Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
(de Sonetos del amor oscuro)
Este poema pertenece a Sonetos del amor oscuro, libro que no alcanzó a publicar en vida debido al carácter homoerótico de los textos. Durante muchos años se mantuvieron escondidos, hasta que aparecieron finalmente como un conjunto homogéneo en 1984.
En estos versos el hablante lamenta la pérdida del ser amado, la ausencia amenaza con enloquecerlo y lo único que desea es una respuesta. A pesar de que han pasado muchísimos años desde su creación, la temática sigue manteniéndose completamente vigente. Por ello, se ha convertido en una de las obras más citadas del autor, pues representa la desesperación ante la falta del otro.
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