Cenicientas nubes
atiborradas en un cielo lejano
amanecían para ti,
y llenaban tu lecho
de antiguas emociones.
Era así, la vida que habías elegido,
era así, el tiempo sesgado
que alguien te había heredado.
Cada mañana al despertar
el mismo sonido aturdía
tu silenciosa matriz abandonada
y caminabas flotando
para no despertar al sol,
que
desde un tiempo
molestaba tus pensamientos
Algo cambió, nunca supiste cómo,
pero el gris de tu mirada se convirtió en
verde,
la dejadez de tu cuerpo en brote
y el sonido de tu voz, en armonía.
Nunca supiste cómo
el amanecer se convirtió en arco iris
y aprendiste nuevamente a vivir
a colmar las noches con deseos,
a renacer en cada frase,
a luchar contra los malos pensamientos.
Nunca supiste cómo,
la oscuridad se transformó en luz
y llenó tu alma abandonada
para que hoy, abierta al sol,
camines por la calle del olvido,
y renueves esperanzas.
Silvia
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