La compañía fue creada en 1987 por los hermanos Claudio y Omar Alvarez, y trabaja firmemente comprometida en el desarrollo del Arte de los Títeres de Argentina.
Por todo lo que han aprendido y andado, es que sus espectáculos han merecido el reconocimiento del público, del medio y la crítica especializada, recibiendo más de treinta premios y galardones nacionales e internacionales.
Representando a la cultura argentina en escenarios de todo el mundo, el grupo realiza giras por países como Canadá, EE.UU ,Dinamarca, Finlandia, España, Polonia, Israel, Corea, Singapur, Hong Kong, Malasia, Sudáfrica, Brasil, Méjico, Colombia y Venezuela ,entre otros, interpretando sus trabajos en más de siete idiomas diferentes y conquistando públicos de las más diversas culturas.
Con la temprana muerte de Claudio Alvarez, en 2011 en Villa Ballester, pierden los retablos titiriteros a uno de sus protagonistas más sutiles y sofisticados. Pero Omar no bajó los brazos aunque le costó, como dijo más de una vez durante la charla y siguió adelante con lo que ama desde niño.
El Centro Espacios es una enorme casona,excelentemente ambientada como centro de arte. Hay plantas por todas partes, que le dan más vida todavía al lugar. Cada ambiente tiene su por qué, cada pared tiene un recuerdo y un motivo. La sala donde se hacen los espectáculos fue especialmente preparada por ellos: picado de paredes, ambientación, etc. Omar nos recibe con una sonrisa en una hermosa tarde de verano, un rato antes que el Centro se llene de risas, voces y arte.
Es un ser que emana alegría, muy expresivo, no solo con su palabra sino con sus gestos. Y uno se imagina esa voz detrás del personaje manejado con maderas, dedos y gomaespuma. Tiene la soltura especial de alguien que ama lo que hace, definitivamente. Recuerda miles de cosas, se emociona con tantas otras y nos permite soñar en cada una de sus aventuras. Las preguntas se convirtieron casi en un monólogo, excelente por cierto, pero valió la pena. Todo estaba respondido sin haberlo preguntado. Me di el lujazo de manejar un títere que improvisó ahí nomás y de tomarme fotos con otros, manejados por él, claro, con la altura que corresponde a un maestro.
Me asombraron los movimientos casi perfectos de las manos de la muñeca que pronto será la protagonista de un espectáculo, que dejará con la boca abierta a más de uno. Revolvió su valija, la misma que viajó por hospitales brindando alegría a muchos que la necesitaban. Por eso, dejo que lean lo que nos contó:
¿Quién coordina cada actividad dentro del Centro?
Mi esposa coordina los talleres y yo me ocupo del teatro. La gestión cultural desde lo independiente es muy difícil. Pero uno siente que es lo que uno tiene que hacer.
¿Qué es el títere para vos?
El fenómeno del títere tiene mucho que ver con la máscara. Da inmunidad, pero en realidad no cubre, descubre. Detrás del títere no se puede ocultar la verdad. Va la esencia de las cosas. El títere así inocente como es, un pedazo de tela, de cartón, de gomaespuma, de telgopor, esconde la humanidad, que se pone en la mano del humano y el público, tenga la edad que tenga, se entrega, porque en algún lugar sabe que es inofensivo, un cacho de tela, entonces se entrega. Y como se entrega sucede esa conexión. Es un juego de ilusión que tiene mucho, mucho que ver con lo más primario de la infancia, el osito de peluche, las muñecas, el auto preferido, ese objeto a quien uno necesita volcarle su mundo afectivo para construir una imagen de un mundo real. Porque viene desde ahí.
Si el titiritero cree, el espectador cree. Si el espectador quiere creer y está ahí el títere está ahí, cree. Por eso el títere más berreta de una plaza, te atrapa, no es mágico, maneja niveles de verdad muy profundos, conmueve y va directo a las cosas, es una metáfora de la realidad. Esa síntesis que representa es muy pura. La bruja es la bruja, el diablo es el diablo y la nena es buena y no hay vuelta de hoja. Lo dice la máscara. Los seres humanos trabajamos para alejarnos del estado de pureza. El títere nos vuelve, por eso los chicos conectan y los adultos lo necesitan.
¿Cómo comenzaron con los títeres? Contanos acerca de esos primeros pasos .
Un juego. Mi hermano Claudio y yo éramos fanáticos de “Los muppets”. Nos pasaron varias cosas. Hicimos un viaje en familia y nos compraron varios títeres. Nos llevaron al teatro a ver “El circo criollo” de Bufano y el “Teatro negro de Praga”. Todo por la misma época. En casa se compraba la revista Gente, y en una había salido un reportaje a Jim Henson, y se mostraba por primera vez el backstage de los Muppets. Imaginate que en esa época no era común como ahora y menos de títeres. Ver cómo era y el micrófono y cómo él estaba tirado, etc. Con los títeres que teníamos y una filmadora super 8 jugábamos y filmábamos un programa de televisión como el de Los Muppets.
Armamos una obrita y mi papá nos hizo con un barral de una cortina y una pollera de mi abuela un teatrito de títeres. Yo no compartía mucho tiempo con mi papá porque era empresario, pero nos hizo ese teatrito cuando teníamos once años.
Mamá era maestra, así que la veta vino por parte de mi abuelo, que restauraba objetos de arte y nos contaba historias sobre las piezas que tenía sobre su mesa de trabajo.
Como nos gustaba mucho, le pedimos otro teatro de títeres, lo hizo y a la semana siguiente él falleció. Quedó ahí el teatro, con la vivencia de ese juego de ilusión compartida. Yo tenía once años y los títeres me salvaron, porque el juego salva y el de representación ni hablar. Mi papá murió de un infarto, al atardecer, en invierno, en el campo…en mis brazos.
Uno a los títeres le cuenta sus frustraciones, como tienen esa pureza, podía hablarles y contar cosas que no me animaba a contarle a otras personas. Muy compartido con mi hermano gemelo, Claudio que falleció hace cuatro años.
Me hicieron más títeres. Fuimos a un hospital a hacer funciones y nos gustó y fuimos a la casa de mis padrinos y no me pagaban, pero me regalaron luces para el teatro de títeres. En el primer lugar donde me pagaron fue en una librería/juguetería a la vuelta de casa, la primera función. Me pagaron con juguetes y títeres. Con la primera plata que tuve compré más cosas para equiparme mejor.
¿Tenés alguna otra profesión además de ésta?
No, solamente esto. Los títeres no me soltaron más. Cuando el juego despertó la vocación y quería estudiar, no había donde o era muy lejos y cuando pude estudié y comencé a hacerlo en la Biblioteca Rivadavia de Ballester. Luego elegí otro maestro, Bufano. Primero en su taller renacentista y luego en el Teatro San Martín donde logré trabajar y estudiar. A pesar que mi mamá quería que vaya a la Universidad, seguí ahí. Mi hermano estudió escenografía en la Universidad, además era mimo y cada uno trabajaba en su área. Durante 35 años.
Yo tenía mi gran compañero creativo.
¿Armaban ustedes los libretos?
Si, al principio, luego trabajamos con otros autores, directores. Empezaron otros titiriteros, y la cosa creció mucho y luego empezamos a trabajar con grandes, como Alfredo Alcón, en “El soldadito de plomo”. Además de Alcón, lo hicieron otros actores en diferentes idiomas, porque esa obra está traducida al ruso, chino, japonés, francés, inglés, portugués. Hoy me confirmaron que tenemos una gira por Austria y Alemania, así que hay que grabarlo en alemán. En el 2001 empezamos a andar.
Trabajamos con grandes actores de la época del radioteatro como Jorge Petraglia, Graciela Araujo, las grandes voces. Hicimos ”El viento entre las hojas” con Norma Aleandro, que acaba de ganar el Premio Atina de la Asociación de teatristas para niños y adolescentes, como el mejor espectáculo de la década. Esa obra la hacía mi hermano, yo nunca me metí con sus títeres, pero ahora la voy a hacer yo.
¿Por dónde han viajado?
Hemos viajado por el mundo y por Argentina, por pueblos muy chiquitos. El año pasado a esta altura yo estaba en Siberia.
¿Quién hace las traducciones de las obras?
Hay dos obras que están en inglés. “El soldadito de plomo”, como en la versión original de Andersen, están las redacciones oficiales, se graban tomando como referencia la interpretación de Alcón, con actores destacados de cada país al que vamos. Se edita en José León Suarez, porque mi obsesión es trabajar con artistas de la región. Es importante para profesionalizar la actividad . No hace falta buscarlos lejos porque acá cerca tenemos muy buenos profesionales.
Hay que convocarlos: escenógrafos, iluminadores, sonidistas, locutores regionales. Acá hay estudios excelentes. Son artistas que hacen el mismo camino que hice yo.
Estrenamos una obra “La niña de los cerillos”, con Gustavo Spatocco que era arreglador de Mercedes Sosa y Director de la Filarmónica Nacional. El propuso hacer música sinfónica para el espectáculo. Nos lo habían pedido para estrenar en Malasia entonces fui a hablar con el Intendente, le expliqué y le dije que viajaba yo, que el equipo es local y el Intendente me dio la orquesta, previo convenio y funciones gratuitas.
Con las distintas gestiones hay una especie de recelo, y ponerlo en el programa oficial, más que nada con lo independiente.
Después de este espacio, vino el Carnacini. Esto surgió en forma privada, y luego aparecieron los otros.
Está la necesidad de espacios serios donde los chicos puedan formarse y aprender y dar los primero pasos y darle al barrio espacios de legitimación. Aquel que decide dar el paso, y egresa, que tenga un lugar en serio, con exigencia. Enseñarle al público que la cultura vale. Es el espejo que nos refleja.
Ballester ha sido designada Ciudad de la Cultura, y eso lo armamos entre todos.
¿Algún antecedente familiar en el arte además de tu abuelo?
Soy sobrino nieto de Oscar Ferrigno, que era de Ballester. En aquellas épocas quien quería ser actor, lo llamaban mariquita y llegó a ser un actorazo. Hoy eso ya no pasa. A pesar de no tener mucho trato con él a causa del exilio, pero supe muchas cosa de él.
Hablando del teatro, lo recomendás…
Yo recomiendo hacer teatro a todos. Muchos no encuentran su lugar en los espacios educativos. Aprenden y vuelven al mundo real y se manejan de otra forma aunque no sean actores, o si, pero son quienes venían a ver títeres y hoy vienen con sus compañías. Por ejemplo un muchacho colombiano que comenzó viendo nuestras obras y ahora viene de gira conmigo. Después de 18 años te das cuenta que algunos serán actores y otros no.
La función del artista es tejer esa red y hablar de cómo somos a través de arte.
Al volverse universal, rebota en Japón, Dinamarca, Colombia , Canadá o China de la misma forma. Cuando se enciende la luz azul, el espectáculo lo hago igual en cualquier parte del mundo que esté.
Actuar es ponerse en la piel y zapato del otro y ahí entiende la realidad de otra manera. Es un ejercicio que sirve.
¿Cuánto hace que existe en Argentina la tradición del títere?
La tradición del títere en Argentina es muy joven. Hace menos de quince años murió Javier Villafañe. Cuando yo era aprendiz en el grupo de titiriteros, compartía los miércoles con él. Venía a contarnos historias, a enseñarnos a pegar títeres, a coser. Su imagen …con su mameluco, nos contaba historias, nos hacía mates. Nos transmitía la esencia del oficio y un legado como artista, una filosofía, la mirada del arte y de la vida.
En la década del treinta, cuando llega García Lorca a Argentina, pertenecía a esa intelectualidad porteña, de artistas plásticos, escritores, y él se hace amigo de Lorca. De hecho, Lorca era titiritero, escribió obras para títeres, como el Lazarillo de Don Cristóbal. El hacía títeres para los amigos. Otros artistas plásticos le hicieron telones y escenografías.
Javier Bufano fue la segunda generación. Yo soy la tercera, hay una cuarta y se viene la quinta. Yo tuve la suerte de aprender con él y gané el primer premio Nacional Villafañe, la primera vez que se dio ese premio.
Veo que sos, no solo una persona agradable, además tenés una particularidad: llevás el títere dentro tuyo.
Yo soy así simple, es el oficio: antes llevaba mi valija de títeres en un Fitito, hoy en una Kangoo, pero la valija se sube a todos lados. Yo no puedo vivir sin eso.
Me contó lo de su hermano, no lo voy a escribir porque creo que merece que quede en su recuerdo, pero fue terrible para él. Lo describe como muy sensible e inteligente. Y le dejó lo mejor, que fue su compañía por muchos años. Cuando sacó sus cosas, separó lo que podría tener uso, lo que no, y guardó otras tantas. Y siguió.
El arte lo salvó en muchas oportunidades, por eso es su vida.
Mientras esté arriba de un escenario siempre estará haciéndole un tributo, por todo lo que aprendió con él.
El año que viene cumplen 30 años,¿ habrá festejo?
Seguimos la charla:
En San Martín hay mucha cultura, escritores, artistas plásticos, músicos. ¿Se les da el lugar?
Sí, hay muchos. Helmutt Ditsch, el pintor es el segundo artista contemporáneo en el mundo en cuanto al valor de sus obras. Estudió en el Instituto Ballester. Viene y da charlas de arte. Tenemos Comedia municipal, Conservatorio de Música, Escuela de Danzas, Universidad, cine teatro, arte. Hay un material que el vecino se tiene que hacer cargo, hay que ir a ver los espectáculos. Lamentablemente no está muy difundida. En este momento estamos viendo eso con el municipio, de tener puntos de información cultural. Luego de Cromañón hemos trabajado mucho para poder tener la sala habilitada como Teatro, que sea seguro para todos; asistentes y artistas.Tiene que ser protector, seguro, de ahí sale el pájaro que vuela. Hay que cuidar el espacio cultural. Hay que difundir más las actividades, tanto municipales como privadas. Quienes estamos en forma independiente porque no estaba presente el estado, luchamos porque se difunda. La gestión debe acompañar a todos. Sugerencia; ponerlo dentro de la boleta de los impuestos.
¿Cuál es la obra que mejores recuerdos te trae?
Una es “ Tiempo de títeres”, que había decidido no hacerla más luego de la muerte de mi hermano. La voy a volver a hacer, porque este invierno va a ser feo y hay que ir por la alegría, ir a buscarla. Me dio enormes satisfacciones. Lo estoy ensayando ahora. Miles de maestras “señoritas Mirta” me abrieron las escuelas para hacer funciones, y me dio la posibilidad de consolidar el oficio. Tengo enormes recuerdos de las escuelas, por eso vuelvo, sigo yendo. Después el Teatro Nacional de China. Otra es “El soldadito de plomo”. Cuando Alcón nos dijo que sí, jamás pensé que a ese espectáculo le iba a pasar lo que le pasó. Yo estaba picando paredes en este teatro, y decía: ¡Alguna vez, Alfredo Alcón va a actuar en este teatro!” y más de uno se reía. La obra cumple 16 años y la hago exactamente igual, la disfruto. En cualquier lugar del mundo que la lleve, tengo que volver, cuatro veces. Corea, por ejemplo.
¿Cuántos personajes hacés vos?
Yo estoy solo en escena y trabajo con títeres de distintas técnicas y muchos títeres: sombras, manipulación directa, miniaturas, muñecos mecánicos… de madera, cartón; muchos a partir de juguetes.
Ahora no hago los títeres, solo algunos en este momento. La mesa de casa se transforma como hace años. Sino trabajo con Ingenieros de títeres.
Y ahí me muestra una marioneta que es impresionante. Mueve manos, muñecas, cabeza, tiene hasta expresiones, si uno las busca y sabe encontrar. Es fantástica.
¿Cómo lograste convertir esta casa en un centro cultural?
La casa era de la abuela de mi esposa. Nosotros hace 18 años que estamos. Pero yo hace 35 que hago títeres. Tenía en la habitación de arriba de la casa de mi abuela un taller. Cuando este lugar se proyectó se disparó al mundo. Es un espacio cultural de desarrollo de la cultura para la comunidad. La compañía que armó su espacio tiene acá su plataforma de despegue. Desde que está este escenario, me voy al otro lado del mundo, a Singapur, por ejemplo y me llevo las 20 luces como acá, pueden ser mejores, pero reproduzco esto, no hago nada diferente a lo que hago acá.
¿Qué fue “Titiribióticos”? (eleva la mirada como si un recuerdo inolvidable apareciera)
Es magnífico. Surgió porque una gran amiga, artista local, muy amiga de una chica que empezó a hacer teatro acá y hoy trabaja por todo el mundo, artista del equipo de Patch Adams; Vanina Grosi, que está en campos de refugiados, y durante los atentados en París, salió a trabajar en las calles y levantarle el ánimo a los franceses, o en un pueblito en Perú, nos contó que su amiga Roxana, paciente oncológica, tenía que estar aislada, muchos días sin estar en contacto con su nena, sin tocar a nadie. Vanina la visitaba y le hacía títeres detrás de un vidrio. Como eso le había hecho muy bien, le había levantado el ánimo, decidimos ir por hospitales y hacer algo con los títeres. Una idea muy cambiamundo.
Para entonces la Comedia de la Provincia de Buenos Aires, me había pedido dirigir una obra. Pero no me cerraba la idea de ir a La Plata y entonces surge la de dar una capacitación. De ahí que se me ocurre que yo había presentado un proyecto para trabajar con la basura. Mi hermano se enfermó y se complicó y sale la idea de hacer eso mismo de los hospitales pero con el Estado, que debía hacerse cargo de tomar el arte como una herramienta para recuperar la salud. Y ahí armamos el proyecto
Hace siete años atrás. Y Siro Colli, Director de la Comedia, nos dijo que si. Tiene que ver con utilizar el material del hospital, los guantes frascos, vendas, jeringas y transformarlo. Contar breves historias de dos minutos a los pies de la cama. Llena ese ambiente hostil del hospital de alegría. A veces loa papás están tan preocupados por su salud que se olvidan que los nenes necesitan juego. Lo que hicimos es encender esa chispita, co dos minutos apenas de alegría,pero muy atentos para trabajar. En una cama hay un nene que necesita poco ruido y otro al lado que le levanten el ánimo. Una mamá que está destrozada porque su hijo no sale adelante. Hay que preparar mucho al artista para eso. A ponerse en los zapatos del otro, no ser invasivo, a dejar el ego al costado. El aplauso es que el nene enfermo se ilumine.Trabajamos en ese programa, nos pagaban , para producir nuestro trabajo (cada uno con su valijita) y trabajamos con clowns, y con el equipo de Patch Adams, gente que tenía experiencia en Afganistán. Estuvo sentado ahí, donde estás vos. De pronto le surgen las ideas comiendo una pizza y la llama a Angelina Jolie y le dona 100.000 dólares y nos vamos a la otra punta del mundo.
Vanina, Roxana y yo estuvimos a cargo de este proyecto y del equipo. Entrenamos a una docena de artistas que cobraban por formarse. El Estado nos pagaba por ir a los hospitales y lo hacíamos en dos grupos: zona sur y por esta zona. Trabajamos en doce hospitales, y se trabajó con el personal del sistema de salud, para que entienda que es una herramienta a su disposición, como el tomógrafo.
Nos llamó una enfermera del Hospital Castex, diciendo que una nena se estaba muriendo y que ella quería darle una última tarde de juegos, burbujas y música a ella y su mamá y ahí salimos corriendo con los títeres y logramos darle un cierre distinto junto al Estado.
Eso ya no sucede, estamos viendo de continuarlo. El modelo nos lo pidió Rusia, China e Israel. La Comedia ya no investiga, se licita para la programación . Confío que esto esté en manos del Estado. Me han convocado para armar algo y se lo digo, no escondo lo que pienso. Fui a Rusia y presento un informe a la Embajada y les digo lo que hago, si les sirve ahí.
La ex Ministro de Cultura, Teresa Parodi, me llamó para ver qué hacía falta para mejorar todo eso. Pero la gestión anterior ya no está. Yo estoy para acompañar lo que sea bueno para la cultura del país.
Estamos viendo que continúe algo chiquito, independiente, con respecto al artista hospitalario.
No es para cualquiera, pero hace mucho bien. Aunque se lleve el teatro al ámbito menos teatral. Trabajar con el personal, que la enfermera y su figura sea mejor vista, menos dolorosa y hay que darle esa posibilidad de aprender a hacerlo.
Te agradezco muchísimo tu tiempo, la verdad sos muy sensible, muy metido en lo que amás.
A María Perego, la “mamá” del Topo Giggio, cuando le preguntaron “¿Cómo hacés? “ ella respondió “Con amor. El día que no te conmueva un títere no lo hagas más, dejalo”.
El títere es la ilusión que toma cuerpo. Hasta las sombras son muy creativas.
Y ahí me enseñó a hacer las sombras,usando las manos. Las mismas que mi papá me hacía cuando cortaban la luz, para que no tuviera miedo de la vela encendida.
Javier Villafañe decía muy poeticamente que “Los títeres nacieron el día que el hombre descubrió su sombra”.
El “que linda manito tengo yo” es un títere. Uno lo que hace es jugar con eso.
¿Cuándo comenzás con las funciones?
A partir de abril y mayo los sábados.
¡Gracias Omar!
Silvia M. Vázquez
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