viernes, 24 de mayo de 2024

Narrativa: Borges y su laberinto

 Borges y su laberinto


Dígame don Jorge Luis, a qué se debe su pasión por escribir sobre laberintos?”

Se lo pregunté esa tarde que nos reunimos en el café de la Avenida de Mayo. Apenas nos sentamos, me saqué el sombrero y lo coloqué sobre la silla vacía que quedaba en nuestra mesa.

“Espere, muchacho”, me dijo, “primero lo primero: Mozo, un cafecito y churros para dos, por favor”

Saboreó el café caliente y me miró, pensé que le había molestado mi pregunta, pero por el contrario. Se acomodó en la silla y fijando la vistaen la vidriera de la avenida, comenzó a hablar, con voz pausada y suave:

Para mí  el mundo es un caos incomprensible y que está fuera de lógica y sería absurdo intentar encontrarle explicación y origen. En este mundo o laberinto, lo más probable es  perderse y morir sin haber llegado a entender nada, me comprende?”

La verdad, para comprenderlo había que tomarse un rato y descifrar cada palabra, aunque esta vez le entendí rápidamente, ya que yo mismo estaba metido en una especie de laberinto y no sabía cómo salir. La idea era justamente aprovechar la oportunidad de poder conversar con él y ver si podía aclararme el panorama y sentirme más orientado.

El mundo es un caos, es verdad y también es posible perderse. En las ideas sobre todo.



Y siguió: 

“Asterión simboliza a un hombre en general y el laberinto es la construcción fabricada por su intelecto que para él es la realidad. Cierto?

A pesar de lo poco que me habló, supo ayudarme para poder llegar a la conclusión que necesitaba.

“Asterión buscaba sin hallar y razonaba sin entender. Sabía que ha sido rechazado por la autoridad real que pudo haber sido su padre;  también que había muerto en el momento mismo de nacer. Su aislamiento le producía dolor, y su conciencia atormentada perdía contacto con la realidad., me comprende?”



Así me sentía yo a veces. Perdía contacto con la realidad.

Tan perdido estaba que aquella tarde en el café de la Avenida de Mayo, sentí que realmente había conversando con Borges, que tenía un sombrero de época y que había saboreado café con churros.

Nuestros laberintos, personales, propios…

No quiero hundirme en mi laberinto, ni que el Minotauro me ataque . No quiero vivir donde no existe el amor y en donde se percibe la falta de otros que hagan compañía y diviertan al monstruo, al poeta..

Gracias Don Jorge Luis. A pesar que me digan que estoy un poco loco, yo sé que de alguna manera ese café con churros existió, que la vidriera de la Avenida de Mayo por la que paso asiduamente, me revive aquel momento. A veces, no es difícil abrir los ojos, simplemente hay que saber hacia donde mirar.

 

©SilviaVázquez

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