por fin. Escuchó su voz del otro lado.
-
¿Todo bien?
¿Podemos vernos?
Todo lo que había
pensado decir había desaparecido de su cabeza.
-
¿Me oís?
¿Estás bien?
Su garganta estaba
cerrada de emoción. Había esperado mucho aquel momento.
-
¿Te parece
juntarnos a las tres?
Eso fue lo último que
oyó.
Se debían una larga
charla. Años de vida sin compartir, luchas , alegrías, decepciones, pero por
fin había llegado el momento del reencuentro.
Incierto todo. Nada
previsto. Se fundieron en un abrazo eterno. Miradas cómplices fueron la
compañía durante esa tarde.
Aun quedan muchas
historias por contar. Aún quedan miles de frases por decir. Ya habrá tiempo de
más encuentros, pero este, el primero en años, es el comienzo de una nueva
historia.
Silvia
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