viernes, 14 de julio de 2023

Escritor invitado: Rubén Amato

 Cotidiana-Mente


No sé si usted se dio cuenta de lo que les pasa a las personas cuando reciben un mensaje por celular.



Se congelan frente a nosotros sea donde sea que estemos .  Un momento eterno para el que está enfrente. No se sabe que va a pasar. Si va a volver a estar con nosotros. Si lo que vio es la foto de la esposa o del novio indicándole que ya es hora de dejar de boludear y volver. Un misterio atroz. Uno no sabe dónde ponerse. 

Qué hacer. Mira en todas direcciones como si lo estuviesen filmando la policía.


A veces uno va caminando acompañado. 

No interesa por quien. La cuestión que en determinado momento uno se percibe en soledad. El otro se detuvo casi cincuenta metros atrás. Y uno hablándole al vacío, a los fantasmas del pasado (que tanto nos costó dejar en terapia). Y después de un ratito el que venía con nosotros vuelve y le pide perdón a su propio celular ( al que no deja de mirar ) y al mismo tiempo pregunta en donde habíamos quedado como si fuese tan fácil. 


Y ni que hablar en una cita . Allí parece ser que el otro es abducido por extraterrestres.

La moza pregunta si lleva la comida a calentar, si el otro va a volver, si nos trae la cuenta. Y uno sólo atina a balbucear algo incomprensible, donde el mozo repregunta porque se solidariza con uno, y se queda esos minutos de eternautas hasta que por fin un llamado llega también al celular del empleado que también es abducido pero ahí vuelve el de la cita que se sienta y dice la frase ENORMEMENTE falsa : " perdón,  mejor lo apago,no? ".

Y uno le contesta con desgano: " mira ... hacé como te parezca ... yo me las tomo "

Y uno se levanta y camina dos pasos y vuelve... pero a buscar el celular. 

Y parte al encuentro de la tarde soleada de domingo en el parque Rivadavia. 


Rubén

psico-escriba

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Colaboraciones:Ezequiel Cámara

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