"Cada vida es una aventura, una desviación de las limitaciones de lo correcto. La normalidad es lo que no existe." Rosa Montero
Anorexia y bulimia
Luego de haberme referido, a la obra de Klimt, especialmente El Beso, en el programa A cierta hora, Streaming de la Editorial Ruinas Circulares, cuadro que tuve el placer de ver en el Palacio Belvedere, palacio estival donde vivía la emperatriz Sissi (Isabel de Austria), muy afectada por una anorexia atroz causada, entre otros motivos por su rebeldía tanto respecto de las normas estrictas impuestas por la realeza como por sus obsesiones por su cuerpo.
También bulímica, su afición a comer dulces de forma compulsiva era compensada por exigentes sesiones de gimnasia y dietas extrañas basadas en carne cruda y sangre de buey.
Obsesionada por ser delgada, tanto su salud como su carácter, se vieron afectados enormemente. Casada desde los 16 años con el Emperador Francisco José, a los 25 años Sissi empezó a obsesionarse con su figura que quería mantener perfecta. Con el enfermizo fin de mantener su peso de 50 kilos (repartidos en una estatura de 1,72) y de guardar su cintura de tan sólo 47 centímetros, Sissi se inventó una serie de dietas de adelgazamiento y hábitos alimenticios. Aquejada por la anorexia y la bulimia, sus comportamientos no sólo afectaron a sus dietas sino también a sus ocupaciones diarias, marcadas por un frenético afán de moverse, de no sentarse, de andar horas y horas por el monte y de montar muchas horas a caballo.
Un consomé compuesto por una mezcla de carne de ternera, pollo, venado y perdiz; carne fría, sangre de buey cruda, leche, tartas, pasteles y helado constituyeron los alimentos principales de la Emperatriz. Prescindió durante casi toda su vida adulta de verduras y de fruta, a excepción de las naranjas.
Su apetito no se mostraba ante cualquiera. La Emperatriz desaparecía normalmente de la mesa si estaba en presencia de su marido o de su familia política. Los únicos privilegiados que llegaron a disfrutar de la imagen de la Emperatriz sentada a una mesa debidamente puesta fueron sus ocho hermanos y hermanas. Se dejó influenciar por las dietas que seguían los jinetes ingleses con los que participó en un sinfín de monterías, convirtiendo el beefsteak crudo en el único alimento que solía tomar durante sus largas horas a caballo. Ni siquiera en su castillo húngaro de Gödöllö, donde tenía su propia cuadra con más de 60 caballos, dejó de aplicar este férreo tratamiento. Su especial relación con Hungría, país del que fue reina, es de sobra conocida.
No sólo adoraba el ardor y la vivacidad de los húngaros, sino que además influyó decisivamente en el importantísimo acuerdo que se firmó en 1867 entre Austria y Hungría, conocido como el Compromiso Austro-húngaro, por el que se creó la doble monarquía conservando cada estado su propia administración e instituciones. Cuando Sissi se juntaba con sus hermanos comía mucho chocolate, tartas de crema y helados.
Su bebida favorita era la leche, una de las pocas pasiones que llegó a compartir con su marido. En el palacio de verano de Schönbrunn mandó instalar un establo. Para no prescindir de leche fresca durante sus largos viajes, solía transportar vacas, cabras o corderos con ella.
Sus extravagancias también se reflejaron en sus fantasías literarias. Entusiasmada por los relatos de Homero, convirtió sus viajes en barco en verdaderas emulaciones de la Odisea. Los atracones de pasteles los compensaba con singulares dietas creadas por una terquedad inusitada y una voluntad férrea.
Las más conocidas consistían en un revuelto de cinco o seis claras de huevo con un poco de sal, o en el caldo que desprende la carne cruda, líquido que llegó a tomar a diario en los últimos años antes de ser asesinada en Ginebra en 1898 por el anarquista Luigi Lucheni, quien en realidad planeaba un atentado contra el pretendiente al trono francés, Henri de Orléans.
El kéfir, una bebida láctea espesa fermentada por bacterias y hongos que en aquella época era muy conocida en Rusia, pero no se consumía en Centroeuropa, fue otro de los alimentos que incluyó pocos años antes de su muerte en sus curas de adelgazamiento.
Como buena Wittelsbacher (estirpe que gobernó Baviera desde el siglo XII hasta la I Guerra Mundial) la equitación fue una de sus grandes pasiones.
La necesidad de esparcimiento al aire libre la heredó de su padre, un hombre que inculcó a sus nueve hijos el amor por la montaña, el campo, los animales, la equitación y hasta la acrobacia circense.
Sissi se negó a practicar deportes de moda como el tenis. La necesidad de un compañero de juego contradecía sus ansias de independencia. Practicó la natación, la esgrima, el senderismo y, a los 60, poco antes de morir, aprendió a montar en bicicleta.
A partir de 1882, a la edad de 45 años empezó a aprender esgrima, y sustituyó las monterías y la caza del zorro en Inglaterra o Irlanda por las largas marchas. En una ocasión anduvo 30 kilómetros en tan sólo siete horas.
El crimen contra Sissi fue obra de un anarquista italiano que odiaba a la nobleza por la extrema riqueza de sus integrantes, la pobreza de la gente amiga, además de su deseo de aparecer en la primera página de los diarios.
Hoy, el legado de Sissi, llegó hasta los refugiados de Ucrania que se beneficiaron con su testamento además, dejó parte de su fortuna a causas benéficas, legando parte de su patrimonio a los necesitados y los perseguidos.
Días atrás, el director ejecutivo de la Editorial de la Academia Austríaca de Ciencias, hizo entrega de un cheque por valor de 15.000 euros a Noel Calhoun, representante adjunto de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) en Ucrania. La ceremonia tuvo lugar en el Museo Sissí. Calhoun, explicó que en la actualidad hay en Ucrania 2.600 personas refugiadas y qe estos fondos van a ayudar a financiar un programa de ACNUR que, también ofrece formación profesional y de idiomas. “Daremos a este dinero el uso que Sisí habría querido: proteger a personas refugiadas. Gracias a Sissí, podremos hacer un poco más por ellos”, dijo.
Haciendo uso de su influencia política, Sissí contribuyó al compromiso que llevó a la formación de la monarquía dual de Austria-Hungría. Promocionó la indulgencia hacia los prisioneros políticos y la bondad con los enfermos mentales. Demostró un especial interés por niñas cuyos padres habían muerto en la guerra, lo cual explica quizás por qué hoy se interpreta su testamento en beneficio de las personas refugiadas.
Los fondos procedían, también, de las ventas de un diario que Sisí escribió en la década de 1880, cuando rondaba los cincuenta años de edad. Encargó la custodia del diario no a los archivos austríacos sino al gobierno suizo, e impuso una moratoria de 60 años a su publicación.
En 1980, el Consejo Federal suizo decidió que ACNUR sería el mejor destinatario de este legado; de este modo, la organización percibe periódicamente los ingresos por derechos de autor derivados del diario, cuya publicación corre a cargo de la Editorial de la Academia Austríaca de Ciencias.
Atentado:
El anarquista italiano Luigi Lucheni quería asesinar en realidad a un noble francés en Ginebra pero, como Sissi se encontraba de incógnito en la ciudad suiza como lo develó un periódico, Lucheni la atacó con un fino estilete en el corazón mientras paseaba a orillas del lago Lemán. Al principio, Sissi, que entonces tenía 60 años, pensó que el extraño había querido robarle el reloj y se levantó a duras penas. Pocos minutos después se desvaneció y murió.
Luigi Lucheni estaba en realidad planeando un atentado contra el pretendiente al trono francés, un príncipe de la Casa de Orleans, pero cambió de víctima al leer en un periódico que la visita del príncipe francés se había cancelado y que la emperatriz austríaca se encontraba en la ciudad.
El atentado contra Sissi continúa, más de un siglo después, generando interés a historiadores y escritores. Es que Isabel de Baviera se crió en una zona de campo a pesar de haber nacido en la ciudad de Múnich. Emperatriz del Imperio austrohúngaro (entre otros títulos), su vida fue siempre motivo de análisis, teorías y mitificación desde el mismo momento en que se anunció su boda con el emperador Francisco José en 1854.
Una pequeña herida cerca del corazón
Tras levantarse del suelo, donde había caído, pensando que había sido un fuerte puñetazo, consiguió caminar unos metros. Desmayándose instantes después en brazos de su amiga. La amiga, sin conseguir parar la hemorragia, como se narra en la biografía de la emperatriz, dio la voz de alarma revelando la verdadera identidad de la herida.
A pesar de ser trasladada a su hotel de forma inminente y de ser atendida muy rápidamente por un equipo de médicos de la zona, la emperatriz Sissi falleció a causa de una hemorragia interna causada por el arma blanca muy afilada y fina, estilo estilete, que el exsoldado italiano Luigi Lucheni le clavó intentando darle en el corazón. Lucheni llegó a decirle a un amigo cercano: "Me gustaría matar a alguien, pero tendría que ser alguien muy importante para que hablaran de mí los periódicos".
Su final fue "hermoso, tranquilo y grandioso, con vistas a su gran naturaleza amada, indolora y pacífica; solo al mundo le pareció horrible", escribió sobre este asesinato su íntima amiga la reina de Rumanía Isabel de Wied (conocida novelista bajo el pseudónimo de Carmen Sylva). Mientras, su hija menor, la princesa Marie Valerie, narró en una carta: "Ha sucedido como siempre quiso, rápido, sin dolor, sin consultas médicas, sin largos y ansiosos días de preocupación por sus seres queridos".
Lo reflejó de fábula el escritor Mark Twain, que precisamente se encontraba en Ginebra en ese momento, en una carta a un amigo en Estados Unidos: "Ni siquiera el asesinato de César (en referencia al emperador romano) conmovió tanto al mundo como el de Elisabeth".
Llenos de nada
Desde fines de 1800 hasta el siglo actual, se vive una época en la que la anorexia, la bulimia, la adicción a las drogas, los ataques de pánico (fobias exacerbadas), sumados a los dolores en todo el cuerpo (fibromialgias), más las depresiones severas y problemas de pareja (amores líquidos según Bauman), han pasado a ser los síntomas más frecuentes del siglo XXI.
Respecto de la anorexia y su contracara, la bulimia, es notable cómo algunos autores tratan esta cuestión desconociendo lo que, para el psicoanálisis, fue desde el comienzo, un tema primordial. ¿Por qué primordial? Porque la gente, en las postrimerías del siglo XIX, mujeres en la mayor parte, como la Emperatriz Sissi, continúan negándose a alimentarse.
El goce de comer nada
En la anorexia, en realidad, no se trata de no comer nada, sino, por lo contrario de comer nada. Y, por comer nada, los afectados por la anorexia están absolutamente satisfechos: llenos de nada.
Para el psicoanálisis, la anorexia y la bulimia son desviaciones respecto a una normalidad que hay que reconducir. Se trata de síntomas que permiten a sujetos frágiles, encontrar un punto de identificación en una belleza asexuada, y sin formas, preferentemente durante la adolescencia.
La anorexia y la bulimia, pueden empezar a una edad muy temprana. Ambas patologías están en relación con la madre, como todo lo que tiene que ver con la alimentación. Tal vez, no les resulte difícil de entender y piensen, por un momento, cuando la madre le demanda al hijo pequeño que se tome “toda” la sopa y los efectos que pueden traerle aparejados al niño.
Pensemos en tres posibles alternativas: la primera, la obediencia, que consiste en tomar toda la sopa; la segunda, dejar siempre un poquito y, la tercera, conformada por los que o no van a tomar nada o los que la vomitan inmediatamente después. Quiero decir, que hay niños que deciden comer NADA, como sucede en la anorexia mientras que, en la bulimia hay una orden, un imperativo categórico que se impone, una voz interna que ordena: COME, y el niño, que no puede sustraerse a esa orden, devora lo que encuentra y, por la culpa que lo azota, se provoca el vómito inmediatamente después.
La bulimia y la anorexia pueden afectar a personas de cualquier sexo y edad. El desorden comienza por una exagerada preocupación por el peso. La consecuencia es que empiezan a aparecer arritmias, trastornos menstruales, problemas renales, debilidad, desnutrición, aislamiento, y un comportamiento un tanto infantil.
En las adolescentes, suele presentarse la anorexia como un síntoma que revela la desautorización materna de lo sexual, por ejemplo: la prohibición de un amor indebido para la madre.
Sigmund Freud relacionó la anorexia nerviosa de las niñas jóvenes, cuya sexualidad no ha sido desarrollada aún, con un mecanismo histérico.
La trampa del espejo
Imaginen un parque de diversiones con los temidos pero buscados espejos deformantes. La gente se ve y se ríe, un tanto incómoda. La realidad es que los espejos devuelven la propia imagen, pero de un modo que no es el que se desea. Las vendedoras de negocios de ropa, proceden de una manera similar o peor. Ellas humillan, casi por costumbre, a cualquier mujer que, por el hecho de estar excedida de peso, se la acusa de no poder calzarse un pantalón “large” diseñado como para vestir a una nena de once años y no para un cuerpo real.
¿Qué ocurre con el imaginario de una chica con síntomas anoréxicos que, cuando se mira en cualquier espejo, se ve como si fuera una vaca, como se dice vulgarmente?
No se trata de acusar a nadie pero, en este caso al fallar el vínculo con la madre, el niño o la niña deciden, inconscientemente, alimentarse con nada. Una de las posibles consecuencias es que el mismo hijo ponga a la madre bajo sus órdenes.
Pero ¿qué sucede cuando la misma madre puede estar afectada por el mismo deseo de comer nada y acceder al cuerpo delgadísimo, casi sin formas, que vende la publicidad?
Este es un problema que cada vez se agudiza más porque hay madres, que no se sostienen como madres sino que se equiparan con la hija como si fueran una hermana, una amiga o, incluso, una rival que entra a competir por cuál de las dos tiene el cuerpo codiciado.
La delgadez, es un verdadero logro en estos tiempos en los que priman el éxito y la figuración, además de ser el mejor alimento para el narcisismo. El propio cuerpo, hostigado por las cirugías plásticas y dietas inconsistentes, queda expuesto a prácticas que ponen en riesgo a mujeres y hombres que intentan parecerse a las o los modelos de moda
Voy a dejar para otra oportunidad, similares trastornos alimenticios porque hoy, mi interés era abocarme a la anorexia.
Para concluir, quiero enfatizar que, en la anorexia, bulimia y todas las enfermedades que cité, hay una ausencia importante: la intervención del padre, que es el único que puede marcar un límite en la relación, por demás conflictiva, entre la madre y la hija o el hijo, afectado por este angustiante problema.
Quiero concluir con este pensamiento de Woody Allen:
“El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y se acabó la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago.” Woody Allen
Con esta frase de Homero:
“No hay cosa más inoportuna que el maldito estómago que nos incita por fuerza a acordarnos de él, y aun al que está muy afligido y con un gran pesar en las mientes, como yo ahora tengo el mío, lo fuerza a comer y beber. también a mí me hace olvidar todos los males, que he padecido; y me ordena llenarlo.”
Y con esta reflexión del escritor, guionista y director de cine estadounidense, Paul Auster:
“El hambre es una maldición que acecha cada día y el estómago es un abismo sin fondo, un agujero tan grande como el mundo.”
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