Indiscreta
La mirada esquiva era señal inequívoca de que algo no estaba bien. Solo podía ser una
sorpresa aquella situación.
María viajaba todos los jueves para el bajo. Pero ese día cambio de idea…
Cambió la calle y se fue casi arrastrando por las pisadas de su diminuto calzado. Era
pequeño su paso corto. Pero eran inmensas sus intenciones.
Alguien le había avisado que todo era un cambio en sí. Ella no quería creerlo.
Un taxi raudo pasó y dejó detrás de sí una estela de agua barrosa que pronto ensució a
María.
¿Pasó de casualidad o era la marca de su retorno?.¿De qué debía volver sin espiar nada?
El hombre canoso se acercó a la reja. No vio a la mujer escondida en la galería. Al
descubrirse se miraron ambos sorprendidos.
María esperaba a José. El hombre canoso no omitió palabra.
Aquella vez solo fue silencio.
Mañana cada uno seguiría su camino. Hoy esa mirada les había cambiado su destino.
©Mirta Serrano

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