Desde que era muy niña, escucho en casa la voz de Lola
Flores y Carmen Flores. Carmen nació en agosto, el mismo mes en que Lorca nos
dejó, pero muchos años después, claro.
Como hija de gallegos, debería sonarme más una muñeira que
un flamenco, pero si bien escuchaba ambas, la copla me llega más profundo.
Amaba esos trajes de cola, el zapateo del andaluz sobre el tablao y la guitarra
que era maravillosamente tocada por los
dedos mágicos de un gitano.
La promesa de mi vestido de cola, quedó en el olvido. La
promesa de ver a Lola, igual, ya que no la tenemos entre nosotros hace tiempo
ya. Pero su hermana Carmen, tiene la misma esencia, el mismo salero, la misma
gracia para conectarse con el público y hacer de su espectáculo, un encuentro
íntimo. Y así es como llamó al show que brindó el pasado 13 de noviembre en el
Cine Teatro Plaza, en San Martín :“Carmen Flores, íntimo”. Y tan íntimo fue que
estaba solo ella sobre el escenario, ella con sus vestidos de cola, sus manos
inquietas y su voz, la misma voz que escuchaba cuando era pequeña en la radio o
en un cassette en casa.
Sus cambios de vestuario, hechos por su modisto español,
bordados y exclusivos acorde a la situación,permitían deleitarnos con la
guitarra de Gonzalo Gainza.
Dieciseis años hace que viene a nuestro país. Ha recibido
aquí muchos premios. Y hasta l a distinción de Huésped de Honor d la Ciudad de
Buenos Aires. Cantó mucho, cantó catorce canciones que me erizaron la piel,
como “ Las cosa del querer”, “El toro enamorado de la luna”, “Si te vas” (de
Perales) y hasta se dio el gusto, con
autorización de Cacho, cantar “Garganta con arena” …casi nada. No fue
suficiente, y entonó en homenaje a Estela Raval, su famosa “Resistiré”
En el último cambio de vestido, dejó para el recuerdo, un
video de su hermana Lola, la misma que cantaba “Ay pena, penita pena” y movía
sus muñecas al compás de las castañuelas.
Salí de casa con la esperanza de ver bailaores, esta vez no
fue así, solo ella. Ella brindando todo su arte y su magia.
Al finalizar el espectáculo, solicité permiso para tomarme
una foto, mi madre estaba conmigo, esa misma
que escuchaba las copas de las hermanas en la radio. La Sra Carmen accedió, y
no solo tomé una foto con ella, sino que mi madre se acercó al escenario y se
fundieron en un abrazo. Y otra foto más, y otra.
Queda en la memoria ese
encuentro, el sueño cumplido de tener a la señora de los vestidos de cola a mi
lado, la misma que canta “Ese toro enamorao de la luna…” que tantas veces
repetí sin saber bien la letra, pero al final, qué importa, si lo que
interesaba era cantar…
A pesar del tiempo, volví a reclamar mi vestido de cola.
Quien sabe…logre mi objetivo. Eso sí, ya
no para usarlo imitando a las Flores, sino para tenerlo como recuerdo de
mi amor por el flamenco.
Silvia
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario