viernes, 25 de julio de 2025

De la leyenda de Cliodna y Ciabhan



Tenía sobre su hombro los tres pájaros. Tal era su belleza inmortal que cualquiera quedaba obnubilado al verla.

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     Los pájaros son mágicos, decían. En tierras lejanas han curado desahuciados y perdidos…

 

Ella disfrutaba de su compañía. La mayor de las hijas del último druida de Irlanda, guardiana de las diosas de O`Keefes, vivía en la costa de Glandore, en Cork. Una  tierra de la juventud más allá de los mares conocidos: la Isla prometida donde habitaban hadas y héroes inmortales. Algunos dicen que se trataba de Avalon, el hogar donde reinan los héroes y dioses celtas.

De cabello rubio y  largo, tenía un admirador, llamado Ciabhan, un mortal, que residía en Curling Lockis, el del cabello encrespado. Cliodhna conoció a Ciabhan, su gran amor, cuando éste apareció en las costas y estuvo a punto de ahogarse. Ciodhna le rescató, y los pájaros que siempre la acompañaban sanaron sus heridas. El había arreglado el paseo con Cliodna. El había soñado con ese momento junto a ella. Y ella con él. La campiña era ideal para encuentros románticos. La convenció. La compañía era especial, no cualquier mortal podía estar junto a la reina hada.  Pasar la tarde entre verdes praderas de la costa de Irlanda lo seducía, tanto como ella lo hacía, aunque en realidad lo atraía mucho más la caza de venados.

El se había apartado unos metros. La atención hacia el venado era muy fuerte. Y Mac Lir lo aprovechó. Tocó su música hasta que puso a Cliodna en un sueño profundo y le envió una ola, tan grande que la arrastró hacia a Tierra Prometida.

También las aguas blancas del tamaño de una montaña se levantaron gritando por él. El también estuvo en peligro. Cuando vio el caballo gris con un jinete que traía una brida de oro, supo que también podría estar bajo el mar entre las nueve olas. Pero aún así, íntegramente seco, sin una gota de agua, se levantó pidiendo al jinete ayuda. Lo subió al caballo y arrastró hacia el al bote de madera, salvando su vida.
Algo había a cambio de ese favor: ayudar a quien se le presente, por siempre. Lo aceptò. Fueron ambos a la Tierra Prometida, donde encontraron el lago de los duendes, que festejaban con cuernos que sonaban por doquier, y se llenaba de música.

La muerte de Cliodna bajo las aguas, fue el final del romance.

El amante de Cliodna quedó desolado y triste sin poder remontar su tristeza., pues los pájaros de Cliodhna volaron tras ella también a Danaan, y eran los únicos con el poder de sanar al muchacho. Sin embargo, Cliodhna utilizó su magia para proteger a Ciadhan desde su hogar lejano, y se dice que algunas noches conseguía verla tras las nubes de la bahía de Glandore


©Silvia Vázquez

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