Yo
Deshenbro las
palabras que escuché tantas veces.
Las mismas que me marcaron durante toda mi vida.
Cada una de ellas quedó en mi memoria
como agujas filosas, cuchillos acerados.
No sabía nada, no entendía nada,
no podía compartir siquiera una opinión.
Era nadie, era nada, era solamente un ser
que vivía a cargo de alguien, que no dejaban crecer,
que no dejaban opinar, que no dejaban ser.
Hasta que un día, se dio vuelta el mundo,
se callaron las imposiciones, hablaron las realidades.
El mismo día que decidí ser yo, imponerme,
hablar, opinar, decidir.
Un día comencé a ser la extraña, la loca,
la que respondía mal, la que pensaba,
la misma pero diferente.
Comencé a crecer, a vivir plenamente,
porque me di cuenta que ya no era una más,
sino una mejor.
Por eso, liberé mi mente, mi alma y mi corazón.
Dejé de pensar por otro y pensé por mí,
dejé de vivir por otros y viví por mí
y desde ese instante
fui verdaderamente yo.
©Silvia Vázquez
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