La Colonia
Menonita Nueva Esperanza se estableció en Guatraché, al sureste de La Pampa, en
el año 1985, cuando llegaron a esta localidad las primeras familias y
adquirieron la Estancia Remecó. Esta corriente religiosa tiene su origen en
Holanda y surgió a partir de la reforma luterana. Fue fundada en 1536 por Menno
Simmonz y supuso un retorno al cristianismo primitivo.
Los menonitas
son una rama pacifista y trinitaria del movimiento cristiano anabaptista, originado
en el siglo XVI. Las congregaciones organizadas por Menno lograron consolidarse, aunque muchas
veces tuvieron que peregrinar huyendo de un lugar a otro. La influencia de
Menno llegó a ser tan notoria, que sus adversarios comenzaron a llamarlas
"menistas" o "menonitas", a manera de insulto. En las
últimas décadas se han acelerado los movimientos migratorios, y hoy hay
importantes colonias de menonitas que mantienen el uso del idioma alemán en
Paraguay, Bolivia, Uruguay, Brasil, México, Perú y, más recientemente, en la
Argentina cerca de Guatraché, en la provincia de La Pampa y cerca de Pampa de
los Guanacos, en la provincia de Santiago del Estero.
Salimos por
la mañana hacia la ruta 5 y de ahí , unos km antes del pueblo de Uriburu, tomamos
la ruta 1 hacia Riglos y Macachín. Primeramente tuvimos la suerte de conocer
las Salinas Grandes, donde se industrializa la famosa sal de mesa. Siguiendo el
camino hacia Guatraché por la ruta 24, recorrimos 24 km y tomamos nuevamente la
ruta 3, unos 10 km. Ingresamos a la Colonia por la ruta 24. Las lechuzas sobre
los alambrados y las plantaciones nos hacían pensar que estábamos muy cerca.
En Remecó, 40
km de Guatraché, se detectan las 10 mil
hectáreas prolijamente parceladas donde habitan unos 1400 menonitas.
Llegados a La Pampa en la década del 80, son la austeridad encarnada. Trabajan
de sol a sol: son agricultores, fabricantes de silos, buggies y excelentes
carpinteros. No escuchan otra música que el canto de los pájaros, alumbran sus
viviendas con faroles . Tienen electricidad pero es utilizada exclusivamente
para trabajar. Los varones visten uniformes mamelucos azules con camisas a
cuadros, y gorras o sombreros de paja, mientras que las mujeres cubren sus
cabezas con pañuelos bordados (de color blanco para las solteras y de color
negro para las casadas).
Desde afuera
las casas se ven idénticas, al punto de que las cortinas blancas de todas las
ventanas están recogidas en un idéntico triángulo. Si bien es cierto que no les
gustan mucho las visitas ,ya están más adaptados a la idea que hace unos años;
los niños se dejan fotografiar a cambio de caramelos, por lo que hay que llevar
un buen surtido si se quieren obtener buenas fotos. Todos son rubios, de tez
blanca y ojos azules o celestes.
Mi idea no
era fotografiarlos como fenómenos, pero era impactante verlos tan bonitos y
sonrientes, viviendo en un lugar apartado de todo, que no resistía la tentación
tanto de abrazarlos como de conversar con ellos. Cosa que hice, de buen agrado
y creo que de ambas partes. Su inocencia y expresividad atrapan, y ahí es donde
realmente se ve plasmada la inocencia infantil.
Las familias
tienen tantos hijos como Dios les manda, y van desde cinco a doce la más
numerosa. Las niñas deben llegar vírgenes al matrimonio Al no tener,
televisión, radio, lecturas y básicamente luz eléctrica en épocas donde las
horas de sol no son suficientemente largas, hacen que estos jóvenes recién
casados, trabajen arduamente para hacer sus casas, sus huertas,
sus tambos, sus trabajos de carpintería o de metalúrgica o agricultura o
ganadería. Los tractores tienen ruedas de hierro, no les es permitido el uso de
cubiertas.
Conversamos
con uno de los integrantes de la familia Wiebe, primer campo al que llegamos por
ruta de tierra. Nos encontramos con un galpón prolijamente preparado para la
fabricación de silos. Contaban con soldadoras, cortadoras, y todos los insumos
necesarios para su fabricación. El mayor de los hermanos nos indicó la forma de
trabajo, que comenzaba a las siete y media de la mañana y finalizaba a las
siete de la tarde. Almuerzo por medio y mate.
Los hombres y
los jóvenes varones, hablan castellano, algunos con dificultad, ya que
mayormente hablan el alemán y son ellos
intermediarios de las mujeres , que pocas veces hablan con los visitantes. Los
hombres son los encargados de proveer el pan de cada día, y por ello se conectan con el mundo exterior comercialmente.
Los más
pequeños Fernando, Cornelio y Bernardo, se asomaban curiosos ante nuestra
presencia pidiendo caramelos y rápidamente se acercaron dos más , adolescentes
que hablaban entre ellos el idioma original utilizado en las casas: alemán
bajo. El alemán alto solamente se utiliza en la escuela (tienen una por campo,
a cargo de un maestro) . Asisten desde los 5 a los 12 años. Los alumnos aprenden básicamente
partes religiosas , ignoran la Geografía y Política y Cultura del País.
Un jefe por
campo , elegido cada dos años, es quien atienden todos los aspectos materiales
y legales de la Comunidad, las transacciones de tierras y las ventas de las
existencias de máquinas haciendas Tienen prohibido el uso de armas. En esa zona
hay escasas situaciones de violencia, pero están perfectamente enterados de lo
que ocurre en las ciudades y en el país en general. Se han dado casos muy aislados de
alcoholismo y violencia familiar. Cuando se dan estos casos, al individuo se le
da una oportunidad, se lo aconseja e insta a que mejore y deje de lado esas
malas acciones. En caso de persistir con los malos hábitos, se los excomulga de
la comunidad. Al suceder esto, no es que lo echan, el hombre puede permanecer
en su vivienda con su familia, pero ya no se lo cuenta como miembro de la
comunidad, mientras él decide cómo seguir.
Luego nos
dirigimos a otro campo, que es donde nos indicaron que servían comida. Katarina
y Jacobo , nos dieron la bienvenida y
nos ofrecieron frijoles, zapallo hervido y arroz con salsa, ya que a esa hora y
por las muchas visitas recibidas carecían de carne. La alimentación es muy variada y bien balanceada: por lo
general comen lo que ellos mismos producen, aunque también compran algo de
comestibles en los almacenes que existen dentro de la colonia, o en comercios
de los pueblos o ciudades que visitan. Las mujeres de la casa tienen destinado
el trabajo de la limpieza. Barren con rastrillos la tierra alrededor y limpian
los marcos de las puertas de madera y ventanas cuidadosamente. Nos llamó la
atención la extremada limpieza en medio de tanto polvo, ya que como dije antes,
las calles son de tierra y el viento hace de las suyas. Las cortinas de las
casa son todas iguales, de un blanco impecable o con flores color amarillo
fuerte y volados. Los muebles son de madera de caldén o roble, muy prolijos y
grandes, y las mesas extensas para albergar a toda la familia. No hay cuadros
ni adornos en las paredes.
La actividad
básica de la comunidad menonita es la labranza y el cultivo del campo así como
la crianza de animales. Los jefes de
familia poseen en su casa un pequeño
terreno anexo para el cultivo de las hortalizas del cual se encargan la madre y
las demás mujeres de la casa.
Las mujeres
visten ropa oscura, con algunas flores, sus mangas largas y el ruedo hasta más
debajo de la rodilla. Medias color piel y sandalias negras o botas que ellos
mismos fabrican. Todas con pañuelos, cuando salen de las casas y algunas encima
se colocan sombreros de alas grandes con moño de color.
Fabrican sus
propios vehículos, a los que llaman “buggies”,de color negro, todos iguales,
que son tirados por caballos. Estos vehículos tienen partes de reconocidas
marcas de autos que ellos hacen traer con camiones desde afuera de la colonia.
También esos camiones son los que llevan los muebles que les han encargado y
les entregan lo que no pueden elaborar por sí mismos. El traslado exterior se
lleva a cabo con vehículos de terceros o dos veces por semana con un colectivo
que no desentona con el sistema, hasta Guatraché.
Las mujeres
ordeñan tres veces al día, y llevan en los buggies los tachos hasta las
entradas de las casas. Jacobo es el encargado de fabricar el queso, sardo, pategrás
o condimentado. Y del otro lado del patio de su casa, está a cargo de la
carpintería su hijo mayor. Allí fabrican sillas de madera, reposeras, mecedoras
y mesas. La mayoría torneadas. Los
varones más pequeños hacen llaveros y posafuentes en madera, porta llaves y
copetineros, que venden a los visitantes, así como las mujeres tejen
posafuentes de vistosos colores, y alfombras hecha de retazos de telas de
colores.
Katarina, la
dueña de casa, fue muy atenta y nos contó acerca de las diferentes familias.
Ella tiene dos hijos casados con hijas de la flia. Wiebe, y por ende nueras, a
las que llaman hijas adoptivas. Las parejas no son elegidas por los padres.
Ellos tienen libertad de elección, pero solamente una vez oficializado el
noviazgo, pueden verse el domingo a solas por una hora en la casa de los padres
de la novia.
Una de sus
hijas. María, recibió de muy buen agrado un ejemplar de mi libro, y aceptó fotografiarse conmigo. Jacobo
por su parte, nos contó acerca del movimiento de los campos, de la fábrica de
zapatos y botas que no pudimos conocer y de la vida en general en la colonia.
Otra de las
familias, la de Cornelio Loewen llegó a
la colonia en 1987, con 14 años de edad, con una comisión formada por habitantes de la Colonia
Menonita de Casagrande Pcia.de Chihuahua México y Sta. Cruz De La Sierra
Bolivia .(formaban esa primera delegación Jacobo Lowen, Abraham Remper, Isaac
Buecker Juan Feer Enrique Peters Francisco Deek y Cornelio Walman) . Cornelio
actualmente fabrica muebles, puertas y ventanas de madera.
Al caer el sol, visitamos la iglesia que
estaba cerrada. Rodeada de postes para enganchar los carros y un hermoso parque
alrededor, pudimos ver a través de las ventanas la austeridad de su interior.Hay
una iglesia por campo.
En casos de
emergencia médica, tienen enfermeras que pasan regularmente, y si es muy
urgente, llevan al enfermo hasta Guatraché, donde está el hospital.
Luego de
haber recorrido la colonia, nos dirigimos al Aeroclub de Guatraché, donde había
un encuentro de avionetas y planeadores, y terminamos el día repasando cada
minuto vivido en un lugar, donde creo, no nos sería muy fácil vivir, ya que
¿podríamos prescindir de la luz, la computadora, el celular y la televisión?
Eso como primera medida. Sumémosle la forma de vida, las leyes propias de la
colonia y la excelsa paz reinante.
Como
sugerencia: no los veamos como fenómenos. Simplemente viven de otra manera. Yo
disfruté enormemente de esta experiencia y la recomiendo. Eso si, caramelos y
cámara en mano, y sobre todo respeto hacia quienes nos reciben como si fuéramos
integrantes de sus propias familias.
Silvia
Hola. Cómo hiciste la visita? Solo? Gracias por responder. No hay info concreta.
ResponderEliminarFuimos con unos amigos, previo avisarles a una familia que vive ahí, ya que de otro modo hay que hacerlo via la empresa de turismo que está en Guatraché
ResponderEliminarSoy curiosa, o sea, me gustó conocer. Me fui con algunas sensaciones. Algunos rostros parecían felices y otros temerosos, tímidos, tristes. Es difícil no andar por esos lugares sin sentirse un intruso. Ví muchos mellizos, raro, no? Muy llamativo. Intuyo que se van uniendo de campo en campo, tan cercanos unos a otros, sin mezclarse con otras comunidades. No sé si eso es bueno o malo. Fue una buena experiencia. Comimos en un comedor. Todo rico y muy bien preparado. Compramos quesos, conservas y saqué algunas pocas fotos. Traté al menos de que no se sintieran observados aunque creo que es tarea imposible. También nos pasa a nosotros cuando vienen extranjeros de lugares muy diferentes, lo sé. Es un inevitable en los viajes pero este caso es especial. Graciela Gargiulo
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