El periodista y escritor de la ciudad de Casbas, Pcia. de Buenos Aires, Néstor Omar Salgado, Presidente del Círculo cooperativo de escritores y lectores de la ciudad de Casbas, organizó el concurso "Historias de vida para aprender y superarnos" .
Por otra parte, se entregará un diploma especial "Premio estímulo a jovenes escritores" a una participante de 13 años, Catalina Garavagno Sigaudo.
Felicitaciones a los ganadores y agradecemos a los participantes por el envío de sus obras.
PRIMER PREMIO
NOEMI RUBIANO
Cuestión de Actitud
“Cuando la oruga pensó en su fin se convirtió en mariposa”
Hoy, entre escombros de una pequeña chacra, rodeada de olmos, se
escuchan historias vividas en mi niñez, al norte donde actualmente
habito.
Con mis padres y hermanos conocimos “la pobreza”, en más de una
oportunidad nos nutríamos con alimentos que producíamos según la
estación del año, los dueños del campo que arrendaba mi padre fueron
pilares fundamentales, la caridad siempre decía presente ante cada
flagelo que nos tocaba enfrentar. Siento nostalgia al relatar este
enunciado, pero no tristeza, estoy agradecida de mis padres que me
educaron con valores, me formaron con el ejemplo, me enseñaron la
cultura del trabajo.
El arduo trabajo, con tan corta edad no impedía hacer los quehaceres que
requiere un campesino, arreglar bolsas de arpillera para la cosecha,
estibar parvas de pastos, cuidar de nuestro poco ganado…
Mi tarea, como le temía a los animales, era buscar en bicicleta a los
chivitos recién nacidos (era el único animalito que no le temía)
trayéndolos al corral, para evitar el ataque de algún felino suelto y cuando
llegaba el momento de labrar la tierra para el sembrado, lo hacía con
voluntad ¡era como un hobby!
Siempre recuerdo, con tan solo cinco años, comencé la escuela, antes de
salir en sulky con el obediente alazán, acompañada de mi hermano, le
ayudaba a ordeñar a mi mamá, para llevar la leche a la misma, ese
pequeño ingreso era significativo para nuestro bienestar. Ningún factor
climático nos detenía, para que llegáramos de la mejor manera, mi madre
se las ingeniaba con algún reparo, asistir a clase ¡era obligatorio!
Fueron pasando los años, las cosas fueron cambiando, nuestra situación
económica fue mejorando, seguíamos viviendo en una humilde casa de
barro construida por mi papá, revocada con sus propias manos, con un
“fondo” a lo lejos y un molino también bastante distante, de donde
acarreábamos con baldes, el agua para todo.
Con las buenas cosechas y el aumento de ganado a consignación,
permitió que las herramientas mejoraran, por ende, el trabajo daba
mejores frutos, el patio siempre cubierto de animales de granja, una
quinta con exquisitas y sanas verduras, el horno de barro siempre
humeante, ¡el pan no podía faltar en la mesa! Además, las dueñas del
campo nos traían frescos frutos de su estancia ubicada a pocos metros
de nuestro lugar, ropa y calzado, permitiendo de esta manera, saciar las
necesidades básicas para vivir.
Llegó la etapa de la adolescencia, con ahorros de años, mi padre, querido
tano de bombacha bataraza y alpargatas de yute, consiguió comprar una
casita en la localidad que aún hoy resido, Embajador Martini.
Comencé a trabajar de “sirvienta”, en cinco casas por día, ¡que felicidad!,
podía comprar alguna “pilcha”, que, hasta el día de hoy, me encanta.
A corto plazo, me llamaron de telefónica, era de espacio público, allí
trabajé solo unos meses, porque fui convocada para trabajar en la
farmacia, la única de la localidad y allí lo hice durante doce años, mis
patrones, él padecía mal de párkinson y su esposa sordera casi total, no
solo me brindaron trabajo, me adoptaron como su hija, ayudarlos,
acompañarlos, era muy grato; los tengo guardado en un rincón de mi
corazón, el cariño y la confianza que me brindaron fue extraordinario.
En ese transcurso, en un baile que concurríamos algunos fines de
semana, en salones de escuela de campo, conocí a un hombre que hacía
apenas un año, había perdido a su madre con tan solo dieciocho años,
bailamos una y otra vez, así nos fuimos conociendo, contando nuestras
historias de vida y ¡nos enamoramos!
Pasaron seis años, un día me propuso casamiento y sin titubear un
instante acepté la propuesta; formamos nuestra familia, fuimos
bendecidos con la llegada de tres hijos, trabajábamos los dos para poder
brindarle lo mejor, siempre que estuviera a nuestro alcance.
Pasaron veinticuatro años, un día una nube gris nos envolvió de manera
inesperada, éramos un matrimonio feliz, pero esa nube enturbió nuestro
camino, no duró mucho, pero alcanzó para que yo cayera en una
depresión.
Médicos, estudios, idas y venidas…pero solo mi pensamiento estaba en
lo ocurrido, no lograba salir de ese pozo que me abrumaba.
Una fría mañana de invierno, preparé el mate y me puse a meditar, soy
creyente, ¿por qué no busco a Dios?, quiero ser feliz, ¿dónde está mi
fuerza de voluntad?
Recordé la frase “Tú puedes” y así lentamente, con fe y actitud sellé una
meta para mi vida, cuando la grisácea nube aparecía, sacaba mi paraguas
de colores antes que comenzara a llover.
Tomé un libro y comencé a leer, en él había muchas frases, ¡me encantan!
y me encuentro con la de la oruga, me sentí tan identificada,
inmediatamente llamé a mi hija y le comenté, ¡quiero escribir un libro!
Sorprendida mi hija me responde:
¡Qué bueno! ¿pero sobre qué vas a escribir?
- No sé, le respondí, sólo quiero que lo que redacte sea con
optimismo, pacíficamente, buenos augurios al lector, ¡necesitaba
positividad!
¿Sabes una cosa hija? encontré la frase de la oruga y ella me
conmovió, en realidad, me sentí identificada.
De esta manera, comencé a escribir poesías, a la naturaleza, a la familia, a
mi lugar de origen, a mi nieta que estaba en el vientre de su mamá, entre
otros.
Intentaba cumplir la tercera meta que me faltaba, según José Martí
(escribir un libro) permitiendo, además, avanzar para salir de esa
profundidad que no me permitía disfrutar de la vida, de mis seres
queridos, la belleza de la naturaleza…
Pasaron cuatro meses y “Mariposas” título de mi hijo literario estaba en
mis manos, ¡no lo podía creer!
Continué mi camino literario, participando en concursos, dinámicas,
logrando distinciones, coseché infinidad de amigos de letras, que me
acompañan, me ayudan…día a día me comprometo a seguir mejorando,
capacitando, para lograr mejores resultados que colman mi corazón de
felicidad.
Aprendí a no mirar hacia atrás, no me detengo en quienes desean
cortar mis alas, sumo y multiplico, jamás resto o divido, porque
comprendí que la vida es bella y hay que vivirla de la mejor manera,
volando con alas propias por buenos senderos, avanzar con
luminosidad por más que existan tinieblas, demostrar que después de
momentos de penumbras, la luz vuelve a brillar, matizando el cielo con
historias únicas, escritas con tinta de nuestro corazón.
“Las mariposas no pueden ver sus propias alas…por ende no tienen idea
de lo hermosas que son”
A nosotros nos pasa lo mismo, podemos ser personas explícitas de
hermosura, colmadas de soplos ocultos.
Hay tantos sueños que esperan ser realizados, la escritura es un buen
camino para alcanzarlos, ¡aprovechémoslo!
¡Solo de nosotros depende!
...............
SEGUNDO PREMIO
MABEL DE LOS ANGELES OROPEL
“El mundo es un pañuelo”
A lo largo de los años que trabajé con mi transporte en zonas rurales, fueron muchas las anécdotas y recuerdos que guardo en mi corazón, conocí muchas personas, muchos de ellos, siguen siendo mis amigos, lo que ahora voy a narrarles, es algo que me sucedió y me confirmó que “El mundo es un
pañuelo” como dice el refrán.
Soy Mabel de los Ángeles Oropel, vivo en Juan Bautista Alberdi, Tucumán, Argentina, siempre trabajé transportando alumnos, cosecheros de limón, de arándanos y también trabajé en la zafra de la caña de azúcar. Soy escritora,tradicionalista y obrera del campo.
Una vez, volvía Yo, manejando mi colectivo, con los cosecheros de limón, regresando de una finca, después de un arduo día de trabajo, me percaté que la rueda trasera, se aflojó y se movía el vehículo de manera anormal, me orillé en la ruta, me fijé y me dí cuenta que se habían roto tres tornillos de la masa, no podía continuar.
Los cosecheros decidieron regresar caminando, ya que sus casas estaban cerca.
Eran las cinco de la tarde y tenían hambre y sed.
Muy despacio y con cuidado, llevé mi colectivo a una gomería que estaba cerca.
Cuando llegué, habían muchos otros vehículos antes que yo, esperando para ser atendidos.
Lo que más me preocupaba, era que Yo debía solucionar el problema mecánico ése mismo día, para poder cumplir al otro día, con el transporte de los cosecheros; sino; perderían su jornada de trabajo, además, en la finca contaban con ellos en la cosecha y para completar la carga de los
camiones con los bines de limón.
Pasaba el tiempo, y aún seguía esperando a que me atendieran.
Estaba en la gomería, un señor mayor, Don Angel Palavecino, padre de los muchachos que tenían a cargo la gomería, en la ruta nacional 38 de Juan Bautista Alberdi.
Él ya no trabajaba por su edad, pero se acercó y me dijo : ¿ Qué le anda pasando Doña Mabel?
Le comenté lo sucedido y se ofreció a ayudarme.
Muchos años Yo pasé por su gomería, trabajando, siempre fui cliente de su negocio, me conocía de años.
Aliviada me sentí al recibir su ayuda, pero al ver la dificultad que tuvo para doblar sus rodillas para arreglar la rueda, me desesperé, a pesar de eso, sacó los tornillos cortados y me dijo: “Hasta aquí puedo ayudarla, esta parte que sigue lo podrá solucionar un mecánico, y yo sólo soy gomero”.
Valoré mucho su gesto de grandeza.
Los muchachos de la gomería iban y venían apurados, “ No podemos ayudarla” me dijeron, “Llévelo a un mecánico”.
Pero la rueda estaba desarmada, no podía moverlo.
Habían pasado dos horas y estaba oscureciendo, tal era mi decepción, que tal vez eso se dibujó en mi rostro, porque en medio de ruedas y camiones, estaba Yo, parada allí, y pasó un muchacho, como de treinta años y me dijo: ¿Qué le anda pasando Doña Mabel; porqué esa cara?
Yo no sabía quién era, realmente le contesté porque me preguntó y demostró interés, le comenté lo sucedido y que no sabía cómo solucionar el problema.
Entonces dijo: “ Vamos a ver” y se metió abajo del colectivo, ¡se ensució la ropa en el suelo!
Entonces dijo: “yo le voy a ayudar, hay que comprar estos tornillos; hasta que usted los compre, yo iré sacando la masa y los tornillos rotos”
Mientras alumbraba con su teléfono, ya que estaba oscuro.
¡Dése prisa, antes que cierren los negocios de repuestos! Me dijo,
y corrí a buscar los tornillos, los conseguí en otra ciudad cercana, por ser difíciles de conseguir los repuestos para colectivos en mi pequeña ciudad.
Cuando iba viajando a buscar los repuestos pensaba yo…
¿ Quién será el muchacho?
¿Cómo sabía mi nombre?
Yo no lo conocía…
Pero era más mi preocupación por conseguir los repuestos, así que me quedé con la duda.
Volví lo más rápido que pude; y allí estaba el muchacho, tirado en el suelo; abajo del colectivo, ayudándome.
Al verlo allí, arreglando la rueda, no entendí porqué lo hacía, si él era alguien que estaba allí por casualidad.
No sabía cómo decirle, dudé, pero al final lo hice, le pregunté:
¿ Por qué me estás ayudando?
¿Cómo sabías mi nombre?
Entonces me contestó:
“Como no voy a ayudarla Doña Mabel, si usted me ayudó cuando yo la necesité”.
Y continuó trabajando, y armó la rueda, y estaba listo para poder cumplir con el trabajo al otro día.
Muy agradecida, le quise pagar, pero no quiso recibir el dinero, este muchacho, bien vestido, que estaba lleno de tierra la ropa…
Le pregunté : ¿ Cuando te ayudé? No recuerdo haberlo hecho.
Me contestó: Soy David Veliz, hace más de diez años, cuando yo era jovencito, usted me ayudó, cuando nos quedamos con mi padre, en el río San Ignacio,departamento La Cocha( en Quichua significa: Laguna) con el camión cargado de arena, se había roto el rulemán de la rueda”.
¡Entonces recordé!
¡Sí, ahora me acuerdo! Le dije…
Aquel día, por los caminos arenosos del río, un lugar por donde no transita nadie, después de hacer mi recorrido con los alumnos de la escuelita del campo, a lo lejos ví que estaba un camión cargado de arena y con la rueda rota, Y no muy lejos de allí, por el camino, veo un changuito flaco, que iba pateando piedritas, me detuve con mi vehículo y le pregunté qué hacía por allí, me contó que su camión estaba en el río y que debía conseguir ayuda.
Lo traje al pueblo, es muy lejos desde donde estaba, para llegar a Juan Bautista Alberdi, lo quise ayudar, debía conseguir un rulemán, así que pensé en un amigo mecánico, Bolillon Ogas, El me dio el rulemán, no era nuevo, pero si les serviría, así fue que lo llevé de vuelta al jovencito hasta el río, donde estaba su padre con el camión, ya se hacía tarde y volví en mi motocicleta por la ruta 38. No les pregunté su apellido, pero siempre los veía en el camión, sacando arena del río,en el Huaico (en Quichua significa: Hondonadas) el señor que manejaba,con el brazo en alto me hacía la venia, me saludaba siempre muy amable y agradecido.
Y allí estaba aquel muchacho; que no se olvidó de aquella señora colectivera que lo ayudó cuando él lo necesitó.
Es tan gratificante, el saber que hay personas que dan una mano para ayudar a sus semejantes.
Siempre recuerdo el consejo de mis padres: “ Haz el bien; sin mirar a quien”
¡ Y me sentí tan feliz!
No sabía cómo agradecerle tan noble gesto.
Dijo: “ Doña Mabel; en casa tenemos un colectivo que estamos desarmando, la esperamos, así le doy unos repuestos que le servirán”
Pronto iré a buscarlos, le dije.
Unos días después, cuando llegué a su casa, me mostró el colectivo, y se puso a sacar los repuestos, estaba lloviendo y hacía mucho frío, se acercaba el mediodía y yo me disponía a marcharme, entonces el muchacho me dice:
“ Ahí la llama mi madre, pase a nuestra casa, insistió, con recelo me acerqué; ya que no los conocía, y al salir la señora, una mujer muy bella, me recibe muy contenta y me dice: ¡Pase; la estábamos esperando!
Me conduce al comedor y grande fue mi sorpresa cuando vi la mesa servida, con toda la familia reunida, un riquísimo Locro, había preparado esta bella señora, me señaló mi lugar en la mesa, con un plato humeante.
En la cabecera de la mesa, estaba el padre del muchacho, aquel señor de cabeza mora, que siempre me saludaba en los caminos del Huaico, manejando su camión. Su rostro se veía feliz y lleno de satisfacción, entonces me dijo:
“ Es una enorme alegría recibirla en nuestra casa y brindarle lo que tenemos, ya que usted, hizo lo mismo por nosotros”
¡Me sentí bendecida!
Muchas veces, la vida nos da bofetadas en el rostro, pero existen almas generosas, que nos recuerdan que no todo está perdido, y por eso les digo,
si, a ti, que estás leyendo esto, que. ..¡El mundo es un pañuelo!
...................
TERCER PREMIO
CARLOS ALBERTO GONZALEZ
La historia de vida del soldado Baldwin Göncz
Berlín 28 de abril de 1945
El 105 batallón de Whermacht estaba apostado en la calle Whilhelngstrasse la nueva cancillería destruida por la artillería rusa, los escombros bloqueaban el paso de los pocos vehículos militares y era imposible para las ambulancias del colapsado hospital que estaba en el subsuelo.
La octava sección o lo que quedaba de ella tenía la misión suicida de proteger el edificio y por ende la entrada del bunker del Führer, que a la altura de los acontecimientos no tenía nada de secreto.
Entre los compañeros de Baldwin, estaba la desesperanza de morir por una causa perdida, el edificio del Reichstag y el Bunker serían seguramente los objetivos primordiales de las tropas rusas que estaban a escasos dos kilómetros de la privilegiada zona de la capital del tercer Reich.
Había pánico en la población, especialmente en las mujeres de todas las edades que escapaban por las calles trepando a las improvisadas trincheras, pozos de zorros, huyendo de cuanta artimaña surgía de las enfermas mentes de los SS para defender la ya inevitable caída del régimen.
Los cohetes de las Katiuskas se escuchaban por la zona de Mitte, la artillería soviética estaba cada vez más mortífera.
Entre los jóvenes soldados, muchos no entendían el porqué de esta guerra, en especial Baldwin que era originario del país de Los Sudetes, en el costado occidental de la entonces Checoslovaquia.
A la fuerza los nazis lo hicieron cruzar el río Ohre y lo incorporaron con sus pocos años, a la Whermacht.
Por ello ese fin de abril se encontraba con su equipo militar, sus armas para defender a quien había traído la destrucción de toda Europa.
Ya pasado en medio día la situación era desesperante, por las calles abundaban colgados los cadáveres de ancianos y jóvenes que se habían negado a pelear, los niños de las juventudes hitlerianas con sus Panzerfaust, fanatizados con la idea de la Germania Eterna, por cada tanque T34 soviético destruido caían destrozados por decenas de esos niños.
Baldwin no recordaba cuándo fue su última comida y mucho menos su último baño, apostados cerca de la casamata de toma de aire del bunker del Führer, esperaban morir por agotamiento de sus proyectiles ante el avance de los soldados rusos sedientos de venganza por las atrocidades sufridas en San Petersburgo.
Además de sus cañones y sus kalashnikov ya se escuchaban sus gritos, aterradores, inteligibles, que sugerían que estaban solo a cientos de metros.
Solo esperaban lo peor, todos en silencio, extrañamente nadie rezaba ni mencionaban el juramento de lealtad del partido, pero se les acercó el oficial en jefe, quería comunicarles algo, tal vez las postreras órdenes.
Con una expresión sombría, trágica, que a nadie sorprendió, sabían que su destino era morir y estaban viviendo sus últimas horas de vida, posiblemente aún menos que eso.
Cuando el oficial comenzó su discurso todos se sorprendieron
- El Führer ha muerto en su puesto de combate, la guerra se ha perdido, ustedes, mis soldados han luchado con honor por ello…
Con un esfuerzo por no emocionarse, el alto oficial continuó ya con una voz quebrada- Les ordenó abandonar la ciudad, desplazarse hacia el oeste, eviten las costas del río Spree, las tropas del general Kunov están hacia el oeste, y al este las del general Yukov,- Una vez que sorteen Orangeburg, quítense los uniformes y consigan ropas civiles, conserven sus documentos de la Whermacht, para que no los confundan con SS, ustedes fueron soldados de honor y no asesinos despiadados, de lo contrario, los rusos o los americanos los ejecutarían inmediatamente, corran si es necesario por caminos secundarios, por los bosques, no suban a ningún tren…escóndanse en las granjas…
- No se rindan a los franceses, son tan asesinos y despiadados en la victoria, como cobardes en el combate.
- No se rindan a los británicos, ellos no tienen honor y pueden canjearlos a los
rusos solo por unas botellas de vodka…
- Busquen las tropas americanas…
Uno de los soldados balbuceando le preguntó por qué rendirse a los americanos y no los otros aliados, el oficial les contestó con una aún más sorprendente respuesta:
- Sabemos que el general Patton nos dará armas y medicamentos y les declarará la guerra a los rusos…y nosotros debemos luchar junto a los americanos para extirpar el tumor soviético de nuestras tierras…
Al tiempo que los despedía abrazando de a uno a la decena de soldados sobrevivientes de su pelotón, observaron que dos SS trasladaban dos cuerpos envueltos en finas sábanas a un pozo hecho por el estallido de bombas y rociaron profusamente con gasolina al tiempo que los pocos testigos de esa extraña ceremonia saludaban gallardamente con sus brazos derechos en alto a esa hoguera.
Uno de los soldados le preguntó al oficial sobre su destino personal
- Soy un oficial y honraré mi rango…lo de ustedes es diferente…les ordenó que conserven la vida para ser útiles a la reconstrucción de nuestra tierra.
Sin dudarlo los jóvenes en su mayoría provenientes de Los Sudetes emprendieron la fuga hacia el oeste, cruzaron el Spree por los restos de un puente metálico, a medida que encontraban civiles muertos, uno a uno iba mudando sus ropas, conservando las pistolas Lugger por si se topaban con rusos, franceses o enardecidos SS.
Poco a poco se iban separando, cada uno tenía su idea o corazonada de cuál era el camino a la libertad, el fin de esa pesadilla que fue el régimen Nacional Socialista.
Baldwin caminó por senderos, campos arados, en bosques, solo sabía que debía llegar a Neustadt, recordaba las palabras del filósofo Friedrich Wilhelm Nietzsche, sobre que la valía del hombre se mide según la capacidad de resistir la soledad.
Luego de cinco días, durmiendo en graneros abandonados, recostados de centenarios árboles, días sin comer, sus ropas habían sido mudadas de un civil asesinado por alguien y por ende tenía rastros de sangre en ellas…
Al llegar a una granja cercana a Zernitz Lohm, una pareja de ancianos temerosos se negaba a darle albergue hasta que, gracias a sus documentos de la Whermacht, el pobre Baldwin demostró que no solo no era un SS sino que buscaba incorporarse a las fuerzas Americanas para luchar contra la invasión soviética…
La anciana granjera le preparó un abundante plato de habas con lo que les quedaba de carne de pollo y algunos huevos que el soldado no esperó a que fuesen cocinados, bebiendo su contenido para calmar su hambre de semanas.
El anciano granjero le recomendó dirigirse al puerto de Hamburgo donde podría tener la posibilidad de abordar un barco carguero y escapar al extranjero, ya que por informaciones entre sus vecinos indicaba que la declaración de guerra de los americanos a los rusos era solo una leyenda de desesperados…incluso sabía que los rusos reclamaban a los americanos que les entregaran a los prisioneros germanos…para llevarlos a Rusia como trabajadores esclavos.
Esta última noticia desmoralizó a Baldwin, por lo que se recostó en el heno maloliente del granero con la compañía de una vaca lechera famélica pero dispuesta a compartir su techo con el joven fugitivo.
Durmió muchas horas y repuso no solo su físico sino su ánimo…pero si llegaba a Hamburgo y lograse abordar un barco, seguramente como polizón, qué lugar del mundo podría dar cabida a un soldado fugitivo del más odiado régimen de la historia.
Al anochecer decidió partir de la granja, no se iba a despedir de los ancianos, pero al salir del granero estaban esperándolo, la mujer con un paquete envuelto en una servilleta a cuadros, había una ración de pollo frito, y el anciano le dio un pequeño morral de monedas que al ser de plata podrían tener valor en la destrozada Alemania.
La anciana lo abrazó y le dijo; suerte Helmut …
El soldado respondió que su nombre era Baldwin …pero los dos le hicieron saber que Helmut fue el nombre de su único hijo desaparecido en un combate frente a los franceses cerca del Rin, y que Helmut representaba a todos los hijos que sufrieron los horrores de la guerra.
Agradeció con besos a la anciana y un fuerte abrazo a ese generoso viejo y a caminar con destino a Neustadt su próxima parada, así caminó durante toda la noche, en el medio del campo encontró un refugio en un bunker militar destruido y abandonado, durmió durante el día…y racionó aún más el pollo, comió solo una parte de un muslo,
tenía terror que se acabara ese alimento, bebió agua de un arroyuelo cercano y esperó nuevamente el anochecer. Comió otra presa de pollo y continuó su camino
.
Al llegar a Neustadt y merced a varias monedas, lo escondieron entre las cargas de un camión civil, y luego de penosas horas entre bolsas y cajones le avisaron que abandonara el vehículo ante posibles requisas militares americanas.
En una taberna de marineros que estaba fuera del cerco perimetral del puerto, en el delta del río Elba, buscó un hueco que le permitiera filtrarse por el alambrado y poder esconderse en algún barco como polizón.
Su comportamiento fue advertido por un grupo de marineros borrachines, como adivinando que podían ayudar a un fugitivo, siendo varios de ellos españoles que sufrieron la Guerra civil de su país, decidieron acercarse sigilosamente a Baldwin.
Cuando lo interrogaron se dieron cuenta que sólo hablaba alemán y un dialecto de Moldavia y allí intervino Guillermo, de madre alemana.
Cuando Baldwin les demostró que no era un criminal de guerra y que solo estaba escapando de la posibilidad de ser entregado o canjeado a los soviéticos, la mayoría del grupo que jamás habían simpatizado con los franquistas españoles en la pasada guerra civil peninsular, como quijotes urdieron un plan para introducirlo en el buque carguero donde ellos trabajaban.
Así, presentando a la guardia americana sus documentos en bloque y simulando estar bastante alegres por la bebida, los soldados encargados de hacer los controles centraron su atención en uno de ellos llamado José Luis a quien sus compañeros le derramaron licor por sus ropas y como un gran actor era arrastrado de sus hombros por dos de ellos.
Mientras Baldwin y dos más de los marineros pasaban desapercibidos mostrando sus documentos, Baldwin los del simulado beodo, mientras que quienes arrastraban a José Luis justificaban la pérdida de los mismos con la guardia militar americana…entregando sigilosamente un VAT 69 a los guardias, comprado en el bodegón para tal fin.
Así pasaron y llegaron al carguero donde escondieron a Baldwin en uno de los tantos compartimientos de proa, sucios y malolientes, esa fue la morada del soldado alemán hasta poder conseguirle papeles.
Mientras tanto el grupo de sus nuevos amigos le enseñaron palabras, frases
imprescindibles para que pudiera comunicarse en castellano.
Baldwin aprendió rápidamente y solo necesitaba no arrastrar tanto las “R” y pronunciar las “G” sin acompañamiento de la “U”.
Al llegar al puerto de La Coruña destino final del carguero, Pedro el más comprometido con la causa llevó a Baldwin vistiendo ropas de marinero mercante prestadas hasta una iglesia donde sabía que un cura era parte de la Ruta de las Ratas, en una de las tantas variantes usadas por quienes se comprometieron en la fuga de criminales nazis y otros que tan solo eran sospechados de serlo, muchas veces con la complicidad de los mismosgobiernos aliados y varios sudamericanos.
Pedro entró en la sacristía de la iglesia próxima al puerto y preguntó por un cura, inmediatamente lo instruyó a Baldwin de cómo debía responder las preguntas del sacerdote implicado en esconder y luego extender pasaportes, documentación falsa e incluso dinero para los escapes a Sudamérica.
Cuando el sacerdote le preguntó su nombre respondió: Baldwin Göncz…
El sacerdote insólitamente malhumorado le recriminó:
- ¡Pero no hombre! No te puedes llamar así
Y lo rebautizó por similitud con un muy gallego Baudilio González. Para sorpresa del soldado debía decir que fue parte de las SS y que había destruido sus documentos.
Baldwin enojado pues odiaba al Nacional Socialismo, preguntó a Pedro porque debía mentir, éste le respondió que ese sacerdote se comprometería a ayudarlo sólo si fuese un criminal de guerra o un científico fugitivo y por el contrario podía ser tomado por un espía o un infiltrado de las incipientes organizaciones de cazadores de nazis que comenzaban a operar financiadas por banqueros hebreos de Nueva York. Ironías de la guerra.
Con esos documentos falsificados y con el aval de parte de la iglesia gestionó en las oficinas de reclutamiento de migrantes a Sudamérica su próxima radicación, los nervios lo mortificaban no conocía siquiera el nombre de ningún país de ese continente y temió ser descubierto, pero no fue necesario ya que el empleado de migraciones casi afirmando le dijo:
- ¿Vais a Argentina, ¿Verdad?
Y solo debió asentir con la cabeza aseverando su destino. El empleado español, advirtiendo una situación irregular, por las dudas del ahora Baudilio al responder, sus nervios lo traicionaron arrastrando las “R” y una errónea “Arguentina”, el empleado de
migraciones lo observó y solo le dijo:
- Si llegas allá a tu primer hijo ponle Carlos, pues así me llamo yo.
El vapor Córdoba lo llevó hasta el puerto de Buenos Aires y pronto encontró trabajo de peón en la Estación Retiro pero que paulatinamente fue cambiando hasta lograr con mucho esfuerzo ser técnico del ferrocarril Central Argentino, con una disciplina germana ahorró el dinero suficiente para comprar un terreno en la zona norte del Gran Buenos Aires donde sus compañeros del ferrocarril le recomendaron adquirir mediante un “amigable” préstamo del banco ferroviario del gremio.
Construyó ladrillo a ladrillo una casa recordando en algunos aspectos su Moldavia natal.
En un baile del club de la localidad conoció a una chica de nombre Elba perteneciente a una familia gallega.
Ella lo ayudó a curar las heridas psicológicas que la absurda guerra le produjo y a formar una familia, al comienzo de la década del cincuenta nació el deseado “Carlitos” por Elba, coincidiendo por casualidad con la promesa hecha por el entonces fugitivo al indulgente empleado de migraciones.
Tantos horrores ajenos y propios, vividos en su reclutamiento compulsivo en su pueblo de Los Sudetes, la antigua Moldavia, para participar en lo que nunca debió suceder, para su suerte tampoco intervino en el Holocausto, pues estuvo destinado a la Whermacht y sus batallas fueron en la frontera del Este de Alemania ya en los dos últimos años de combate.
Su nuevo país sudamericano le proporcionó la paz de una juventud perdida, malgastada por locas ideas políticas, donde Baldwin fue totalmente ajeno e incluso las repudiaba en silencio, pues de haber expresado su verdadero pensamiento, su vida habría terminado en esos terribles años. Nunca se sintió un alemán ario, por el contrario, él amaba la región que hoy se llama Chequia.
En los fines de la década del cincuenta sentado en el patio de su casa, tomando sus argentinos mates cebados por una esposa feliz, disfrutaba del ruido con que finalizaba cada infusión que la solícita Elbita volvía a cebar con su pava de rojo esmaltado, mientras su pequeño hijo renegaba de llamarse con un apellido tan común, siendo el centro de las bromas a veces de mal gusto y hasta en tono de discriminación en la escuela o con sus amiguitos del barrio, a lo que Baldwin o el ya Baudilio respondió:
- Debes estar muy agradecido a ese apellido, sin él tal vez, tú y yo no estaríamos aquí.
- La guerra es la peor tragedia provocada por los humanos y tu jamás debes
apoyar a quienes no propongan la paz y el amor entre sus semejantes y mucho menos si formulan acciones racistas o de superioridad étnica.
¿La humanidad aprendió la lección?
......................
PREMIO ESTIMULO JOVENES ESCRITORES
CATALINA GARAVAGLIO SIGAUDO
CENTAVOS
Hola, mucho gusto, buenas días, tardes o noches, yo soy Sol y me
gustaría contarles una situación que tuve con una amiga.
Desde que empecé jardín, tuve una amiga/compañera, llamada Andrea.
Con ella jugábamos unos juegos muy raros, los cuales yo inventaba. Soy
escritora, seguro que por esa razón me gustaba jugar a eso. Agarrábamos
personajes de series como Jessie, cada una fingía ser un personaje del
programa, después, creábamos historias como si fuéramos esos personajes.
Una podía transformarse en otro personaje dada la situación, por ejemplo: yo
soy María, mi amiga es Luna y cuando llega mi novio Esteban, ella actúa como
si fuera él.
Volviendo al tema, jugábamos a eso, pintábamos, hasta hicimos tres o
cuatro pijamadas. Todo era feliz, pero hubo unos inconvenientes…
Tenemos dos compañeras, llamadas Micaela y Mariana. Andrea siempre
me contaba que ellas la obligaban a estar juntas. Yo le creía porque era muy
convincente, además, Mica y Mari a veces lo demostraban en persona.
Algunas situaciones fueron cuando mi mejor amiga: Luz, Andrea y yo
estábamos hablando, de la nada, Mica llamó a Andre para contarle algo, ella
fue dos segundos y volvió con nosotras, así que Micaela la tiró del brazo con
mucha fuerza, para que vaya de nuevo.
Yo siempre le decía que las confronte, pero no se animaba, porque ellas
les mienten a las madres (lo cual creo que es cierto, porque una vez Mica
mintió a su madre sobre mí, y me acusó con mi mamá). Regresando a lo
anterior, ella me dijo “no les puedo decir nada, porque si les digo algo, me
acusan con sus madres, y le hacen un lío tremendo a mi mamá”, “porque ya
sabes que ellas son amigas de hace mucho tiempo”.
Yo le creía, la apoyaba, la animaba, siempre estuve para ella, escuché
sus críticas, hice TODO, porque la quería mucho y me daba pena su situación.
Mi mamá y mi abuela me dijeron que ella mentía, que no le haga caso, etc.
Por Andrea, Mica y Mari no me agradaban.
Otra razón por la que nos llevábamos bien, era porque con ella nos
acompañábamos mucho en todo lo que hacíamos. Digo eso porque yo tengo
otras amigas, que muchas veces estaban ocupadas y/o no podían andar en bici para ir a dar una vuelta, etc.
Recién a mis once, me di cuenta que si era falsa. No recuerdo como lo
descubrí, pero si me acuerdo de algo que sucedió. Era nuestra despedida de
primaria, Micaela y Mariana habían decidido que se iban a ir a otro colegio
secundario lejos de mi pueblo. Las tres empezaron a llorar a cántaros porque
se separaban. Andre no dejaba de abrazarlas y llorar por ellas, cuando
salíamos, no se separaban por nada en el mundo. Me dirás “capaz estaba
obligada” ¡NO! No lo estaba. Siempre dice que las odia, pero es super feliz
cuando están juntas, tanto que casi ni me mira a la cara.
Recién me acuerdo de otra mala situación, cuando se fue una semana a
las Cataratas del Iguazú; al volver, sólo saludó a Mica y a Mari, a nadie más,
bueno, también saludó a mi mejor amiga Luz, pero solo para pedirle los
deberes de inglés.
Ella no se juntaba mucho conmigo, porque se juntaba con las otras, por
mi estaba bien, no me importaba, pero igual ¿Por qué yo no me podía juntar
con ellas tres? ¿Por qué no me invitaba a mí también?
Otra cosa es que cuando se peleaba con sus amigas, me escribía todos
los días para juntarnos, me iba a buscar, etc. Pero una vez que se arreglaba,
me olvidaba, ya no me escribía, se la pasaba con ellas.
Una vez, cuando se pelearon, Andrea estaba triste, yo y mi mamá la
ayudamos en ese momento, lloraba desconsolada. Le explicamos que no está
bien que otras personas te menosprecien, te lastimen o te hagan de lado. Le
sugerimos que pidiera ayuda a su familia e intentamos que se sintiera mejor.
Sin embargo, cuando la buscaban nuevamente, olvidaba esos momentos…
nuestras palabras, consejos, la compañía, entre otras cosas…
Yo me sentía mal cada vez que Andrea me olvidaba. Entonces,
hablando con mi mamá entendí que muchas personas hacen esto. Me contó
que a una prima le hicieron lo mismo, en un campamento, unas chicas hicieron un grupo, pero a ella la excluyeron y también me confesó que una amiga la traicionó en su secundaria.
Estefi, mi prima me contó que una mejor amiga que tenía la cambió por
otra.
Cuando fui a visitar a mis abuelos, conocí a Milagro, charlando con ella,
me dijo: “¡Ah! A mí me pasó lo mismo. Entonces, decidimos llamar a esas
personas CENTAVOS.
Me separé de Andrea hace muy poco, aunque, frente a ella actúo
normal, siento que todavía no es el momento de desahogarme. Una vez le
pregunté si yo la había lastimado, porque sentía que se había alejado. Dijo que
no, que yo siempre había estado a su lado como su mejor amiga.
Ya pasó un tiempo, pero aún no puedo dejar de pensar, ¿cómo puede
ser que haya tanta gente así en este mundo?
Ahora, si me preguntan quienes no me agradan, digo Mica y Mari, por la
costumbre, después me retracto y digo que no, porque no me hicieron nada,
pero Andrea me había pegado tantas cosas malas de ellas que antes siempre
decía que me caían mal por lo que le hacían a Andrea.
Por esa amistad, escribí dos historias sobre eso. Capaz parezco
exagerada, pero imagina que la mejor amiga de tu infancia te miente y te haga
creer que odia a alguien, dice cosas feas de ellas cuando está con vos, pero en su compañía parece la más feliz del mundo. Que sus otras amigas la hagan
llorar, vos la apoyes, la aconsejes y todo, pero ella, en un momento se arregla,
una semana, un mes o hasta un año, pero en algún momento se reconcilian, y
tu supuesta mejor amiga, la cual odiaba tanto a esas chicas, solo… se olvida
por lo que la hicieron pasar, se olvida que estuviste ahí para ella, ¡se olvida que según ella vos eras la única que la entendía! ¡con la que se sentía feliz! Su mejor amiga…
Después de eso, me cuesta un poquito confiar en mis amigas, mi
confianza ya no es la misma que antes. Pero sé que mis mejores amigas, la
que están siempre conmigo, nunca me van a traicionar, o eso espero… aunque estoy segura de que no.
Si tú tienes o tuviste alguna persona así en tu vida, quiero que sepas
algo, NO ES TU CULPA… no sigas en esa relación si te lastima, créeme, yo
derrame muchas lágrimas por esta situación. Ella es la que elige ir con quien
no la trata como vos, con quien la lastima. Tranquila, en algún momento
encontrarás a alguien que te haga sentir bien. Poco a poco se dará cuenta de
lo que hizo… te dejo ir, dejo ir a la persona que la apoyaba y respetaba, en
algún momento, sus otras amistades la dejarán y se quedará sola, como karma por lo que te hizo pasar.
Esa gente, así, son centavos, gente que son doble cara, con vos son
una cosa y sin ti son otra. Gente sin valor, porque no puede apreciar y elegir lo
que le hace bien. Solo es cuestión de tiempo para que se den cuenta de que
están en el bolsillo equivocado.
Ten cuidado con las monedas que metes a tu bolsillo, porque ellas serán
tu riqueza.
................
©Silvia Vázquez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario