viernes, 16 de agosto de 2024

Escritora invitada: Susana Grimberg

 El acoso (laboral- sexual). Cuando hay que decir no.

“Al principio la inclinación al mal es tan frágil como el hilo de una telaraña. Después se vuelve tan fuerte como la soga de un carro”.
Talmud



 

Después de lo acontecido entre el ex presidente y su esposa, decidí retomar esta nota sobre la denigración y humillación del otro, se trate de un hombre o de una mujer, como en este caso.
El acoso psicológico, que también podemos llamar moral, es una acción que se basa en descalificar, humillar de una manera sostenida en el tiempo, a cualquier persona, con el fin de desestabilizarla psíquicamente. El acoso sexual, tiene por objeto el sometimiento de otro a partir de una posición de superioridad. Ambos, atentan contra la dignidad e integridad de la persona.

El acoso, en las formas mencionadas, es un proceso largo por el cual la persona, sea hombre o mujer y, sin darse cuenta de lo que sucede, va perdiendo su autoestima y la confianza respecto de lo propio. El sujeto, al no ser plenamente consciente de que está siendo humillado y de que se le están vulnerando sus derechos más fundamentales, puede ser conducido al suicidio.

El acosador, apela a técnicas bastante sutiles como insinuaciones, miradas, mentiras y no cede hasta doblegar al más frágil, incluso dando vuelta la situación desde un lugar en el que prima la fuerza y el poder. Si el humillado, se pone en una posición defensiva, puede provocar más violencia verbal y, también, física porque, si bien el agresor no pretende destruir a su víctima de inmediato, su propósito es anular la capacidad de defensa y toda muestra de rebeldía.

Se podría considerar al acosador como un depredador, sin contemplaciones. Por ejemplo, en el campo laboral, avasalla a su víctima cuando está sola o la desacredita en presencia de otras personas. Siente el mismo placer como cuando le asigna tareas inalcanzables por los plazos para concluirlas además de amenazar con la pérdida del trabajo. Como nadie es imprescindible y muchos, son los afectados por la desocupación, la víctima se somete sin dudar.
El acosador le quita a su víctima las tareas de responsabilidad y le da a cambio tareas rutinarias. También, discriminarlo o ignorarlo, son actos a los que el acosador apela sin ningún prurito. En situaciones extremas, hasta puede retener información y manejarla para inducir al error, difamar a la víctima, extendiendo algún rumor que pueda afectar su profesionalidad.

Innumerables son los casos en los que las víctimas no pudieron acceder, ni siquiera, a seminarios y cursos de capacitación. Más grave aún, es cuando el acoso laboral llega al extremo de bloquear administrativamente a una persona además de invadir la privacidad del acosado interviniéndole tanto el correo como el teléfono.
Atacar las convicciones personales, la ideología o la religión es el arma privilegiada que muchos, a los que no dudo en calificar como mediocres, usan.

Acoso sexual

No hay diferencias entre el acoso sexual y el laboral. Ambos se sostienen en la descalificación y humillación del otro.
Si hacemos un recorrido por los programas de televisión, los mismos pueden funcionar como una pantalla propicia para el goce del acosador, dado que puede maltratar, graciosamente, a algún o alguna protagonista independientemente del sexo.
Cuando se habla de acoso sexual, se piensa a la mujer como víctima y al hombre como victimario, pero no siempre es así, porque los varones también sufren de acoso propiciado por mujeres a las que se suma el acoso por parte de otros hombres, sobre todo en el ámbito laboral, acoso ejercido independiente de la posición que ocupan en las jerarquías. Quiero aclarar que, cuando alguna víctima hace una denuncia, siempre está relacionada con el exceso de presión, el hostigamiento o, más grave: el chantaje.

Muchos hechos sucedidos últimamente, me trajeron a la memoria el libro de Daniel, en la Biblia, Capítulo 13, la historia de Susana, bella mujer, esposa de Joaquim, rico e influyente judío de Babilonia que, en el momento en que se dirigía a tomar un baño en jardín de su casa, fue acosada por dos ancianos jueces. La historia narra que al NO acceder ella, a las demandas sexuales de los jueces, ellos la denunciaron diciendo que la habían descubierto seduciendo a un joven, motivo por el cual debía ser condenada a muerte. Daniel, que apareció cuando ella era llevada a cumplir la condena, interrogó a los acusadores y al poner en evidencia que había falsedad en los relatos, salvó a la mujer de ser lapidada.

También está la historia de José, hijo de Jacobo y Raquel, en el que las características principales eran su belleza y su prudencia.

En los relatos bíblicos numerosas mujeres lo cortejaban y se entregaban a él. Sin embargo, José como ninguno de sus hermanos, logró separarse tanto de las insinuaciones que ni siquiera e detuvo en la belleza de las mismas.
Cuando José tenía diecisiete años y estaba en plena flor de la juventud, día tras día su señora, la esposa de Potifar, intentaba conquistarlo con numerosas trampas: usaba tres atuendos distintos para enamorarlo; las ropas con las que se vestía a la mañana no las volvía a usar a la tarde, y las ropas de la tarde no las repetía al caer el sol. ¿Por qué lo hacía? Para que él la mirara.

En una ocasión un grupo de mujeres se reunió en la casa de Potifar deseosas de ver la belleza de José. ¿Qué hizo la esposa de Potifar? Tomó frutos cítricos y los colocó frente las mujeres dándole a cada una un cuchillo. Después llamó a José y le hizo pararse frente a ellas. Mientras las mujeres pelaban los frutos, encantadas por la belleza de José se cortaron los dedos. Entonces la esposa de Potifar dijo: Ustedes que lo vieron tan sólo por un momento están así de consternadas; cuánto más estoy yo que lo mira todo el tiempo. Y aunque día tras día intentó encantarlo con sus tretas, él nunca se dejó seducir por ella.

El cine y el acoso sexual

En esta cuestión, se sostuvo la película “Atracción Fatal”, con los excelentes actores Michael Douglas y Glenn Close. Si bien, algunas opiniones apuntaron a la infidelidad, a mi parecer, el tema pasaría por el hostigamiento, persecución y maltrato que sufre el personaje masculino. Hasta su vida y la de de su mujer, corrieron peligro en manos de la amante despechada.

Para concluir, quiero remarcar la importancia del NO, como defensa fundamental frente a las situaciones extremas de acoso sexual y, también, del acoso laboral.
Los Diez Mandamientos (salvo dos: Honrarás el sábado y Honrarás a tu padre y a tu madre), se sostienen en el No, no matarás, no robarás…, que hacen que la vida sea posible más allá del desconcierto de los tiempos.

Quiero concluir con los siguientes pensamientos:

De la política, diplomática, abogada, escritora estadounidense Hilary Clinton:
“Golpear a una mujer no es algo cultural, es un crimen, y debe ser dirigido y tratado como tal”.

Y del escritor Antonio Fraguas Forges:
“La violencia es miedo a las ideas de los demás y la poca fe en las propias”.
Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y poeta.

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