viernes, 26 de octubre de 2018

¿Cómo es Palpalá?

                                   


“Palpalá, a diferencia de otras ciudades jujeñas, no creció en torno a una plaza o un centro cívico – religioso, sino que el punto de referencia urbanístico, social y económico fue, por mucho tiempo, una planta siderúrgica integrada: Altos Hornos Zapla” (Bergesio, Marcolieri, 2008, p. 45). La historia de Palpalá y su nacimiento se encuentra íntimamente ligada al descubrimiento de yacimientos de mineral de hierro en las Serranías de Zapla, en 1941.

La historia del descubrimiento comenzó cuando el jujeño Wenceslao Gallardo y el italiano Ángel Canderle cazaban en las laderas del cerro Zapla. Allí fue que Canderle, quien tenía conocimientos acerca de los minerales, reconoció en el color rojizo de la tierra la presencia de hierro. Decidieron tomar muestras de algunas piedras del lugar, con el fin de enviarlas a analizar.

En 1941, el Ministerio del ejército de la Argentina tomó conocimiento acerca de la existencia del mineral en las Serranías de Zapla, por lo que comenzó con las tareas de cateo geológico del suelo. Ese mismo año, el General Manuel Nicolás Aristóbulo Savio, redactó la ley 12.709, por la cual se creó la DGFM, y en octubre, se le transfiere a la misma el estudio de la potencialidad del yacimiento. “Confirmada la existencia de una rica veta ferrífera, la Dirección General de Fabricaciones Militares firmó con el gobierno de Jujuy un convenio de explotación (Vergne, 1980)” (Bergesio, Marcoleri, 2008, p. 47).

En enero de 1943 se crea por decreto la unidad siderúrgica AHZ, conformada por la planta siderúrgica construida en Palpalá y los yacimientos del cerro Zapla, los cuales fueron bautizados como Mina 9 de Octubre.

El establecimiento contaba con cuatro centros de producción: el centro siderúrgico en Palpalá, los centros de extracción del mineral de hierro Mina 9 de Octubre y Mina Puesto Viejo, y Centro Forestal, centro de provisión de carbón vegetal para la planta. “El centro siderúrgico poseía tres plantas básicas de producción: Altos Hornos, Acería y Laminación. Para satisfacer las necesidades de estos cuatro centros de producción, contaba con una usina termoeléctrica, planta de oxígeno, talleres de mantenimiento, planta de tratamiento del agua, laboratorio y taller de fundición. La fábrica se convirtió así en lo que se dio en llamar una ‘planta siderúrgica integrada’” (Bergesio, Marcoleri, 2008, p. 49).

                                 

El descubrimiento del yacimiento, y la posterior construcción y puesta en marcha de la planta siderúrgica AHZ y sus centros, produjo el asentamiento en la zona de una importante ola inmigratoria que llegaba en busca de cubrir la oferta laboral existente, generando un acelerado crecimiento urbano de lo que luego se convertiría en la ciudad de Palpalá. “El descubrimiento de esta mina y la decisión de impulsar la industria siderúrgica nacional con AHZ, atraen mano de obra especializada de otras provincias y una corriente migratoria de países limítrofes, especialmente de Bolivia, que se traduce en un importante incremento de la población provincial” (Bergesio, Marcolieri, 2008, p. 46).

Resultó necesario entonces, dar vivienda y cubrir los servicios básicos de los nuevos residentes de la provincia y Palpalá. Es por ello que en los diferentes centros de producción de AHZ se construyeron complejos habitacionales para obreros, profesionales y técnicos. También se edificaron escuelas primarias y secundarias, instalaciones de asistencia médica, clubes deportivos, cines, e incluso, en el caso de la ciudad de Palpalá, un casino y una iglesia, entre otros.
La ciudad fue creciendo de manera desordenada, teniendo como punto de origen de dicho desarrollo, la planta de AHZ. A su vez, alrededor de la misma, se instalaron fábricas pequeñas, cuya producción dependía del acero. Esto aumentó aún más la oferta laboral. El crecimiento fue de tal magnitud que no se daba abasto con la cantidad de viviendas. Los trabajadores de AHZ vivían en barrios pertenecientes a la fábrica, pero un importante segmento de la población no conseguía acceder a una casa.

La nueva sociedad pronto mostró sus diferencias entre estamentos sociales, principalmente originados por la jerarquía impuesta en el trabajo: “En Palpalá y Jujuy surgieron sectores de profesionales, obreros especializados, comerciantes y empleados públicos ligados al sector terciario, y trabajadores por cuenta propia, en su mayoría provenientes del interior de la provincia y de Bolivia” (Bergesio, Golovanesky, Marcolieri, 2005, p. 3) Las diferencias entre las clases sociales resultaban evidentes, y se produjo una importante separación de las mismas, favorecida por el hecho de que la topografía irregular del  terreno generaba cierto aislamiento entre los barrios, comunicados únicamente a través de las principales arterias. Asimismo, entre los mismos trabajadores de Zapla también se podía observar las diferencias. “En el caso de AHZ, la mano de obra especializada provenía en general de otras provincias y se instalaba en barrios pertenecientes a ‘la fábrica’ en los que la circulación estaba permitida sólo a sus moradores, lo que limitaba la interacción de este sector con la población local” (Bergesio, Marcolieri, 2008, p. 49). Incluso las características arquitectónicas eran diferentes en casas de profesionales, técnicos y obreros, tanto en la ciudad como en los otros núcleos urbanos.

La misma ubicación de los barrios demarcaba la jerarquía social: los profesionales habitaban en zonas residenciales alejadas de la fábrica; técnicos y capataces en otros barrios, donde las viviendas dependían de planes habitacionales; y los obreros no calificados se ubicaron en barrios cercanos a la planta, donde la contaminación era mayor.

En 1990 comenzó en Argentina una etapa de desarrollo del modelo neoliberal que ya se venía experimentando a nivel mundial que, como ya se ha mencionado anteriormente, tuvo como una de sus principales características la privatización de las empresas públicas. AHZ no fue una excepción en este modelo. “En Palpalá, el proceso de privatización comenzó en 1991 cuando el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Defensa, anunció el llamado a licitación para privatizar ese complejo minero – forestal – siderúrgico.” (Bergesio, Marcoleri, 2008, p. 53).

La adjudicación del establecimiento a Aceros Zapla y la reducción drástica de las oportunidades laborales que ello implicó, afectaron a Palpalá fuertemente, puesto que implicó que aproximadamente 3.500 personas perdieran la fuente de ingresos. La absorción de esta mano de obra, ahora desocupada, fue sumamente difícil en una ciudad cuya actividad económica dependía casi exclusivamente de la producción de acero. “En un contexto sin demasiadas alternativas ocupacionales, esto fue un golpe devastador para la economía de Palpalá, y significó el fin de una inserción laboral estable para muchas familias en el lugar” (Bergesio, Marcolieri, Golovanesky, 2004, p. 5).
Mucho del personal profesional y técnico volvió a su lugar de origen a buscar nuevas oportunidades. El crecimiento poblacional disminuyó considerablemente, registrándose, según los análisis realizados entre los censos de 1991 – 2001 (Marcolieri, Bergesio, 2008), una desaceleración del crecimiento poblacional del departamento en comparación con el período 1980 – 1990. El mayor crecimiento se registró en la ciudad de Palpalá, mientras que, en las zonas rurales, la población se redujo casi totalmente. Tal es el caso de Mina 9 de Octubre y Centro Forestal.

Frente a esta situación, se buscaron nuevas alternativas para el desarrollo de las fuentes de trabajo: “Durante las décadas de 1980 – 1990, en la Argentina se asiste a una revalorización del papel de las microempresas, pequeñas y medianas empresas (MIPyMes) en el desarrollo económico y social, acompañada de un debate acerca de su contribución en términos de creación de empleo, introducción de innovaciones, regeneración de la base empresarial y desarrollo local”. (Bergesio, Golovanesky, Marcolieri, 2005, p. 8).}

                                                   

Hasta aquí una mera descripción técnica. Lo mejor es contar cómo es la ciudad, desde mi punto de vista.

La gente es cálida, un tanto tímida a veces, pero muy amable. Recorrí muchas calles. Palpalá tiene innumerables plazas, todas ellas tienen esculturas, algunas realizadas por alumnos y otras por artistas plásticos locales.

Donde está ubicada la Casa de la cultura del bicentenario, que es un enorme salón de actos, hay muchas cabezas gigantes, que rodean el edificio. Al frente, esculturas hechas con pedazos de metales, formando animales: alacranes, avestruces, una tortuga parecida a la tradicional “Manuelita”. El salón tiene en sus paredes, pinturas referidas a la jura de la bandera.

Frente a la Casa de  la cultura, hay un enorme tanque de agua (lo fue en una época), al que transformaron en un museo de Malvinas (planta baja) y una biblioteca (planta alta). Totalmente vidriado. Al costado del tanque hay esculturas que refieren hechos ocurridos en Malvinas.



Palpalá tiene muchos colegios. El horario de entrada y salida de los alumnos es el de mayor concurrencia en las calles, ya que por la tarde y hasta alrededor de las 17 no hay nadie. Circulan colectivos que van a diferentes localidades y al Centro de la ciudad capital, San Salvador.



Las avenidas son muy anchas, la mayoría con boulevares. Hay autopistas nuevas que conectan con la ruta Nro 9 que va desde la Avenida General Paz y finaliza en el puente internacional Horacio Guzmán sobre el río La Quiaca, en la provincia de Jujuy. Su recorrido total es de 1967 km (1222 millas) y se encuentra totalmente pavimentada.




Sigamos con Palpalá. No hay un centro comercial, sino cuadras con locales, pero no demasiados. Hay un cine, está la vieja terminal y la nueva ya fuera de la ciudad, cerca de la ruta. El estadio del equipo Altos Hornos Zapla está ubicado cerca del club de golf, al final de la ciudad, cercano a la ruta 1.

A unas cuadras del ingreso a la ciudad, está el parque de los niños, que tiene esculturas de muchos personajes de historietas y más adelante el Parque de los duendes, esculturas de gran tamaño que están diseminadas en una hondanada, cerca del parque de las esculturas.

                                 

Palpalá es tranquila, ordenada, sin un solo papel en el suelo, muy limpia y silenciosa.
Este es el punto de vista mío, tal vez sus habitantes opinen diferente. Los 4 días que estuve ahí, fueron suficientes para aprender a tomar las cosas con otra velocidad, con esa tranquilidad típica de la gente del interior, sin apuro, con una calma a la que no estamos acostumbrados. “Tranquila…ya va a tener tiempo de hacer todo…” , me decía el conserje del hotel. Y sí, al día siguiente de haber llegado, ya me había contagiado de esa hermosa enfermedad llamada CALMA.


Gracias Nélida Robledo por tu invitación, fuiste una excelente anfitriona.


Comparto el video que vimos al finalizar el evento, con un  poema creado por Nélida Robledo y las imágenes de un Palpalá bello como sigue siendo con el paso del tiempo.



Ferias

Tamales



Plaza Veteranos de Malvinas



















©Silvia Vázquez
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