viernes, 4 de noviembre de 2022

Escritora invitada: Susana Grimberg- "Corrupción e impunidad"

 Corrupción e impunidad.

                                            “Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad                                                 de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo.”                                                                                     Sófocles






Impunidad

Impunidad se define como la cualidad de impune, es decir, la cualidad de dejar un exceso sin el merecido castigo. La palabra proviene del latín impunitas que quiere decir, literalmente, “sin castigo”.

A partir de esto, se entiende que la impunidad es la condición que permite que sean cometidos delitos sin que las personas responsables paguen las consecuencias. Por ejemplo: “En nuestro país, la impunidad es la causa principal del aumento de la delincuencia”.
La condición de la impunidad legitima, por un lado, la ausencia de responsabilidad, por otro lado, la negación del derecho de la víctima a ser resarcida por los daños sufridos. Así, la impunidad pone en riesgo la protección de los derechos humanos.
De esto se desprende que, en muchos casos, la impunidad es consecuencia de la corrupción del sistema judiciario y signo inequívoco de la fractura del Estado de derecho.
La impunidad puede tener diferentes causas. Por ejemplo: la negligencia, la resistencia a investigar la falta de evidencias o el soborno/intimidación de las autoridades. Esto genera una situación de indefensión y desconfianza de la ciudadanía para con las instituciones de gobierno.

Corrupción

La palabra corrupción viene del latín corruptio (acción y efecto de destruir o alterar por putrefacción y, también, por la acción de dañar o de sobornar.
Estamos viviendo tiempos en los que hablar de corrupción y practicarla se ha vuelto cosa de todos los días. Alateia, (Αλήθεια) término con el que los griegos llamaban a la verdad, alude a lo que está descubierto. Lo opuesto sería la mentira, ψεῦδος, que expresa el encubrimiento. Sin embargo, no todo es tan claro porque si digo yo miento, estoy diciendo la verdad y si expreso lo opuesto, también.

Freud supo articular los términos cuando dijo, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, que los síntomas de conversión de las pacientes histéricas eran una simulación, aunque, había una verdad en juego. postulando que en cada síntoma hay una verdad inconsciente reprimida.

Así fue como inventó el psicoanálisis que, además de tratarse de una forma terapéutica a través de la palabra (hay palabras que enferman y hay palabras que curan), la palabra es también, una herramienta muy potente para adentrarse en lo que ocurre en las relaciones humanas, en la sociedad y en la cultura en general.

En su práctica clínica, Freud se encontró con un tope al desciframiento de los síntomas. Algo impedía ir más allá, que llevaba a una repetición de aquello de lo que precisamente el paciente quería curase. A eso lo llamó pulsión de muerte, ocasionando un gran escándalo dentro de sus seguidores más cercanos mientras que, años más tarde, Lacan lo nombró goce, planteando una estrecha vinculación entre verdad y goce.
Al concluir la primera guerra mundial, cuando todo era horror y muerte, con millones de muertos, de heridos, de mutilados, con las familias desintegradas, dijo Freud: “Lo construiremos todo de nuevo, pero mejor, con más solidez, con más firmeza”. Es indudable que junto al enorme potencial destructivo, el ser humano tiene, también, un inmenso potencial creativo que posibilita “volver a empezar”.

Las redes sociales
La instantaneidad que permiten las redes sociales, Facebook, Instagram, Whatsapp, Snapchat, el correo electrónico incluso, destruyen el tiempo de espera tan importante tanto para el deseo como para el amor. Es más, si la respuesta no es inmediata, aparecen el miedo, la desconfianza, o la angustia.

Este avance tecnológico, que es tan necesario para comunicarse, favorece la creencia de tener al Otro tan cerca que casi podría tocarse, cuando en realidad lo que se tiene cerca es una tecla. Es más, se dice que se habla por Internet cuando no se está hablando sino escribiendo.

Estamos asistiendo en streaming al espectáculo que ofrece la impunidad que es el uso de la mentira para obtener ventajas.

Todo esto deja al sujeto moderno desprotegido, sumiéndolo en la desesperanza, angustia y una ira incontenible que terminan originando síntomas acuciantes como temblores, jaquecas, insomnio, úlceras y problemas cardíacos. Si no es posible confiar en la palabra como principio, ¿qué queda?

Reconectar a los sujetos con la palabra es una apuesta difícil, pero no imposible.

Etimología del término corrupción.

Según el diccionario etimológico de Joan Corominas, el término corrupción deriva de roer, corroer, romper, también de corrosión, corrosivo, erosión. Proviene del latín corruptio, acción y efecto de destruir o alterar por putrefacción, también dañar, sobornar o pervertir a alguien. También, es la práctica que consiste en hacer abuso del poder para sacar un provecho económico. La corrupción política se refiere al mal uso del poder: al tráfico de influencias, la extorsión y el fraude, hechos con los que se encadenan otros delitos.

Dijo Manuel Jiménez Friaza, Licenciado en Filología Española, Profesor de Educación Secundaria de Lengua Castellana y Literatura y columnista del diario La Opinión de Málaga, sobre la onomatopeya de la palabra corrupción que, tal como en la historia de Eva y la manzana, Eva es seducida por la serpiente a la que no se le entiende ni oye: bisbisea, se arrastra, se oculta, desaparece. “La aliteración de la s, los corruptores sisan, sisean, bisbisean, se arrastran en la sombra: la serpiente”.

Es lamentable que la gente desconozca que la desnutrición, la pobreza, la mortalidad infantil o la muerte de mujeres por causa de abortos sépticos, violaciones y demás horrores que salpican nuestras vidas cotidianas, se produzcan por la corrupción que subrepticiamente, va infectando la vida. Tanto la aplaudida viveza criolla como la “apiolada” porteña, dan cuenta de lo sobrevalorado que está apoderarse de un bien de otro, sin que nadie se dé cuenta; lo valorado que está saber robar.

Es difícil precisar las causas de la corrupción. Una de las teorías, la menos convincente en mi opinión, es la que asocia la degradación moral, y por ende la corrupción, con la pobreza. Sin embargo, en realidad, la corrupción está fuertemente enraizada en factores culturales que comparten ricos y pobres.

Para muchas personas, si alguien trae objetos de contrabando, o realiza prácticas para obtener aprobaciones de forma ilegal y cobra por eso, en ambos casos se considera que está haciendo un negocio cuando, en realidad, es un delito. En el lenguaje mismo, está internalizada la corrupción.

La corrupción, es un mal ocasionado por psicópatas. Muchas veces, de tal gravedad que, desalentada, la sociedad tiende a resignarse. El “roban, pero hacen”, es un mal que afecta a toda la sociedad.
El afán por el poder

El corrupto, siempre busca obtener un beneficio personal, generalmente económico, con la complicidad de otro, tan corrupto como él. Entonces, ¿qué persigue el corrupto? El poder.
El poder, hace que el corrupto se sienta más fuerte que lo que en realidad es. El narcisismo del corrupto es exitoso cuando una sociedad tan permisiva como la nuestra, lo deja impune. Por otra parte, el psicópata, sujeto que carece de sentimientos de culpa, actúa a sabiendas de que es invulnerable.

Es cierto que el poder puede ser puesto en función del bienestar de la sociedad pero, en general, lo es en función de satisfacer el propio Ego, lo que se observa en los líderes que estimulan el fanatismo.

La patología del corrupto pone en juego la envidia, los celos y un narcisismo ilimitado, que se vuelve patológico cuando se abandonan las normas éticas.
La educación como freno a la corrupción.
La prevención de esta patología, empieza desde el niño, fortaleciendo la autoestima y los valores morales. O sea, prevención es en mi opinión, anticipación.

Si un niño observa a sus padres, sus maestros o a los dirigentes ser complacientes con la transgresión de las normas, donde hacerle daño al otro no tiene importancia, ahí se estarán sembrando las semillas de la futura psicopatía y del futuro corrupto.
Todas las sociedades se constituyen como tales, a partir de la ley. La ley, entendida como lo que diferencia entre lo que se puede (y se debe) de lo que no se puede, es el gran organizador de la vida social.

Quiero concluir con esta frase de Edgar Allan Poe

“El hombre es un animal que estafa, y no hay otro animal que estafe además del hombre”.
También con esta afirmación de Julio Anguita

“Quien vota a los corruptos los legitima, los justifica y es tan responsable como ellos.”
Susana Grimberg, psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.
Streaming: “A la vuelta de la esquina” por Youtube.

©Susana Grimberg
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