viernes, 16 de septiembre de 2022

Escritora invitada: Susana Grimberg

 “Aprender: saber del sabor del saber”.




“Creo que un gran maestro es un gran artista y hay tan pocos como hay grandes artistas. La enseñanza puede ser la más grande de las artes ya que el medio es la mente y el espíritu, muy humano”.
John Steinbeck (1902 - 1968), escritor norteamericano, Premio Nobel de Literatura; autor de inolvidables novelas: Las uvas de la ira, La perla y Al este del Edén.

La pasión por la ignorancia

Que el año escolar se resolviera por la vía de Internet más la resolución de no calificar la tarea, deja a los alumnos a la intemperie, independientemente de la edad.
Sin la protección que da el acceso al conocimiento, lo que resta no sólo es una debilidad sustancial sino, muchas veces y, como única salida, la violencia.

Justamente, la educación en la Argentina, por estar supuestamente, viviendo el pasaje de la exigencia extrema, hacia lo liviano, divertido, rápido, ha ido desplazando el gusto por el esfuerzo, el sacrificio, y por los grandes objetivos que movilizaron a toda una generación comprometida con un mundo mejor, por otra que, al decir de Zigmund Bauman, opta por lo rápido, lo superficial, lo líquido.

Quiero decirles que el tema respecto de la exigencia, me sorprendió porque, si bien, muchas veces se torna necesario exigir, me inclino más por tratar de encontrar la manera de propiciar en niños y adolescentes, el interés por saber, incentivarlos para que puedan embarcarse en la aventura de aprender.

Mi interés por el tema me condujo al Diccionario Etimológico de Joan Corominas para buscar la etimología tanto de la palabra estudiar.
Estudio, deriv. del latín “aplicación, celo ardor, diligencia”

Favorecidos por la tecnología, hoy en día puede incorporarse con un solo click, un fuerte componente de diversión. Niños, jóvenes y adultos se divierten durante incontables horas por día, consumiendo mucho del tiempo que podrían dedicar a estudiar.
Insisto: para partir de lo conocido a lo por conocer, están los padres. Ellos mismos, son los que pueden y deben transmitir el gusto por la lectura, por el estudio, el placer que les despierta poder acceder a nuevos mundos, al mundo de las novelas, al de la historia, de los descubrimientos y de las matemáticas como herramienta para comprender el funcionamiento del mundo.

Las notas desnudan.

“No fallé en la prueba, solo encontré 100 maneras de hacerla mal”.
Benjamín Franklin
¿Por qué tanto rechazo a la nota o tanto rechazo a ser evaluado por el otro? Si se acepta ser evaluado por otro, es la aceptación no sólo de la alteridad, sino de que hay otro que sabe más, siendo ese el motivo que lo autoriza a evaluar. Esta es una cuestión que también liga con la envidia, ese mirar al otro, el que supervisa, el que enseña, con malos ojos.

Como muchas veces, busqué el término nota en el Diccionario Etimológico de Joan Corominas y encontré que deriva del latín y que significa mancha, signo. También que de él deriva señalar, escribir, anotar, notable y notarius, (secretario). Más tarde, connotar, denotar que quiere decir: significar, indicar, anunciar, señalar.

Entonces, la nota es un signo, una señalización y no mucho más que eso.
Así como en música, la nota es un sonido determinado por una vibración cuya frecuencia es fundamental, la nota, en educación, también produce una vibración en el interior del alumno que será mayor o menor según cuánto y cómo haya estudiado y el vínculo con el docente. Vibración o emoción que suele ser agradable cuando la evaluación estuvo acorde con el esfuerzo realizado.
Por otra parte, es necesario, tanto para los docentes como para los padres, de una cierta exigencia para estudiar además de encontrar la manera de propiciar en el otro y en los hijos, el interés por saber, relevando a un primer lugar la aventura de aprender. Para lograrlo, es fundamental el ejemplo que los padres dan.

¿Por qué es necesario estudiar?

La premisa de que se puede aprender jugando es válida para todos, independientemente de la edad. Pero, para acceder a ciertos conocimientos, se necesita de condiciones de tranquilidad para poder pensar, de tiempo para profundizar lo que se está estudiando además del esfuerzo necesario para cumplir con lo deseado.
Los hijos necesitan poder desarrollar la aplicación por el estudio. También, la pasión por saber, la necesidad de esmerarse para alcanzar una meta.
“Debes comenzar la lección con una broma; deja que los estudiantes rían un poco. Luego, sigue adelante seriamente”. Talmud

Suavidad y firmeza, por parte de los padres, además de no retroceder en cuanto a la importancia de estudiar, debería ser una consigna.
Fundarse como padres
Todos sabemos que elegir ser padre o madre es una decisión tan importante, que puede darle sentido a la vida de una persona.
En condiciones adversas, seguir adelante y luchar “por los hijos” se convierte en el objetivo de muchos padres, Padres y madres saben que no se trata sólo de nutrir y cuidar a los hijos, sino también de brindarles la educación necesaria para que se desarrollen como buenas personas, sanas y solidarias.

Los vínculos afectivos incondicionales y continuos de buen trato favorecen que los hijos, al mismo tiempo que entretejen lazos con el medio, puedan desarrollar el sentimiento de pertenencia a la familia, a la comunidad elegida y a toda la sociedad.

Tanto los niños como los adolescentes, necesitan sentirse importantes y que sus esfuerzos sean reconocidos, además de estimulados, por eso la importancia de las notas o de las evaluaciones. Sin embargo, los padres no deben descuidar que el estímulo debe ir acompañado de que la exigencia de rigurosidad es esencial a todo trabajo, dado que estudiar, en mi opinión, es un trabajo.

Como sostuve en mis notas anteriores, tradición y transmisión tienen la misma etimología y ambas remiten a trasladar, transportar, transferir ideas, principios, sentimientos a través de las generaciones, la exigencia de los padres a estudiar debe mantenerse siempre.

Son los mismos padres los que deben incentivar que los hijos estudien porque esa es la posibilidad de aprender a pensar, de poder profundizar lo que les fue transmitido, además de abrirles las puertas para trascender lo conocido.
Dice el Talmud: “Ladrón no es el que sabe robar, sino el que roba. Lo mismo: estudioso no es el que sabe estudiar, sino el que estudia”.
Quiero concluir con este pensamiento del escritor Juan Coletti:
“Soy mi maestro y al mismo tiempo, mi discípulo pues cuando aprendo, enseño y cuando enseño, aprendo”.
Con este pensamiento que se encuentra en el Talmud:
“Para el ignorante, la vejez escomo el invierno, para el sabio, es tiempo de cosecha”.
Y con este relato del Talmud que se titula “La primera página”.

Preguntaron a Rabí Levy Isaac:

_ ¿Por qué no hay primera página en ninguno de los Tratados del Talmud Babilónico? ¿Por qué cada uno empieza por la segunda?
_ Por mucho que un hombre pueda aprender – contestó el rabino -, siempre debe recordar que no ha llegado siquiera a la primera página.

(Cuento jasídico)
Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.

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