Cuando la
tarde se ponía oscura, mirábamos por la ventana del aula. Teníamos que ir hasta
Santos Vega para cruzar la calle. Toda la zona de lo que hoy es la Comisaría de
Bosch , se convertía en un lago imposible de cruzar.
Teníamos que
ir cruzar por el puentecito y llegar hasta la estación, para volver a casa.
Los días de
lluvia eran una miniaventura para nosotros. Hoy en día, el puentecito no
existen gracias a una obra que se hizo bajo la avenida Triunvirato.
Lamento que
nos haya invadido el progreso en tal magnitud. Dijo Bernard Shaw que “el hombre
razonable se adapta al mundo; el irrazonable intenta adaptar el mundo a sí
mismo. Así pues, el progreso depende del hombre irrazonable”. Con el transcurso
del tiempo, veo que la zona ha crecido demasiado. Altísimos edificios asoman en
terrenos que antes ocupaban chalecitos con ladrillos a la vista… Qué buenos
recuerdos me traen las viviendas rodeadas de jardines…
Tal vez me
esté convirtiendo en una mujer mayor, pero añoro ese Bosch , el barrio de los
“chalecitos”.
Silvia
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