Siempre estuve
fascinada con la luna,
por su brillo y
su perfecta redondez.
Porque bajo sus
alas
tantos enhebraron
palabras de amor.
Adoro el aroma a
primavera,
a pasto húmedo, a
rosas nuevas,
al néctar que
fluye
bajo el ala de
una abeja saltarina.
Sueño con el mar,
con los corales
que hacen ronda
para danzar al
compás
de una
música de hadas y de duendes.
Me siento plena, enamorada,
porque tu cuerpo
me acompaña al despertar
y me acarician
tus besos, aún húmedos,
al abrir los ojos
repletos de sueños.
Despiertos los
dos, al alba
seguiremos por un
río de caricias
y nos amaremos,
hasta que la
luna, esta vez fascinada
por nosotros,
reaparezca en el cielo.
Silvia
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