lunes, 2 de abril de 2018

2 de abril 1982-2018 - Homenaje a los veteranos de Malvinas



 En 1982, una guerra llenó los ojos de lágrimas a familias enteras. A 36 años de aquel acontecimiento, recordamos a nuestros soldados quienes con apenas 18 años, lucharon contra un imperio y también a los militares que dieron su vida.


                       

La guerra de las Malvinas fue un conflicto armado entre la República Argentina y el Reino Unido que tuvo lugar en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur. Se desarrolló entre el 2 de abril, día del desembarco argentino en las islas, y el 14 de junio de 1982, fecha de la cese de hostilidades entre ambos países, y como resultado la recuperación de los tres archipiélagos por parte del Reino Unido.
Estos archipiélagos australes fueron tomados por la fuerza en 1833 y por el Reino Unido. Argentina nunca lo aceptó, ya que que los sigue reclamando como parte integral e indivisible de su territorio y  considera que están ocupados ilegalmente. Los incluye como parte de su provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Setenta y tres días duró el conflicto armado. Fallecieron 649 argentinos y 1082 fueron heridos, 255 británicos y 3 civiles isleños.

 Recién en 2017 pudieron identificar parte de los cuerpos que están sepultados en el cementerio de Darwin como “soldado solo conocido por Dios”.

Afortunadamente muchos de los padres de esos soldados, podrán tener la posibilidad de  llevar un ramo de flores cuando puedan estar frente a las tumbas.
El 28 de marzo una delegación a bordo de tres aviones realizó una emotiva visita  a los caídos. Nuevos rosarios y flores quedarán en las blancas cruces levantadas en Darwin.

Darwin y los familiares de caídos en las islas

El Sargento Manuel Villegas, Regimiento de Infantería Mecanizado 3 (R I Mec 3 “General Belgrano”).    Ex combatiente, conductor del programa radial “Malvinas,corazón de mi Patria”( www.malvinasenlaradio.com  de 20 a 21 los lunes) en Radio AM1580 Tradición, me contó su paso por esa experiencia de estar en combate. Villegas es padre de tres hijos y abuelo de dos nietos

¿Qué pasó antes de fines de marzo de 1982?

El 2 de abril nos sorprende a nosotros los militares.  Eso fue una operación secreta , totalmente secreta. El Jefe de Regimiento, hoy un General ya retirado, nos aseguró que él tampoco sabía nada de esta operación. Nos sorprende como ejecución y como proyecto, ya que jamás en el ejército se había hablado de una posible recuperación de Malvinas. Los últimos días de marzo,  la gente había llegado a manifestarse en contra de la Junta Militar y fueron corridos, y esa misma gente el 2 de abril copó la Plaza de Mayo para apoyar la recuperación de Malvinas. Dejar de lado los problemas internos y pasar al plano nacional. Esta gente apoyó totalmente, igual que los políticos, periodistas y sindicalistas. Lo que pasa es que a todos les parecía una locura “¿Cómo nos íbamos a meter con Inglaterra?”. En un momento la algarabía era generalizada y a nadie se le ocurría pensar otra cosa.
Nosotros damos charlas en las escuelas y les contamos a los chicos la verdad de Malvinas, ya que la prensa amarilla hizo hincapié solamente en la basura de Malvinas. ¿Hubo maltratos? Si, hubo maltratos. ¿Hubo abuso de autoridad? Si, hubo. Si pasamos hambre y frío…sí, pero se contó solamente eso. Fueron y vinieron una y mil veces diciendo siempre lo mismo. La otra vez me habían invitado a un programa de radio y les dije que si ellos quieren homenajear, no pasen las miserias de la guerra solamente. Estábamos doloridos, con frío y hambre y rendidos pero llevaban todo el dolor y el peso de la derrota en su mochila . Pero eso no fue Malvinas, eso fue el final de Malvinas, porque en el medio hubo un convencimiento, una decisión de los muchachos. Siempre cuento cantidad de historias de hombres que pudieron no ir a Malvinas y sin embargo fueron. Tuve el caso del maestro Julio Cao que había cumplido ya su servicio militar y había pedido una baja ,estaba casado y su mujer embarazada, y se presentó al cuartel y le dijo al Capitán lo mismo que  le había dicho a su madre. Y le respondieron que él no podía ir porque estaba dado de baja. Sí como voluntario, pero no pude ir como solado del cuartel. El Capitán le preguntó su situación actual, él le conto que se había casado y su mujer estaba embarazada, y lde dijo: ”Menos todavía. Le agradezco que haya venido”. El se mete en la compañía y les dice “Si alguno no puede o no quiere ir, yo me quedo”. Fue al baño, y se cambió la ropa con uno de los soldados y se fue a Malvinas. El quería contarle a sus alumnos lo que era Malvinas y por eso le dijo a su Capitán: “Mi Capitán, cómo no me va a llevar a Malvinas. Yo soy un maestro. ¿Cómo le voy a hablar mañana a mis alumnos si su maestro tuvo la posibilidad de ir y no fue y se escondió debajo de un escritorio?”. Este soldado falleció el 14 de junio. Fue el único maestro que murió en Malvinas.
El soldado Víctor Cagnoli, era cafetero en la  Plana Mayor. El le comenta a su superior que tenía que iniciar la Universidad de Río Cuarto . Le dan una licencia hasta la baja y lo autoriza a ir a estudiar. Estaba en su casa con el bolso preparado y escucha por radio y televisión la convocatoria y comienza a cambiarse. Entra su madre y le pregunta qué estaba haciendo, a  lo que responde que había escuchado la convocatoria, y su madre le responde que él tenía una licencia para poder estudiar autorizada por el Jefe de Regimiento, y él le dijo que primero estaban sus compañeros, el Regimiento y la Patria y después el estudio. El escribió un libro “Por haberte conocido”. En San Martín tenemos a Aníbal Folch, por quien pusieron el nombre al paso nivel que está en Perdriel y a un Jardín de Infantes que está  en Av Márquez. El perteneció al Regimiento 3 de Infantería y murió acompañando a Julio Cao.

Como ese caso hubo montones. En el Batallón de Ingenieros había un soldado , llamado Daniel Cuello, me cuenta algo que tira abajo el tabú de la gente que cree que a los chicos los llevaban. Los chicos fueron. Y no fueron chicos, sino hombres jóvenes que fueron a defender a su Patria. Como siempre hay un porcentaje que va a decir “no, yo no voy, no  me importan las islas”. Pero este soldado Cuello, me dice que era clase 62 y el Batallón de Ingenieros de Campo de Mayo iba a llevar solamente la clase 63 que recién había entrado, y quedaban los últimos 22 hombres nada más de la clase anterior, entonces le preguntó al Jefe de Regimiento si no los iban a llevar a ellos, a lo que respondió que no, ya que iban a quedar en el cuartel. Cuello le decía que ellos sabían manejar las grúas, camiones pesados y los otros no habían aprendido, y el Jefe le dijo que al día siguiente en la formación iba a preguntar si había algún voluntario. El que dé un paso al frente va, el resto no. Y como tenía que llevar solamente  23 hombres de la 63. De los que estaban formados, 19 dieron un paso al frente. De esos 19 solamente 4 se quedaron. Y la gente cree que los llevaron a las patadas, o por la fuerza y estaban equivocados.

Los comunicados de los canales que decían “estamos ganando, estamos ganando”,¿ eran ciertos?

Eso tiene una explicación. Imaginate que el periodista no puede decir que estaban perdiendo, ya que juega la inteligencia militar. Los ingleses estaban sumamente atentos a lo que informaban. Nosotros en las posiciones, en Campo de Mayo, estábamos alejados de los primeros combates pero  seguíamos los bombardeos de los buques, pero los combates cuerpo a cuerpo se desarrollaron en Ganso Verde, San Carlos y todavía estábamos en Puerto Argentino. En Puerto Argentino por una cuestión de levantar la moral, nos decían “Señores, estamos ganando”. Yo le dije a mi Jefe de Sección “Mi Teniente primero, estamos ganando pero se están acercando”. El me respondió “Mire Villegas, es una cuestión de mantener la moral de la tropa alta”. A pesar de eso le pedía que me dijera la verdad. A la larga venían venciendo posiciones.
El reconocimiento de nuestro país empieza a gestarse por el reconocimiento de los ingleses. Ellos son los primeros en hablar bien de los soldados argentinos. La fuerza aérea ni hablar. La fuerza aérea les dio una  paliza con aviones casi obsoletos que ellos jamás se hubieran imaginado. Eran un montón, y eso que fallaron muchas bombas, sino las bajas de ellos hubieran sido mayúsculas.
Inglaterra era la responsable del mar en la OTAN, y tenían todo diagramado para que ningún avión pudiera penetrar la barrera de fuego. Jamás se lo esperaron.

La fuerza aérea era otra guerra. Tenían la posibilidad de llegar al barco. El ejército la única que tenía era esperarlo en las posiciones y tratar de hacer un combate convencional. Junto con los civiles del Escuadrón Fénix, hacían la inteligencia de meterse en proximidades de la tropa, tratar de ubicar los blancos más importantes e informar a la fuerza aérea. Ellos hacían esa proeza de reabastecerse en vuelo que fue un invento nuestro, y entrar como locos pegados al mar y entre los estrechos y los cerros, volando al ras del piso, sino no había posibilidad de éxito.

Argentina aparte de haber luchado contra la tercer potencia del mundo, tenía a Francia que nos suspendió la entrega de misiles Exocet que tenía acordados, y colaboraba con los ingleses para ver la forma de interrumpir esos misiles. Estados Unidos colaboró con los satélites y misiles de última generación para derribar nuestros aviones y Chile con sus radares, que los pusieron al servicio de los ingleses. Además movilizaron sus tropas hacia la frontera con Argentina, lo que hizo que tuviéramos que movilizar nuestras tropas hacia la frontera con Chile por las dudas. Eso también fue culpa de Galtieri, porque en su discurso dijo que “hemos comenzado a recuperar los territorios que por ley nos corresponden”. Acabábamos de salir del conflicto del Beagle, así que esas palabras les daban a entender que después de Malvinas venían ellos.
Les permitieron a los ingleses operar en su territorio, les prestaron los radares, y les avisaban a la flota inglesa cuando se hacía un despegue argentino. Brasil colaboró con Inglaterra lo mismo que Uruguay. El único  país que se la jugó y puso todo para colaborar con nosotros fue Perú. Nos entregó 10 Mirages con los colores de los aviones argentinos con pilotos dispuestos a combatir. Bolivia ofreció 4500 soldados. Esto pasó muy desapercibido y no permitió a la gente llenarse de orgullo por el gran sacrificio que hicieron sus soldados allá.

¿En qué lugar estaba cuando lo convocaron?

Estábamos dando instrucciones a los soldados de la clase 63 en Ezeiza. Nos sorprende la mañana del 2 de abril la noticia. A la tarde ya estábamos  en el Regimiento y empezamos los preparativos, con incertidumbre. Vamos al sur, no vamos, nos quedamos…nos van a desplazar y nada más. Hasta que finalmente el 11 de abril, Domingo de Pascuas, llegamos a Malvinas alrededor de las 7 y media de la mañana.

¿Ustedes estuvieron en combate o solamente cerca como apoyo?


(izq a der)Villegas y Tries


El 1ro de mayo comenzó el bombardeo al aeropuerto por los ingleses. Después se produce el desembarco  inglés en San Carlos, luego atacan Douglas y comienzan a desplazarse por la isla. A cada unidad se le asignaba un lugar de responsabilidad y nuestro regimiento estaba en Puerto Argentino. Lo que nos tocaba sufrir en la guerra era el bombardeo naval, los ataques aéreos , que algunas veces los hacían con bombas y otras veces con se  pasaban en vuelo rasante con ametralladoras hasta el día 13 de junio a la madrugada, donde una compañía que es donde yo pertenecía, llamada Tacuarí, del regimiento 3, es desplazada hacia el cerro Tumbledown, frente a y en la punta de la lengua de agua estaba  el puesto de los Royal marines.

Más adelante está el monte London, lugar donde combatió el regimiento 7 que ofrendó 36 vidas el 13 de junio. Ese día nos ubican en el cerro Tumbledown, y a la noche nos ordenan realizar un contra ataque sobre Wickham Heights. Cruzamos todo ese valle y nos metimos en un lugar que no fue planificado en ningún momento. Después de haber hablado mucho con Dios yo decidí no cumplir el reglamento militar que manda estar ubicado aproximadamente  en el medio de mi gente para poder conducirlos a todos, y decido ir a la cabeza de mi grupo pensando que el militar era yo y que estaba más preparado que ellos, lo mismo que hizo mi Jefe de Sección, Rodríquez que salió corriendo primero, y lo pasaron a la carrera, por la juventud trepando el cerro. Yo salí herido, recibo un disparo en el abdomen, tratando de hacer un cambio de posición. 

Considero que mi hora estaba llegando porque el dolor empezó a ser tremendo, sentí que me iba a morir y le ordeno a mi soldado Tríes que tire a la roca, ya que había sentido los impactos, y me  pidió que salga del medio. Yo le dije que no tenía posibilidades de moverme y que tire igual que yo estaba listo.
El me respondió que si no me corría no tiraba, lo insulto y estiro la mano, y recibo un segundo impacto  en la mano. Eso fue psicologicamente muy fuerte porque vi que el tipo no me quiso matar, a lo que a los pocos minutos el soldado me dice que lo iba a buscar, y le dije que tire que lo iban a bajar. A los dos minutos aparecen dos de mis hombres con las manos levantadas, uno era el soldado Tries clase 62 y el otro José Luis Serrezuela, clase 63.Los dos me agarraron de debajo de los brazos y me llevaron atrás de unas piedras. Ahí esperamos un rato, sufriendo  muchos dolores y pensando que ya no tenía posibilidad de salir. Les pido que le avisen a mi familia, a mi mujer, yo que siempre soñaba con un encuentro:  estar arrodillado y que mi nena viniera corriendo a darme un abrazo enorme, que les cuente como van a sufrir menos y que a la nena mía…y ahí me doy cuenta que ese abrazo no iba a llegar nunca…

Me largo a llorar y ahí el soldado a quien había tenido al trote todo el año,  me dice que no me iba a dejar ahí, que me iba a llevar. Me levanta y me lleva del medio del campo donde había una de tiros impresionante. Ver ese cerro era un infierno. Ellos me llevaron a la rastra, a cococho como pudieron. Me revisó un médico que dijo que me quedaba poco. Era el Dr Lázaro quien le dijo que me opere, que busque una mesa. Yo no sabía la existencia del triage pero estaba pasando por eso. Luego me llevaron al buque Almirante Irízar donde tuve la fortuna de ser asistido por las voluntarias enfermeras e instrumentistas de 19 a 30 años. De ahí fui a Comodoro Rivadavia, donde el amor de la gente fue increíble. Se peleaban para llevar soldados a su casa que estaban en condiciones de salir y les dieron permiso.

¿Cómo era el estado de ánimo en esos momentos?

Se veían en el lugar donde me asistieron, todos los estados de ánimo: algunos derrotados, otros saltaban felices porque estábamos volviendo a casa, otros lloraban desconsolados por la derrota. Yo me quería quedar en el buque, no porque estaba cómodo, sino  porque pensaba que al llegar al continente nos iban a escupir, a insultar y la verdad el amor de la gente…al bajar del helicóptero en un playón y una enfermera empezó a acariciarme la cabeza, los brazos, y yo esperaba otra cosa. Dejaban  en el hospital gaseosas, alfajores, milanesas, pollo con papas. Aunque no podíamos comer igual los dejaban. Eso fue sanador para todos aunque la derrota es algo que a muchos todavía nos pesa.

¿Tuvo algún contacto con soldados ingleses luego del conflicto?

No, nunca tuve. Con Esteban Tríes que fue quien me rescató, hacemos el programa de radio en AM Tradición. Y hace unos años tuve un ACV y me llevó al hospital él. Un día me dice que le proponen llevar un soldado a la radio del ejército, que estaba en la Parac 2 ( inglés) con un traductor, y le dije que sí. “Mirá que puede ser quien te hirió a vos”, me dijo, pero le respondí que la guerra ya había pasado y estaba cumpliendo con su deber y me tiró en la mano, pudiendo haberme matado. Creo en Dios, y pienso que si hubiera podido tirarle un disparo a él, le hubiera tirado en la cabeza. Hay gente que no quiere ni verlos de cerca a los ingleses, pero en realidad no todos. Yo le tengo bronca a los políticos no a los ingleses. Muchos intereses juntos están resumidos en Malvinas. Por eso el resto de Europa hace oídos sordos, mira para otro  lado.

¿Pensaba que eso iba a durar tanto tiempo?

Teníamos mucha incertidumbre. Cuando el hombre está en combate, luego de los 30/60 días el reglamento dice que debe ser relevado. Era muy difícil que nos relevaran porque había un bloqueo importante por el que no podían llegar encomiendas y hubo aviones que llegaban con bolsas de harina, polenta y bolsas de arroz para todos. Podrían haber llegado los regalitos, pero éramos conscientes de eso  porque la situación no lo permitía. Ganas de volver ya teníamos porque estábamos desde el 12 de abril y ya estábamos en junio, con el cansancio y con las necesidades que se pasan en el campo de combate y demás cuestiones personales.

Para mí fue un gran orgullo estar con estos chicos, mal llamados “chicos de la guerra” ya que cuando nos metimos en el medio del infierno que era ese campo de combate, yo hice una cuestión que no han hecho muchos que se llama “comprobación de puestos” y estaban todos mis hombres. Comprobación de puestos es cuando uno va nombrando por ejemplo” Jefe de grupo” e identificás a cada uno, “Tirador 1”, “Tirador 2” , todo a los gritos. Nos fastaba un hombre que era un enano que no había cruzado por un arroyo porque tenía miedo de ahogarse y se arrimó después, pero lo reté porque en aquel momento no estaba. Sus compañeros me dijeron que había llegado al final y tendría que haber cruzado igual. Fue un reto amigable.

¿Hubo torturas por parte de los ingleses que ud. hayas visto?

En la única oportunidad que los vi fue en el hospital, estaban armados, creo que el momento más triste de Malvinas fue ese porque yo sabía el gran sacrificio que habíamos hecho con nuestros soldados, al tener flameando la bandera argentina. <me resultaba raro verlos armados. Cuando me desperté por segunda vez de la operación, estaba en un catre en el suelo rodeado de gente con la misma gravedad de heridas que yo y escucho voces, cuando miro, veo que vienen dos ingleses con fusiles. Me llamaron la atención los fusiles, no a los ingleses , pero por qué los dejaron entrar armados era la pregunta. Al ver mi cara de sorpresa, se acerca un enfermero y me dice “¿Qué pasa, negro, no entendés nada?”, le respondí que no, qué estaba pasando, y me dijo que me quede tranquilo que se arregló todo. Mi pregunta fue “¿Cómo que se arregló todo?”. “Y sí, nos  rendimos”. Ahí me largué a llorar con un dolor, que lloré hasta que me volví a dormir. Tenía tanto dolor, bronca y pena de haber sido derrotado, que por eso digo que la pena y la derrota fue lo que más le cuesta al veterano.
Si bien considero que dieron la vida y mucho con sacrificio para que esté allá la bandera. Me cuesta, pero no fue en vano.

¿Le quedaron secuelas de las heridas?

No, gracias a Dios, estuve un tiempo muy largo hospitalizado, una rehabilitación muy larga ya que además de la perforación múltiple de intestino, tuve un problema en el nervio crural y muchos dolores. El primer diagnóstico fue que iba a quedar rengo, pero si bien tenía la pierna débil y quedaron esquirlas, no se pudieron sacar. La munición pega en el hueso y se rompe, menos mal que no fue un fusil argentino, sino hubiera pasado otra cosa. Poco a poco recupere al fuerza en la pierna y ahora está normal.

¿Qué edad tenía en ese momento?

Tenía 23 años, estaba a  cargo de un grupo de 13 hombres. Cuando llegué a ese regimiento tenía 17 años y era cabo recién egresado, con soldados a cargo que tenían 20 años, ya que eran de  la clase 55, última clase de 20 años. Le sorprendía al hijo de un amigo hace poco que muchos eran más chicos que yo. No creo que les hiciera gracia que siendo menor los mandara, pero seguimos juntándonos con  soldados que estuvieron en Malvinas y con otros de aquellos años. Yo formaba soldados y no boy-scouts, ni para un concurso deportivo. Era para que, si el día de mañana se tenía que defender a la Patria. Y nos tocó. Tal vez algunos hicieron cuerpo  a tierra y otras cosas “al cohete”, pero a quienes les tocó ir, les sirvió. Gracias a Dios los soldados nuestros fueron buenos,  lamentablemente por cuestiones de conveniencias políticas, hay mucha gente que se ha quedado en las miserias de Malvinas. Cuando doy charlas en los colegios digo que no voy a hablar de nada que no sea la verdad. Hablo bien de maestros, de Dios y la religión, de los curas que hacen obras de caridad, y de la gente que hace las cosas bien. Hay oficiales y sub oficiales que fueron miserables y mala gente, y que salieron disparando cuando escucharon el primer tiro. No les halo de eso,  sino d soldados que arriesgaron su vida como en el  caso de Tríes y Serrezuela, que rescataron a su Sargento y otros a sus compañeros.

¿Qué planes tenía en 1982?

Ya estaba con mi mujer, teníamos una hija, pasaron 36 años ya. Yo tengo 59. En esos años, con 21 años más o menos,  trabajaba además de estar en el ejército, mañana y tarde en una línea de colectivos. Tenía necesidades como muchos y de a  poco pudimos resolverlas. Recordamos un TV de 14” con radio y nos  lo robaron, ¡lo que extrañamos eso! Siempre cantaba, a pesar de no andar bien económicamente y trataba de tomarme las cosas con optimismo y  pensando que todo iba a mejorar.

Villegas se parecía a aquellos sargentos de los westerns de John Ford: hombres con más corazón que odio. Su debilidad era otro soldado débil a quien todos llamaban Lupin, un huérfano total apellidado Serrezuela, que desde los siete años había vivido en el campo sin familia y sin destino, y a quien nadie jamás le había enviado una carta. A Villegas le daba lástima esa carencia. Así que le ordenó a un conscripto del grupo que le pidiera a su novia un favor: debía buscar a una amiga para que ésta escribiera de su puño letra una misiva dirigida a Lupin. Cuando se hacían los corros para recibir la correspondencia, Lupin se quedaba atrás descansando o cumpliendo tareas. Sabía que en ese rito deseado no había nada para él. Pero un día el encargado del correo voceó por primera vez su apellido: "¡Serrezuela!". Y entonces Villegas vio que Lupin ni siquiera se mosqueaba. Como si no lo hubiera oído. "¡Serrezuela!", repitieron varias veces. Y nada. Lupin miraba distraídamente el horizonte. Villegas lo enfrentó: "Che, boludo, ¿usted no es Serrezuela?". Lupin pareció regresar del más allá: "Sí, pero yo no recibo cartas, mi sargento. Debe ser un Serrezuela de otra compañía". Villegas tomó el sobre y se lo entregó. La cara de Lupin se transformó como si hubiera descubierto un tesoro. Abrió lenta y cuidadosamente el sobre, leyó esas pocas líneas dirigidas a él y a nadie más, y después arrugó la carta contra el pecho y caminó mirando al cielo: "Gracias, Dios míos, gracias, gracias".

Del texto de https://www.lanacion.com.ar/1149318-rescatando-al-sargento-villegas

Estas charlas son una lección de historia enorme. Le agradezco mucho al Sargento Villegas todo este relato. Nos invita a leer ”Rescatando al Sargento Villegas” , donde el periodista Jorge Fernández Díaz, narró la historia tal como fue en La Nación, en la columna  “Historias con nombre y apellido”. Escribió sobre pilotos, submarinistas, gente que vino de Europa luego de la guerra, y lo invitó a su programa. Ahí también se descubre la otra parte de la historia, la que no se cuenta, la que solamente ellos saben y no la miseria, como decía Villegas.
Las musas despiertas, está a disposición para difundir todo lo referido a los veteranos de Malvinas, para que esa verdad sea conocida.

…….
de izq a derecha: Sold. García, clase 62; Jorge Arnedo, Humberto Castagno y Julio Mirabella (fallecido en 1983)



Jorge Oscar Arnedo,  estuvo en continente. No estuvo en Malvinas ,pero llegó a Comodoro Rivadavia,a la Agrupación 185, Comodoro, perteneciente al Liceo Militar Gral. Roca (era su destino). No fue, pero su experiencia es valiosa, como la del Sargento Villegas que sí estuvo presente y sabe fehacientemente qué se siente haber estado ahí, tan cerca de la muerte.

Era un año de servicio militar que de repente se convirtió en guerra. No había elección.

¿Cuánto tiempo estuviste en Comodoro hasta salir de baja?

Estuve 6 meses y 7 días, desde el miércoles 3 de febrero hasta el  martes 10 de agosto. No vine nunca de licencia. Cuando vine, lo hice  ya con la baja. Tuve la suerte de salir en la primera baja.

¿Tenías instrucción militar cuando fuiste informado que podrías ir a las islas?

Tenía instrucción militar pero todo muy básico. Solo había tirado 5 tiros en la práctica. Nunca hicimos introducción nocturna ni de cuerpo a cuerpo.

¿Recibiste alguna pensión por haber estado tan cerca de participar del conflicto?

Nunca recibí nada, ni yo ni mis compañeros.

¿Qué perspectivas tienen de recibir alguna indemnización?

A perspectiva es que el Gobierno atienda los reclamos de los que estuvimos en el continente, dentro del TOAS, paralelo 42 hacia  el sur. Mis compañeros tienen todo. Estaban luchando desde el acampe que estuvo en Plaza de Mayo durante 10 años.

¿Por qué crees que costó instalar la causa Malvinas?

Cuando terminó la guerra, aún estaban en el gobierno los militares. Luego entré a trabajar en Fuerza aérea y estaba prohibido hablar, menos aún con gente que no era de la fuerza. Preguntábamos y no respondían. Se juntaban en oficinas a hablar solo entre ellos. Jamás se iba a saber qué pasó. Costó mucho que la televisión contara la verdad. Cuando volvías de la guerra, te encerraban en el cuartel  y no te dejaban ver a tu familia en forma inmediata. Más adelante hubo libros y películas sobre todo eso, pero fue mucho más tarde. El diario Clarín sacó suplementos sobre la guerra que se vendían muchísimo.

¿Cuál es, a pesar del mal momento que has pasado tan cerca, el mejor recuerdo de aquellos años?

Dos recuerdos tengo como los mejores. Uno es el día que fui favorecido para la primera baja a través de un sorteo  el martes 6 de julio y la otra es haber conocido el 15 de abril, a una persona maravillosa, excepcional: Doña Julia Rosa Badra, quien me llevó a su casa sin conocerme, un día que tuve franco cuando despedía a mi papá que había ido a visitarme. Yo me había aferrado mucho a María Auxiliadora, estaba desesperado y fui a la Catedral de Comodoro, cuya Patrona es María Auxiliadora. Allí, en Belgrano y Rivadavia. Le pedí no ir a la guerra, ver rápido a alguien de mi familia y volver rápido a casa. Se me cumplieron las tres cosas. Mi papá llegó el 14 de abril, salí rápido y fuí a casa.

¿Qué planes tenías al entrar del servicio militar, antes de saber que podrías ir a Malvinas?

Hacer el servicio y al año siguiente estudiar Periodismo Deportivo y trabajar.

Sold. Arnedo, y a su izquierda el Soldado Fabián Nuñez

.
¿ Qué sabor queda luego de haber pasado por ese trance?

Me hace mal escuchar sobre el tema. Más cuando escucho la canción. Tuve la suerte de volver antes del año de haberme ido a Comodoro. Recuerdo el agradecimiento del pueblo de Comodoro y los amigos de la familia que me llevó a su casa. Se me juntaron todos los recuerdos esa  primera vez que regresé a ese lugar.

Me siento orgullosa de la gente que fue a luchar, también de aquellos convocados que no llegaron a las islas, y de todos quienes estuvieron alertas a  los llamados. Madres, hermanas, novias (me incluyo), familiares que lloraban por las pérdidas, por los que quedaron allá y por los que volvieron con secuelas aún no curadas. Muchos de ellos siguen reclamando por sus derechos. Otros, bajaron los brazos, y otros no soportaron las presiones psicológicas que los acompañaron por años, y decidieron quitarse la vida. Por todos ellos, esta nota, por todas las madres que hoy siguen llorando y por las que saben fehacientemente ya, quienes son los que habitan esas tumbas en Darwin. Mi admiración y mi respeto. Formó parte de mi adolescencia, y seguirá estando en mi memoria cada comunicado, cada noticia, cada cambio que se  producía en aquel entonces. Agradezco a quienes aceptaron éstas preguntas, sin condiciones, y espero que alguna vez podamos decir que esa guerra sirvió para otra cosa que no fuera dolor.

Las Malvinas son argentinas, por territorio, por derecho y por amor.
Desde José C Paz, el Sr. Armando Antúnez, de la Comisión de homenaje permanente a los ex combatientes, me permite compartir en esta nota, un poema de su autoría. Realmente sensible a estos momentos y muy bien escrito desde el punto de vista de una madre.
Agradezco su intervención en contactar al  Sg. Villegas, para responder a esta nota

ANTE TU TUMBA
Hoy, ante tu tumba, me sentí completa,
Se acabó la brecha que había entre los dos,
Ya no hay más distancias, pude presentirlo,
Hoy, te sentí cerca, aunque estés con dios.
No estaremos lejos, ni habrás de estar solo,
Ya no tendrás frio, cada anochecer,
Te dejé mis besos, mi voz y mi llanto,
Y el calor que siempre, para ti guarde.
No hay nada que venza, el amor de madre,
Vos no regresaste y hoy, te vine a ver,
No estaba segura que habrías de escucharme,
En todo este tiempo, que por ti recé
Aunque no te vea, siento tu presencia,
Mi instinto de madre, me lleva a pensar,
Que recién ahora, que llego a tu tumba,
Tu alma en el cielo, hallará la paz.
Sé que hoy que estas lejos, allá entre las nubes,
Guiarás mis pasos, desde ese lugar,
Para que mi alma, encuentre a la tuya,
Cuando también parta, hacia el más allá.
Dios, siempre piadoso, con los que sufrimos,
Ha calmado el viento y nos acercó,
Un sol bondadoso, para que sus rayos,
Alivien la pena, con luz y calor.
En treinta y seis años que vivo tu ausencia,
El paso del tiempo, jamás opacó,
Este amor inmenso que tuve y que tengo,
Como el primer día, aún te amo hoy.
Recé tanto tiempo y lloré tantas penas,
En tu larga ausencia, nunca tuve paz,
Pero muy adentro, tenía la esperanza,
De que este gran día, habría de llegar.
Te tuve conmigo, unos pocos años,
Tu ausencia duplica, al doble tu edad,
De haberte tenido, tal vez, hoy serías,
Como prometías, un hombre ejemplar.
El tiempo es tirano, para los reencuentros,
Y pasó y es hora y, me debo marchar,
Descansa hijo mío, ya no estarás solo,
Ya no siento pena, te pude encontrar,
Hoy, sobre esta tumba, te dejo mi alma,
Cuando también parta, la vendré a buscar.
ARMANDO R. ANTÚNEZ

©Silvia Vázquez


1 comentario:

  1. Hoy 5 de junio de 2018 le colocaron el nombre de Julio R Cao a la escuela Nro 32 de Laferrere. Un honor para este maestro y su familia.

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