Algodones
Dennis Brickman era el dueño de
los campos más grandes de algodón de Mississippi. Por la mañana temprano, se
sentaba al lado del enorme ventanal de su mansión y tomaba su café, mirando a
sus más de 50 esclavos cosechando lo que luego vendería al mejor postor, no sin
antes averiguar cuál fue el precio mayor de la temporada.
Traían arrastras a una de las
muchachas esclavas que había intentado escaparse por la parte trasera de la
casa, quien luego sería castigada a latigazos hasta que “aprenda la lección”.
Aquella mañana había sido
complicada, muchos problemas para Dennis, que aun así lograba sumar más y más
millones a su fortuna.
Agazapado en uno de los pasillos
del primer piso, Lawrence esperaba el momento ideal para atacar a su amo, quien
había puesto en el pozo a su esposa Madeleine.
Cuando Dennis se levantó de su
sillón de terciopelo, Lawrence lo apuñaló por la espalda provocándole la
muerte. Antes le dijo “ jamás le perdonaré el daño que le ha hecho a mi
mujer, ella no se merecía tanto dolor”.
Y con sus manos repletas de
sangre, corrió escaleras abajo para tomarla de la mano y huir juntos.
En ese momento, las luces se
encendieron y la sala comenzó a aplaudir. Más de uno lagrimeando.
Habían sido dos horas de
película pero valió la pena aunque fuera verano, sentarse en el cine con aire
acondicionado siendo sufrir a otros…


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