viernes, 26 de noviembre de 2021

Escritora invitada: Leonor Pires

  Con mucho cariño al Señor NORBERTO VAZQUEZ FREIJO  

                                                                                                    

 Actor – Director y Maestro de Actores                                                   

                                                                 

                                                            DESDE EL JARDÍN 

    Estoy mirando como cae la tarde, y veo el oro rojizo del sol, reflejándose en el agua que sale por el pico del ganso que sostiene el angelito de mármol. Los gorriones hunden sus picos en el agua de la fuente, y hacen sentir sus agudos gorjeos y salen desordenadamente quien sabe para qué nido. Los chingolos cantan quizás sus últimos silbidos, porque en un rato más se irán a dormir al roble que está en el ángulo izquierdo del jardín. 




   En el cantero del centro están creciendo los lirios, en el otro, el que da a la reja de la calle, veo cómo crecen los narcisos. Los que me atormentan son los caracoles y las babosas, que después de la lluvia salen a comer las hojas y las flores. ¡Así no hay jardín que aguante! 

  Las hormigas vienen poco, me da la sensación de que le gustan las hojas todavía verdes, del árbol de la vereda. Algunas suben por mis zapatos y se me vienen a la cara, pero pasan de largo, suben a mi sombrero y luego van bajando por la nuca, la espalda, la pierna…, para ir al hormiguero que lo veo desde aquí. ¡Pobres hormiguitas, algunas llevan palitos más largos que ellas y también trozos de hojitas que trasladan con dificultad. Y yo me pregunto: ¿Para qué trabajan tanto?... 

    Ayer vinieron los zorzales, es una parejita, se comen los granitos de comida de la perra, y también toman agua de la fuente cantarina. Andan a los saltitos y si ven algún bichito también se lo comen.  



    La noche está viniendo lentamente, apenas se distinguen las formas de las plantas y la luna va saliendo por encima de la casa de enfrente, ya está plateando su tejado. El contorno de las plantas se refleja en la fuente silenciosa.  El chorro de agua del ganso de mármol, ya no sale. El silencio va invadiendo poco a poco el jardín, sólo se escucha la nana lejana de una madre haciendo dormir al niñito. El micro con sus luces aburridas, pasa lentamente por la calle rompiendo el silencio. En tanto yo sigo esperando, solo, inmóvil, estático, bajo la lluvia, bajo el sol, cuando hace frío o cuando hace calor, sin posibilidad de cambio, dialogando sólo con mis pensamientos, porque aunque tú no lo creas los enanitos de jardín también soñamos. 

Leonor Pires 

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