Amor en Casablanca (del libro "Cuentos con café")
Pablo bajó del avión en Rabat un día por la
tarde. Miró hacia todos lados. La amplitud le permitía reconocer el lugar
solamente por las fotos que había visto por la web.La esperanza de comenzar una
nueva vida lejos de su casa lo entusiasmaba y al mismo tiempo lo asustaba.
Era muy diferente la vida en Argentina y en
Marruecos. Eso lo sabía. Pero lo que también sabía era que Adil, a quien había
conocido en un Congreso en Montevideo, lo esperaría detrás de los vidrios del
aeropuerto para llevarlo a su departamento de la Avenue Chellah, justo el día
que el mercado estaba a pleno.
Adil estaba ahí, como había prometido. Se
abrazaron fuertemente como grandes amigos. Ambos hablaban inglés, pero Pablo
aprendió el idioma rápidamente.
La nueva casa era cómoda, aunque pequeña, pero
suficiente para los dos.
Pablo había recibido su título de Médico y
estaba listo para comenzar en el Hospital
Centre d'Oncologie Nakhil, donde trabajaba Adil
.
Afortunadamente ambos tenían la misma edad así que congeniaban bien, incluso
cuando discutían sobre algún caso en común.
La vida en Rabat para Pablo fue difícil en un
principio. Cuando salía del Hospital, caminaba por las calles angostas solo,
intentando conocer más sobre las costumbres del lugar. Compraba algunas cosas
en el mercado que estaba cerca del departamento, y caminaba hacia la Torre
Hasán, o se iba hasta Casablanca, para conocer el lugar de aquella película tan
famosa.
Meses después ya acostumbrado a su nueva casa y
su nuevo trabajo, se sorprendió cuando se cruzó en Kasbah de los Udayas con una muchacha morena
que le llamó la atención.
Kasbah uno de los principales atractivos
turísticos de la ciudad, para no decir el principal. Dentro de las murallas de
la fortaleza del siglo XI se esconde la magia: un barrio pequeño y tranquilo
lleno de edificios blancos y azules que recuerdan un poco a Chefchaouen.
Ella caminaba mirando las casas de color azul y blanco, a él le
recordaba la bandera de su país. Ella fotografiaba las enormes macetas de las
veredas, él no le sacaba la visa de encima.
En una de las esquinas, ella se sentó en un
café y el hizo lo mismo. La miró y ella hizo igual. Se acercó a su mesa y en un
básico idioma árabe le preguntó si podía sentarse junto a ella.
La hospitalidad marroquí se demuestra al
compartir el té con extraños. Tanto en Marruecos como en el mundo árabe un
huésped será siempre bien recibido, incluso aunque se trate de una persona que
apenas se conoce, en ocasiones también se le invita a comer.
Le preguntó su nombre y le dijo el suyo. Sofía
El Marikh era ella.
Recién al llegar al departamento y contarle a
su amigo sobre su nueva amiga, se enteró que era una de las modelos más famosas
del mundo árabe.
¡Un argentino saliendo con una modelo árabe!
Qué iban a decir sus amigos del barrio, ¡No lo iban a poder creer! El era
guapo, y ella modelo, además músico y corista .Una pareja perfecta.
Sofia era especial, los dos no dejaron de
verse. Todo momento libre era para ellos. Caminaban, recorrían, viajaban y
sonreían. Pocas veces Pablo podía acompañarla si ella viajaba, pero igualmente
la pareja funcionaba bien.
No era una mujer de costumbres afianzadas. No
llevaba chilabas acompañadas de un hiyab o velo para cubrir su cabello y parte
del pecho. Por el contrario su cabello largo brillaba al sol y se flameaba cada
vez que movía su cuerpo esbelto.
Durante el Ramadán, es primordial mostrar
respeto en la vestimenta y en el comportamiento si está cerca de una mezquita. El
ingreso a las mezquitas y en el mundo árabe en general no está permitido a los
‘infieles’. Es decir, solo los musulmanes pueden ingresar a las instalaciones.
Sin embargo hay ciertos lugares que si son de libre acceso, como la Mezquita de
Hassan II en Casablanca.
Eso compartían, diferentes costumbres,
diferentes formas de vida.
Sofía y Pablo siguieron juntos dos años. Un
verano decidieron venir a Buenos Aires. El trajo a Sofía para que conociera a
su familia y viviera sus costumbres, como lo hizo él dos años atrás.
Adil, viajó unos días más tarde con su novia, para
unirse con sus amigos en la ceremonia de casamiento que harían en Argentina,
luego de haberse casado en Casablanca, en la playa Ain Sebaa, con Adil y su
novia como testigos, la arena blanca y el sol marroquí.
©Silvia Vázquez