CATARATAS DEL IGUAZÚ
bajan las aguas en magníficas cascadas,
y aportando a su belleza y gallardía
el sol les brinda sus variadas llamaradas.
El Iguazú las provee de las aguas
que atropelladas caen por cauces indecisos,
bajando una pendiente pronunciada
sobresaliendo y colgando en el abismo.
Ll
egan enfurecidas a la "Garganta del Diablo",
que así las denominaron con justeza,
aturde un estruendo que crece al acercarse
y se enmudece ante tal belleza.
Con el cielo lluvioso las ví en Mayo,
amenguado su caudal, no su belleza,
con sus aguas de marrones desteñidos
semejando gritos de leones aturdidos
arrojándose a "la Garganta"de cabeza.
Andando por bifurcados pasadizos
imaginé ver salir de su escondrijo
a miles de demonios atormentados
lanzando espuma por la boca,
hostigados y descontrolados
por haber perdido el paraíso.
Con la primera luz de la mañana
llamados por el sigiloso sonido de la selva,
de una manera sorprendente y peligrosa
los pájaros atraviesan las cascadas
saliendo de sus nidos en las rocas.
Las aves cantan a la belleza del paisaje
hasta que el ocaso se avecina,
presurosos retornan a sus madrigueras
aturdiendo con sus trinos y gorjeos
pero no todos arriban del audaz paseo.
Por los misteriosos selváticos caminos
de la tierra colorada de Misiones,
por doquier el matiz de las bellas flores,
y los árboles que resaltan sus verdores
movilizan en el ser las emociones.
Leonor Pires.
Magnifica descripción poética de nuestra belleza natural, mí aplauso sostenido a tu ingenio!!!
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