MARÍA LUISA BEMBERG. EL ECO DE MI VOZ
-Largometraje documental-
Visión del director
El itinerario artístico de María Luisa Bemberg es infrecuente, por no decir único. E inseparable de su vida. Proveniente de una familia poderosa, su posición crítica sobre la posición femenina desde inicios del siglo veinte, junto a sus ideas sobre el rol de la mujer en la sociedad contemporánea, generaron enfrentamientos en su fuero familiar y marginación en su entorno. Aún así, insistió y en los años sesenta y setenta, viajó, leyó, trajo al país y realizó traducciones informales de los principales textos feministas del momento, sobre todo los relativos a la llamada segunda ola feminista, liderado por pensadoras como Kate Millet o Betty Friedan. Buscando un atajo entre todo tipo de resistencias, María Luisa quiso tentar suerte en el cine –escribiendo guiones de ideología fuerte- como un medio propicio para dar a conocer sus ideas. Entonces escribió dos guiones que por aquellos años fueron “naturalmente” dirigidos por hombres. Pero cuando ella vio el resultado fílmico de sus escritos sintió una fuerte contradicción: si bien ambas películas fueron apreciadas e incluso tuvieron cierto éxito comercial, María Luisa encontró que la mirada de la dirección era inexorablemente machista. Y se decepcionó.
Un punto clave para entender su cine fue que a propósito de los guiones que dio a dirigir, conoció el cine desde dentro: asistió a rodajes, reuniones de producción, estuvo presente a diario en ambas producciones. Y se fascinó con ese mundo narrativo. Esa llegada oblicua a ese universo fue un cimbronazo en su vida y operó un cambio definitivo. Bemberg se enamoró de ese lenguaje, de ese arte. Y cuando escribió su tercer guión decidió que ella misma lo dirigiría. Descubrió que el cine era su camino y que ese arte que empezaba a habitar la comprometería de por vida. Tenía casi sesenta años.
Por supuesto, sus ideas –esas que la acompañaron desde siempre- estuvieron siempre presentes en sus obras. Cuando ella empezó, eran pocas las mujeres que dirigían. Una vez más, María Luisa se atrevió y lo hizo con éxito. No sólo plasmó en lenguaje cinematográfico sus ideas feministas, sino que fue más allá y sentó un precedente para generaciones futuras de cineastas. Una vez más, su arrojo volvió a traerle problemas. Fue discriminada y por largos años considerada una rara avis (“cine para mujeres”) dentro del cine. Pero la calidad de su trabajo marcó la diferencia y su obra trascendió y se proyectó al mundo.
A casi cien años de su nacimiento, su impronta sobre el giro copernicano que operó sobre la posición de la mujer en la sociedad, encontró en Bemberg una pionera. Fue una de las principales voces que se alzaron en Latinoamérica -en su caso desde el cine- con perspectiva de futuro y gran calidad artística.
Alejandro Maci.-
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