“Palpalá, a diferencia de otras ciudades jujeñas, no creció
en torno a una plaza o un centro cívico – religioso, sino que el punto de
referencia urbanístico, social y económico fue, por mucho tiempo, una planta
siderúrgica integrada: Altos Hornos Zapla” (Bergesio, Marcolieri, 2008, p. 45).
La historia de Palpalá y su nacimiento se encuentra íntimamente ligada al
descubrimiento de yacimientos de mineral de hierro en las Serranías de Zapla,
en 1941.
La historia del descubrimiento comenzó cuando el jujeño
Wenceslao Gallardo y el italiano Ángel Canderle cazaban en las laderas del
cerro Zapla. Allí fue que Canderle, quien tenía conocimientos acerca de los
minerales, reconoció en el color rojizo de la tierra la presencia de hierro.
Decidieron tomar muestras de algunas piedras del lugar, con el fin de enviarlas
a analizar.
En 1941, el Ministerio del ejército de la Argentina tomó
conocimiento acerca de la existencia del mineral en las Serranías de Zapla, por
lo que comenzó con las tareas de cateo geológico del suelo. Ese mismo año, el
General Manuel Nicolás Aristóbulo Savio, redactó la ley 12.709, por la cual se
creó la DGFM, y en octubre, se le transfiere a la misma el estudio de la
potencialidad del yacimiento. “Confirmada la existencia de una rica veta
ferrífera, la Dirección General de Fabricaciones Militares firmó con el
gobierno de Jujuy un convenio de explotación (Vergne, 1980)” (Bergesio,
Marcoleri, 2008, p. 47).
En enero de 1943 se crea por decreto la unidad siderúrgica
AHZ, conformada por la planta siderúrgica construida en Palpalá y los
yacimientos del cerro Zapla, los cuales fueron bautizados como Mina 9 de
Octubre.
El establecimiento contaba con cuatro centros de producción:
el centro siderúrgico en Palpalá, los centros de extracción del mineral de
hierro Mina 9 de Octubre y Mina Puesto Viejo, y Centro Forestal, centro de
provisión de carbón vegetal para la planta. “El centro siderúrgico poseía tres
plantas básicas de producción: Altos Hornos, Acería y Laminación. Para
satisfacer las necesidades de estos cuatro centros de producción, contaba con
una usina termoeléctrica, planta de oxígeno, talleres de mantenimiento, planta
de tratamiento del agua, laboratorio y taller de fundición. La fábrica se
convirtió así en lo que se dio en llamar una ‘planta siderúrgica integrada’”
(Bergesio, Marcoleri, 2008, p. 49).
El descubrimiento del yacimiento, y la posterior
construcción y puesta en marcha de la planta siderúrgica AHZ y sus centros,
produjo el asentamiento en la zona de una importante ola inmigratoria que
llegaba en busca de cubrir la oferta laboral existente, generando un acelerado
crecimiento urbano de lo que luego se convertiría en la ciudad de Palpalá. “El
descubrimiento de esta mina y la decisión de impulsar la industria siderúrgica
nacional con AHZ, atraen mano de obra especializada de otras provincias y una
corriente migratoria de países limítrofes, especialmente de Bolivia, que se
traduce en un importante incremento de la población provincial” (Bergesio,
Marcolieri, 2008, p. 46).
Resultó necesario entonces, dar vivienda y cubrir los
servicios básicos de los nuevos residentes de la provincia y Palpalá. Es por
ello que en los diferentes centros de producción de AHZ se construyeron
complejos habitacionales para obreros, profesionales y técnicos. También se
edificaron escuelas primarias y secundarias, instalaciones de asistencia
médica, clubes deportivos, cines, e incluso, en el caso de la ciudad de
Palpalá, un casino y una iglesia, entre otros.
La ciudad fue creciendo de manera desordenada, teniendo como
punto de origen de dicho desarrollo, la planta de AHZ. A su vez, alrededor de
la misma, se instalaron fábricas pequeñas, cuya producción dependía del acero.
Esto aumentó aún más la oferta laboral. El crecimiento fue de tal magnitud que
no se daba abasto con la cantidad de viviendas. Los trabajadores de AHZ vivían
en barrios pertenecientes a la fábrica, pero un importante segmento de la
población no conseguía acceder a una casa.
La nueva sociedad pronto mostró sus diferencias entre
estamentos sociales, principalmente originados por la jerarquía impuesta en el
trabajo: “En Palpalá y Jujuy surgieron sectores de profesionales, obreros
especializados, comerciantes y empleados públicos ligados al sector terciario,
y trabajadores por cuenta propia, en su mayoría provenientes del interior de la
provincia y de Bolivia” (Bergesio, Golovanesky, Marcolieri, 2005, p. 3) Las
diferencias entre las clases sociales resultaban evidentes, y se produjo una
importante separación de las mismas, favorecida por el hecho de que la
topografía irregular del terreno
generaba cierto aislamiento entre los barrios, comunicados únicamente a través
de las principales arterias. Asimismo, entre los mismos trabajadores de Zapla
también se podía observar las diferencias. “En el caso de AHZ, la mano de obra
especializada provenía en general de otras provincias y se instalaba en barrios
pertenecientes a ‘la fábrica’ en los que la circulación estaba permitida sólo a
sus moradores, lo que limitaba la interacción de este sector con la población
local” (Bergesio, Marcolieri, 2008, p. 49). Incluso las características
arquitectónicas eran diferentes en casas de profesionales, técnicos y obreros,
tanto en la ciudad como en los otros núcleos urbanos.
La misma ubicación de los barrios demarcaba la jerarquía
social: los profesionales habitaban en zonas residenciales alejadas de la
fábrica; técnicos y capataces en otros barrios, donde las viviendas dependían
de planes habitacionales; y los obreros no calificados se ubicaron en barrios
cercanos a la planta, donde la contaminación era mayor.
En 1990 comenzó en Argentina una etapa de desarrollo del
modelo neoliberal que ya se venía experimentando a nivel mundial que, como ya
se ha mencionado anteriormente, tuvo como una de sus principales características
la privatización de las empresas públicas. AHZ no fue una excepción en este
modelo. “En Palpalá, el proceso de privatización comenzó en 1991 cuando el
Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Defensa, anunció el llamado a
licitación para privatizar ese complejo minero – forestal – siderúrgico.”
(Bergesio, Marcoleri, 2008, p. 53).
La adjudicación del establecimiento a Aceros Zapla y la
reducción drástica de las oportunidades laborales que ello implicó, afectaron a
Palpalá fuertemente, puesto que implicó que aproximadamente 3.500 personas
perdieran la fuente de ingresos. La absorción de esta mano de obra, ahora
desocupada, fue sumamente difícil en una ciudad cuya actividad económica
dependía casi exclusivamente de la producción de acero. “En un contexto sin
demasiadas alternativas ocupacionales, esto fue un golpe devastador para la
economía de Palpalá, y significó el fin de una inserción laboral estable para
muchas familias en el lugar” (Bergesio, Marcolieri, Golovanesky, 2004, p. 5).
Mucho del personal profesional y técnico volvió a su lugar
de origen a buscar nuevas oportunidades. El crecimiento poblacional disminuyó
considerablemente, registrándose, según los análisis realizados entre los
censos de 1991 – 2001 (Marcolieri, Bergesio, 2008), una desaceleración del
crecimiento poblacional del departamento en comparación con el período 1980 –
1990. El mayor crecimiento se registró en la ciudad de Palpalá, mientras que,
en las zonas rurales, la población se redujo casi totalmente. Tal es el caso de
Mina 9 de Octubre y Centro Forestal.
Frente a esta situación, se buscaron nuevas alternativas
para el desarrollo de las fuentes de trabajo: “Durante las décadas de 1980 –
1990, en la Argentina se asiste a una revalorización del papel de las
microempresas, pequeñas y medianas empresas (MIPyMes) en el desarrollo
económico y social, acompañada de un debate acerca de su contribución en
términos de creación de empleo, introducción de innovaciones, regeneración de
la base empresarial y desarrollo local”. (Bergesio, Golovanesky, Marcolieri,
2005, p. 8).}
Hasta aquí una mera descripción técnica. Lo mejor es contar cómo es
la ciudad, desde mi punto de vista.
La gente es cálida, un tanto tímida a veces, pero muy
amable. Recorrí muchas calles. Palpalá tiene innumerables plazas, todas ellas
tienen esculturas, algunas realizadas por alumnos y otras por artistas
plásticos locales.
Donde está ubicada la Casa de la cultura del bicentenario,
que es un enorme salón de actos, hay muchas cabezas gigantes, que rodean el
edificio. Al frente, esculturas hechas con pedazos de metales, formando
animales: alacranes, avestruces, una tortuga parecida a la tradicional
“Manuelita”. El salón tiene en sus paredes, pinturas referidas a la jura de la
bandera.
Frente a la Casa de
la cultura, hay un enorme tanque de agua (lo fue en una época), al que
transformaron en un museo de Malvinas (planta baja) y una biblioteca (planta
alta). Totalmente vidriado. Al costado del tanque hay esculturas que refieren
hechos ocurridos en Malvinas.
Palpalá tiene muchos colegios. El horario de entrada y
salida de los alumnos es el de mayor concurrencia en las calles, ya que por la
tarde y hasta alrededor de las 17 no hay nadie. Circulan colectivos que van a
diferentes localidades y al Centro de la ciudad capital, San Salvador.
Las avenidas son muy anchas, la mayoría con boulevares. Hay
autopistas nuevas que conectan con la ruta Nro 9 que va desde la Avenida
General Paz y finaliza en el puente internacional Horacio Guzmán sobre el río
La Quiaca, en la provincia de Jujuy. Su recorrido total es de 1967 km (1222
millas) y se encuentra totalmente pavimentada.
Sigamos con Palpalá. No hay un centro comercial, sino
cuadras con locales, pero no demasiados. Hay un cine, está la vieja terminal y
la nueva ya fuera de la ciudad, cerca de la ruta. El estadio del equipo Altos
Hornos Zapla está ubicado cerca del club de golf, al final de la ciudad,
cercano a la ruta 1.
A unas cuadras del ingreso a la ciudad, está el parque de
los niños, que tiene esculturas de muchos personajes de historietas y más
adelante el Parque de los duendes, esculturas de gran tamaño que están
diseminadas en una hondanada, cerca del parque de las esculturas.
Palpalá es tranquila, ordenada, sin un solo papel en el
suelo, muy limpia y silenciosa.
Este es el punto de vista mío, tal vez sus habitantes opinen
diferente. Los 4 días que estuve ahí, fueron suficientes para aprender a tomar
las cosas con otra velocidad, con esa tranquilidad típica de la gente del
interior, sin apuro, con una calma a la que no estamos acostumbrados. “Tranquila…ya
va a tener tiempo de hacer todo…” , me decía el conserje del hotel. Y sí, al día
siguiente de haber llegado, ya me había contagiado de esa hermosa enfermedad
llamada CALMA.
Gracias Nélida Robledo por tu invitación, fuiste una excelente
anfitriona.
Comparto el video que vimos al finalizar el evento, con
un poema creado por Nélida Robledo y las
imágenes de un Palpalá bello como sigue siendo con el paso del tiempo.
https://www.youtube.com/watch?v=X6fFtxrVKdM
con Nélida M. Robledo |
Ferias |
Tamales |
Plaza Veteranos de Malvinas |
©Silvia Vázquez
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