MIRADA
El ojo, no, mejor digamos los ojos; tenían algo especial; no por ser verdes, azules, vivaces,
achinados, estrábicos o miopes; Quizás era, lo que apreciaban de las cosas y hechos, que
otros no eran capaces de apreciar o percibir.
Tal vez la mirada era como un espejo, que recogía; paisajes, sucesos, colores, destellos,
inapreciables para otros observadores. Algunos dicen que los ojos son el espejo del alma,
pero en nuestro caso, estos ojos, no delataba lo esencial del alma de su dueño; o a lo mejor
se valían del verbo y del claroscuro de las palabras para hacer vivir la luz en las historias
contadas por el orador, en la que, olores, sabores y sonidos, calaban en los sentidos de los
que escuchaban con una dimensión distinta; lugares y sucesos en sus narraciones, tenían el
milagro de lo mítico y fantasía y realidad ganaban la magia solo posible de cuando son
narradas por un ciego
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LA PREMONICIÓN
Había soñado con su muerte tal y como sucedería: cuatro años tres meses y un día antes de
que aconteciera; en una noche de alcoholes abundantes, comidas suculentas y magníficas
mujeres. Aquel pasaje onírico con detalles tan nítidos, habría pasado a ser un sueño más, de
no ser, porque a partir de aquella noche, toda su cotidianidad parecía seguir el guión que lo
llevaría a ese momento fatal en el que se desencadenaba lo soñado. Vivía tratando de torcer
el rumbo, poniéndole trampas al guión y terminaba sorprendiéndose en los actos que ya
conocía.
El cadáver aparecía con el rostro ladeado al borde de la bañera, conservando aún una
semisonrisa quizás en señal de su momento de placer postrero; en toda su anatomía no
aparecía más signo de violencia que las pequeñas heridas producidas por los incisivos de
una dentadura pequeña sobre la masa macro fálica que aún conservaba parte de la erección,
los pequeños orificios sobre la base del glande destilaban dos hilillos de sangre que
corriendo por el cuerpo del falo contorneaban la cadera y terminaban por diluirse en el agua
de la bañera la cual aún sin la coloración que le aportaba la sangre presentaba un color rojo
vino incluida la espuma del producto en gel que inundaba con su aroma penetrante toda la
habitación.
Muchas cosas no estaban claras en la escena y quizás no estarían, hasta no ser vividas.
Existía un victimario,pero no se sabía causa de la muerte,¿o era muerte natural?
Por el tamaño de las mandíbulas que habían mordido el glande podían pertenecer a un niño,
a una persona de boca muy pequeña, o inclusive un animal. Lo primero sugería una
aberración, en lo segundo, faltaría por precisar el sexo de dicha persona y si existía algún
vínculo entre ella y la víctima y en el último de los casos, la posibilidad de un animal,
resultaba más aberrante aún.
En fin había suficientes tareas para cualquier detective privado o inspector policial. Además,
el despertar ocurría en un momento del sueño en el que solo podía precisar, que moría; sin
que se le develaran los acontecimientos posteriores a la muerte, lo que si sucedía, con toda
una secuencia de hechos en tiempo anterior a la misma.
Por lo general; para consolarse, trataba de achacar la causa de semejante pesadilla al nivel
alcohólico y orgiástico, en que se había dormido la noche del sueño, pero tenía que descartar
la hipótesis; los aromas, lugares y personas que habitaban el pasaje onírico, eran en absoluto
los lugares que frecuentaba, por lo que, para el que no soñaba, nunca, la premonición que le
develaba Morfeo, lo atormentaban cada fracción de tiempo que tenía que vivir.
Vivir así se convertía en una constante zozobra que trataba de no exteriorizar y se decía:
Tranquilo Víctor, esta mierda es como vivir con SIDA o cualquier otra enfermedad terminal…
Pero terminaba respondiéndose:pero,¿ porqué coño tiene que tocarme esta pesadilla
precisamente a mí?
Su vida se convertía en un eterno círculo vicioso entre el tratar de variar el curso del guión del
sueño y la indecisión de hacer confidente a alguien de su terrible situación. Había pensado en
el suicidio, pero no era hombre de dejarse vencer por las dificultades y morir antes del tiempo.
sería como hacérsela fácil a Cronos y Morfeo. por lo que había decidido, de la forma más
discreta posible, asumir, la investigación y solución del acertijo de su sueño, por su propia
cuenta.
La habitación, en la que aparecía, el cadáver, era su cuarto de baño, de eso no tenía dudas y
las dimensiones y características físicas del occiso, hasta en sus características genitales,
correspondían con las de su cuerpo; dos o tres detalles, se convirtieron en sus objetivos de
investigación: el gel de la bañera, con su aroma, no eran comunes a sus costumbres ya que
por lo general usaba jabones y el aroma de azucenas que emanaba y se fijaba en su cerebro
durante la pesadilla, no se correspondían con el olor de ningun gel de baño que se
comercializaban en el mercado,al menos en su barrio.
El segundo punto a investigar, tenía que ver con la causa de muerte; una mordida, en el
miembro eréctil, habrían sido, dolorosa, pero las del sueño aún con su sangramiento, podían
haber malogrado una buena orgía, pero no eran suficientes para matar a nadie, por lo que la
causa del deceso eran un enigma.
Los narcóticos, o barbitúricos, no formaban parte de sus costumbres y su salud no
presentaba ninguna dolencia que pudiera ocasionar la muerte; por lo que su investigación, de
forma preliminar, se centraba, en localizar, la posible boca de la mordida en su glande y en
localizar un producto, de gel de baño, con aroma y color similar a los de su escena
mortuoria…
Esa noche, en brazos de Morfeo durmió tranquilo, como en los sueños primigenios de su
infancia desprovistos de recuerdos vitales, acunado en él seno maternal de las blanquísimas
sábanas de seda y su confortable colchón. Floto placidamente como en su etapa fetal, el
líquido amniótico y el cordón umbilical supliendo todas sus necesidades; fue una noche
cálida, llovió un poco en la madrugada, después de larguísimos meses de un clima
empecinado, sin gota de lluvia
tierra polvorienta, campos secos, potreros incendiados y un ganado escuálidos, puro
esqueleto, bramando aterrorizado por las llamas, el hambre y la sed.
Al amanecer, impera en toda la casa el intenso olor de las Lilium longiflorum, flotando más
allá de las paredes imponiéndose al olor típico de la tierra mojada, provocado por la fría
llovizna que caía desde la madrugada. A pesar de ésta, la casa estaba llena de abejas,
mariposas y otros insectos atraídos por el intenso olor a flores mientras que en los
alrededores de la casa, una infinidad de aves canoras entonaban sus trinos, inclusive había
especies que no eran comunes para la época y a pesar de la lluvia volaban en círculo como
buitres sobre la casa.
Una imagen perfecta,pero ese día el poeta Víctor Alejandro Fernández, no despertó acababa
de dormir su último sueño.
Gustavo Pablo Reyes Escalona
Técnico medio en energética -Poeta y narrador, radica actualmente en LasTunas, Cuba
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