Nació en
Buenos Aires el 1° de noviembre de 1957. Es licenciado y doctor en Ciencias
Políticas por la Universidad Católica Argentina. Es diplomático de carrera
retirado (1983 - 2021)
En el
exterior desempeñó funciones en el Consulado General Argentino en Hamburgo y en
las embajadas en Alemania, Cuba y Finlandia. De 2017 a 2019 fue embajador en
Haití.
Es autor de
una tesis doctoral titulada La Revolución Cubana 50 años después. Impacto de
los factores externos e internos en la grave crisis económica y social de Cuba
en 2009 y en 2022 publicó su primer libro, Testigo de una revolución
traicionada, basado en su tesis doctoral.
Fue
Presidente del Rotary Club Río de la Plata 2023-2024.Es miembro de la
Association for the Study of the Cuban Economy (ASCE) de Miami.
Es
columnista en temas internacionales en el periódico “La Prensa” de Buenos Aires
y otros medios de Argentina.
En otra oportunidad hablamos de su libro “Testigo de una revolución traicionada” que revela la voluntad del autor de dejar su testimonio en primera persona de la grave crisis social y económica que observó durante su estadía en la República de Cuba entre 2006 y 2009. Conoció la isla de extremo a extremo y la Isla de la Juventud, y conversó con numerosos cubanos de a pie. El material reunido y los testimonios en primera persona dan cuenta de lado humano de Pedro von Eyken y su compromiso con la sociedad cubana, por lo cual decidimos esta vez entrevistarlo desde un punto de vista más personal.
¿Quién es
su escritor favorito?
Es difícil
mencionar uno solo, me gusta más de un género. Como favoritos, podría mencionar
a dos: una viva, la española Julia Navarro. El otro falleció hace tiempo, el
británico Winston Churchill.
¿Su obra
literaria favorita?
Memorias o
La Segunda Guerra Mundial, de Winston Churchill. Son doce libros magistrales.
¿Qué género
de lectura prefiere?
Como dije,
preferentemente dos, uno es la historia novelada o novela histórica, y el otro
es el relato histórico testimonial. En ese orden mencioné a Julia Navarro y a
Winston Churchill.
Si se
pudiera sentar a tomar un café con algún escritor, contemporáneo o no, ¿quién
sería?
Winston
Churchill. Sabía lo que decía, lo expresaba majestuosamente, con notable
fluidez. No fue siempre tenido en cuenta y una de las consecuencias de ello fue
la Segunda Guerra Mundial.
¿Cuál es tu
experiencia con el bloqueo del escritor?
Acabo de
enviar a imprenta mi segundo libro. No me ha ocurrido eso todavía.
Ah bueno, ¡eso
es genial! ¿Tuvo alguna crítica negativa de su libro anterior? ¿Cómo lo manejó?
En mi
primer libro, Testigo de una revolución traicionada, ensayo crítico sobre la
revolución cubana a partir de una experiencia testimonial de tres años en Cuba,
no me he enterado de críticas negativas aunque estaba preparado para
conocerlas. Hubiera sido algo natural.
¿Qué parte
de su proceso de escritura es la más difícil?
Ordenar las
ideas para preservar la fluidez del relato, que no necesariamente es lineal. En
mi segundo libro, que también parte de una experiencia testimonial, en este
caso de dos años en Haití, comencé por su presente tortuoso y violento. Luego,
a la manera de flashback, continúo por un pasado apasionante, no menos tortuoso
y violento desde el siglo XVIII, que lleva al lector de nuevo al siglo XXI.
Espero haber acertado. Los lectores lo juzgarán.
¿Cuándo
empezó a escribir?
Antes de
escribir libros, hace unos veinte años, escribía artículos sobre temas de mi
especialidad, la política exterior y sobre lugares o procesos que había
conocido. Uno fue la caída del Muro de Berlín de noviembre de 1989, que derivó
en la reunificación de Alemania en octubre de 1990. Como diplomático me
encontraba en Alemania cuando ambos hechos sucedieron. También fui columnista
en una revista argentina católica y política muy abierta, Criterio, así como en
blogs y el periódico La Prensa de Buenos Aires, entre otros.
¿Qué
elementos de la escritura son los más importantes para usted?
Por un
lado, la descripción de los hechos, a veces soy muy detallista. Por otro lado,
la ironía y hasta la mordacidad, que empleo sobre todo para una de mis
obsesiones: la desmitificación. Me encanta probar que algunas ideas o supuestas
verdades, que terminan no siendo ciertas, son creídas con fervor por mucha
gente. Quizá es producto de una preferencia por la realidad antes que por la
idea o el dogma, aunque este último suele ser más bien religioso, cuestión de
fe. Confieso un rechazo visceral por el dogmatismo político, cuando la
militancia ciega se impone a la racionalidad y a la verdad tangible. Sobre eso,
en lo referido a Cuba, había mucho por decir.
¿Por qué decidió
ser escritor /editar su libro?
En primer
lugar, porque siempre me gustó escribir. En las etapas escolar y académica,
siempre preferí los ensayos y los exámenes escritos, antes que los orales. En
segundo lugar, porque quería comunicar, difundir mis experiencias y mensajes.
Todavía no me pagan por escribir libros, yo me los debo autofinanciar, pero me
basta con que mis reflexiones y experiencias sean conocidas. Eso tiene una
ventaja: escribo cuando quiero, no me corren con plazos. Pero estaría dispuesto
a hacerlo.
¿Las redes
sociales juegan un papel importante para usted como autor?
Sí, por
supuesto. Hay que aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías y vehículos
de difusión.
¿Cuál es su
experiencia con la publicación de su libro?
Se ha
vendido poco el primero pero sabía que eso podía ocurrir. Es el precio de los
comienzos. Hay que hacer presentaciones constantemente. Así y todo, vale la
pena. Hay un libro, con un título y un autor. Además tengo algo muy importante,
indispensable para transmitir correctamente las ideas escritas: una excelente
editora y correctora, que me ayuda, además, con la difusión por redes,
presentaciones y entrevistas. No alcanza solo con escribir el libro.
¿Está
actualmente escribiendo relatos?
No, aunque
pienso constantemente en comenzar a hacerlo. He pasado por experiencias propias
y conocido las de familiares cercanos, que darían muy bien para mezclar
realidad y ficción. Cuando vea que las fuerzas, la memoria y otros recursos
vayan flaqueando, comenzaré a escribir mis memorias. Será el relato mayor.
Por último,
qué sugerencia le daría a alguien que quiere comenzar a escribir un libro?
Yo no he
hecho ningún curso de narrativa, pero aconsejaría hacerlo, no está demás. Y
después, por supuesto, que consiga un buen corrector/editor de libros. Yo soy
hijo de una profesora de castellano que escribía muy bien y pensé que podía
hacer lo mismo. Cuando conocí a mi editora, caí en la cuenta de que no era así.
Que es bueno que revisen lo que escribes y te sugieran mejoras.
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