viernes, 15 de junio de 2018

Visitas y entrevistas

                                        

El pasado miércoles 13, Día del Escritor, tuve la oportunidad de ser parte de un taller literario realizado con alumnos y docentes de primero y segundo año, del Instituto Ntra. Sra. del Carmen, del barrio de  Coghlan.


Una bella escuela, una hermosa capilla muy acogedora y sobre todo la calidez de la gente.
Invitada por la docente Patricia Golan, los alumnos trabajaron sobre cuentos de mi libro “Rocío de palabras”: “Cielo  turquesa” y “Nochebuena en la casona” .

Tanto la docente Patricia (2do año) como Marianela Bechara (1er año), dieron el puntapié inicial para la creación de nuevos finales para el primer cuento y la posibilidad de darles a los alumnos el espacio para entrevistarme brevemente.

Las producciones de los alumnos de segundo año son publicadas más abajo, luego del relato, y las de primer año, lo serán en breve, ni bien las envíen vía mail.

Agradezco a la Sra Adriana Vazquez, rectora y a la Directora de estudios Sra. María Marta Mojico por su atención, por el regalo que recibí y por la amabilidad y predisposición de parte de todos, desde el encargado de la recepción hasta los chicos, que escucharon atentamente a sus profesoras y a mí.

                       

Ante la pregunta de “¿usted cree que llegó a lo que deseaba , escribiendo?”, mi respuesta fue positiva, ya que no es mi idea ser famosa, a un nivel irreal, sino que mi trabajo sea conocido por chicos como ellos, por adultos y saber que mi obra se lee en muchas partes.
Surgieron hermosos finales.

                                  


Ojalá que sus vidas estén repletas de momentos sublimes, ellos son el futuro; y como les dije al finalizar “Siempre sueñen y hagan lo imposible para que esos sueños sean reales, pero con esfuerzo y constancia”.

1er año








1er año












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CIELO TURQUESA 

Me llamo Macayle.
No tienen idea de lo que me costó decir esto por primera vez, en este país. No sabía una sola palabra cuando abandoné mi Ruanda natal. Mi nombre significa “ de fuerte voluntad, ardiente” . Y si, debe ser así porque si hay algo que tengo en esta vida es la voluntad. De otra manera no hubiera llegado donde estoy. Soy alta, morena y de ojos grandes, mi pelo está enrulado y largo, y siempre estoy sonriente.
Seguramente ustedes escucharon pocas veces hablar de Ruanda. Es tan lejos…
Yo nací allí, en un lugar llamado Gishwati, donde alguna vez hubo un bosque muy hermoso, repleto de libélulas brillantes que revoloteaban a nuestro alrededor. Nuestra casa, una humilde choza de madera, fue construida por mi abuelo, Modou Rufugi. Eramos una familia muy pobre, pero teníamos la instrucción necesaria como para sobrevivir en nuestro país, a pesar de los problemas que se venían desarrollando por aquellos años. Por esa época yo era apenas una niña.
El grupo de los tutsis, estaban en pelea constante contra los hutus. Muchos de nuestros amigos y familiares debieron huir para no ser asesinados. Ese odio era antiquísimo, y lo mantenían vigente sin pensar en las trágicas consecuencias.
Familias enteras muertas en sus propias casas, mujeres violadas y más de 5000 niños nacidos de esas violaciones, también asesinados.
Todo se había transformado en un infierno, en el que no quería vivir. El año 1994 se convirtió en el Apocalipsis y muy pocas partes del mundo se hacían eco de nuestro dolor.
Cien días transcurrieron desde el comienzo de las matanzas, cien días con el olor a muerte sobre nuestros cuerpos, cien días con hambre, rodeados de soldados que intentaron evitar aquel genocidio y mantener la paz .
Se escuchaba hablar de un hombre, llamado Dallaire. El sería el enviado para enfrentarse a Paul, el comandante rebelde tutsi responsable de las matanzas.
Tengo en mi memoria las tardes en el lago, recogiendo los peces que veíamos en el agua transparente, las montañas allá a lo lejos que nos hacían soñar con un mundo diferente. Siempre pensé que abandonaría mi pueblo siendo mayor, jamás por una guerra tan inútil. Y acá estoy, tan lejos de mi tierra, pero feliz. Ahora digo eso, claro, cuando ya me establecí en esta enorme ciudad tan diferente de Gishwati. Diferente no solo por su paisaje, sino por su gente.
El hecho de ser una persona de color, no me facilitó para nada las cosas, pero con el paso del tiempo, se acostumbraron a mi “extraño tostado africano”, como me dice mi amiga Jennifer.
Cuando estaba en aquel avión , imaginaba cómo sería este lugar, del que tanto me habían hablado los oficiales del consulado. Había sido becada para estudiar, por mis altas notas en la escuela y por la extrema pobreza de mi familia. Ellos, quedaron allá, con la esperanza de que algún día pudieran reunirse conmigo.
Cuando llegué a Buenos Aires, me llevaron directo a la Embajada. Allí me recibió muy amablemente un señor que me explicó las razones por las cuales no había podido viajar la familia completa. Días más tarde, ya estaba sumergida en ese mar de gente que caminaba sin mirarse a los ojos, apabullada por el ruido de bocinas y luces de colores que me perseguían hasta enceguecerme.
La gente del consulado me reunió con una profesora de español que había estado viviendo en Kigali, la capital de Ruanda, hasta que comenzaron las matanzas. Ella decidió escapar  a Argentina, trayendo una larga lista de amigos a quienes hoy sigue contactando, pero con un gusto amargo, de haberlos dejado en aquel lugar de cuerpos inertes que habitaban las calles.

Ha pasado ya diez años, y logré mucho. Establecida en una pequeña casita a pocos kilómetros de la gran ciudad, con un trabajo estable que me permite vivir dignamente y pudiendo expresarme de forma correcta en el idioma que años atrás no comprendía. Cuánto tiempo me costó entender a la gente que me hablaba en otro idioma en aquella casona de estudiantes. Algunos creían que era muy tímida porque apenas abría la boca. Mi mayor miedo era decir algo inconveniente por no saber .
El lugar donde vivo ahora es tranquilo, las casitas son bajas, muchos habitantes son descendientes de europeos: italianos, españoles, alemanes. La mezcla casi ni se nota. Todos están ya establecidos y generalmente sus familias viven cerca unas de otras. Son muy amables y me hicieron sentir muy cómoda a pesar de las diferencias culturales. Al principio, claro, no fue fácil ver una “negra” en un lugar donde no existían, pero ya formo parte del barrio. Hace poco supe que había una familia africana viviendo cerca de casa, que había estado en Madrid hasta hace un año atrás, cuando se quedaron sin trabajo y decidieron viajar aquí a probar suerte
Agradezco mucho haber conocido a quienes hoy son mis amigas, que mi familia esté un poco mejor y que ya quede en el recuerdo aquel mundo de violencia. Anoche viendo tele, supe que habían arrestado a cuatro hombres en Gran Bretaña, por el genocidio de 1994, y fueron extraditados para ser juzgados. ¡Cómo me gustaría estar sentada descalza, en el borde del lago Victoria, y sentirme una ninfa entre esos pequeños dragones de luz !… Ya vendrá el tiempo en que volvamos a estar juntos, y poder recordar solamente los buenos momentos , intentar olvidarnos de lo malo, de todo lo que pasaron ellos …y yo. Por ahora sigo haciendo mi vida aquí, esperando poder terminar de juntar el dinero para traer a los míos. Se que no se van a quedar mucho tiempo. Es muy difícil para ellos dejar aquello, que es su vida, su tierra. El abuelo, a quien todavía están intentando convencer de volar, sigue firme a sus raíces, a su mundo, y dudo que alguna vez vuelva a verlo. Mis padres y mis dos hermanos menores están expectantes (creo que no pasará mucho tiempo más para que estén conmigo).
Pienso en formar mi propia familia, de hecho estoy saliendo con  Emmanuel, el menor de los hijos de quienes  viven cerca de casa. Quiero vivir aquí, quiero que mis hijos nazcan aquí, no olvidar mis costumbres, me gente y mi lugar. Me siento feliz por haber hecho todo lo que hice, pero extraño mucho a los míos y los quiero tener cerca.
Me llamo Macayle, doctora Macayle Rufugi, y pertenezco a  una agencia de ayuda a refugiados, y desde aquí, cada día de mi vida, ayudaré a quienes necesiten, por que yo también alguna vez sufrí todo eso, la guerra, el olvido, la pobreza.
©Silvia Vázquez

TRABAJOS GRUPALES

Macayle ahora vive en el Barrio Saavedra. Se dedica a ser doctora y pertenece a una agencia de ayuda a refugiados. Hace 2 años se casó con Emmanuel y tuvieron un hijo, que actualmente tiene un año. Finalmente consiguió la plata para que su famiia venga a vivir con ella y poder volverse a reunir.

Macarena Sbarra, Lucila González, Daiana Morate, Florencia Tula, Sofia Correa, Melanie Bres.



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Hoy en día Macayle está intentando tener más y aprender del mundo y sobre ella. Aunque a veces extrañe Africa, sabe que lo mejor para su vida va a ser quedarse acá.
Nunca tendrá la misma vida que tuvo allí.Los recursos no son los mismos en Africa que los de acá, acá en Argentina los tiene más fácil.
Cada día aprende más de ella y de su población, en la que habitan. Por ejemplo; las tribus de Africa son distintas a las de acá, son más unidos y saben cómo tratarse entre ellos. En cambio acá nos discriminamos y miramos los errores de todo, algo negativo nuestro, pero también tenemos muchas partes positivas que nos sirven para la vida y formarnos como personas.

Kiara Paz, Sofía Valente, Delfina Zaragoza y Franco De Bernardi
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No me fue fácil adaptarme, todo era completamente desconocido para mí Sus hábitos son extremadamente distintos a los de mi país.Yo desayunaba a las 5 de la mañana un pan con té, debido a que no tenía recursos necesarios para comer otra comida. Aquí me levanto a las 8 a.m y desayuno mate con bizcochitos, los cuales no  me gustan demasiado.
Luego de mi disgusto voy a  trabajar al hospital Otamendi, en el cual ayudo a quienes me necesitan. En cambio cuando estaba en Africa iba a recolectar cacao.
Cuando salgo de allí me encuentro con mis hermanos, ya que vinieron a Buenos Aires y vamos a cenar, cosa que no podíamos hacer allí. Ahora sí. Soy feliz.

Bísico Julián, Wallner Valentina, Mortensen Lucía, Secatore Juana, Romano Agustina y Alessio Florencia
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Esa mujer, desde aquel entonces, hasta hoy, logró finalizar sus estudios; se convirtió en ginecóloga que actualmente lucha por los derechos de la mujer.
Con el pasar de los años pudo establecerse y luego de un tiempo vendiendo accesorios, traer a su familia y expandirla.
Debido a su dura experiencia decidió formar una organización internacional que se basa en apoyar a los refugiados para que no pasen lo mismo que ella sufrió.

Antonella Berlari, Agustina Da Silva, Josefina Chacón, Fernanda Pastor, Francisca Pluchinotta, Luciana Ezagüi


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La vida de Macayle en Buenos Aires, sería ocupada, ya que, si bien ayuda a los refugiados, desde un lado médico, comparte su experiencia a modo de ejemplo de vida por su desempeño en esta sociedad. Aprendió el habla, se desenvolvió, no solo en su carrera, sino también como persona. Hoy en día está felizmente casada con Emmanuel, es madre de tres hijos a quienes les inculca los valores desarrollados a lo largo de su camino. Gracias a su voluntad, pido reunirse con su familia y volver a conectarse con sus raíces.

Flor Gullo, Naza Meza, Juli Iglesias y Male Moirón
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La vida en Buenos Aires, al principio era dura porque necesitaba adaptarse, pero ahora con la aceptación social que existe actualmente las personas como ella, pueden vivir cotidianamente.


Gonzalo Larroca, Thiago de  la Rosa, Hernán Meza, Facundo Bento, Francisco Niño




La profesora Golan, trabajó al día siguiente, jueves 14, con sus alumnos de 3er año, quienes también hicieron sus  producciones:

A comienzos de primavera, mi familia, después de convencer a mi abuelo de tomar un vuelo, llegaron a Buenos Aires. Mi prometido Emmanuel y yo, los buscamos en el aeropuerto Ezeiza.
No puedo expresar con palabras la felicidad que sentí al ver de nuevo a mi familia; compartimos un abrazo cálido que me recordó a mi hogar, Africa.
Al llegar a mi casa disfrutamos entre todos una agradable merienda, que incluía mates amargos y bizcochitos de grasa, una costumbre ajena para ellos.
Establecimos una conversación muy amena, en la cual hablamos distintos temas entre los cuales mi embarazo causó furor.
Mis hermanas se emocionaron con la noticia del futuro integrante.
Nos pasamos el resto de su estadía recordando  las agradables tardes en el Río Victoria en familia y enseñándoles mi nueva vida en Buenos Aires.
El día del adiós, todos me dieron buenos deseos con mi hijo ya de seis meses, prometiéndome que regresarían para cuando nazca.


Melina Lamédica, Estefanía Garro, Dolores Mujica
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¡Finalmente, logré ser una doctora! Atiendo a los refugiados y los ayudo a poder adaptarse al país. Este trabajo realmente  me pone feliz ya que pasé por lo mismo que ellos, entiendo lo perdidos que se pueden encontrar, y sé que alguien ha de ayudarlos en esto. También extraño mucho a Ruanda, mi país natal, me gustaría abrir un refugio para que la gente de allí pueda venir aquí a vivir, al igual que mi familia, ¡lograron venir!. Nos reunimos todos los domingos a comer, estoy tan feliz de que hayamos vuelto a vernos.
Ah, y me olvidé mencionar, formé con Emmanuel una hermosa familia, tenemos un hijo con ahora 6 años llamado Martín y una hija de 4 años llamada Ana, son lo mejor que me pudo haber pasado, los amo mucho.
Quizá al comienzo me costó adaptarme y quería volver a mi país natal, pero debo admitir que este país mejoró toda mi vida y no dudaré en quedarme acá.

María Belén M, Lucila Torrera
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Con la ayuda de mi querido Emmanuel y mi trabajo en el hospital pudimos ahorrar el dinero que me permitió encontrarme con los míos.
Envié el efectivo con la esperanza  de que toda mi familia pudiera viajar, inclusivo  el abuelo.
Ansiosa por que llegue ese día, con Emmanuel nos enteramos que estaba embarazada, sentí una inmensa  alegría y no pude contener  las lágrimas.Me imaginé el momento en que  le diría a mi familia  la noticia y el poder criarlo en un lugar seguro, con amor.
Finalmente llegó el día. Sonó el timbre y Emmanuel nervioso, al abrir la puerta , escuché una voz familiar pero madura de mi hermanito quien creció tanto que no lo reconocí, fue imposible contener el llanto de emoción aunque  me dolió la ausencia de mi abuelo, lo entendí es difícil dejar tu tierra.
Una vez terminada la cena, mi padre  me dio la noticia que el abuelo enfermó y falleció pocos días después de decidir que iría a verme . Dolida, me acordé de un momento único de mi infancia el cual mi abuelo me ayudaba  a recolectar los peces del lago Victoria, su compañía quedará guardada en mi corazón. Fue en ese momento en el que decidí el nombre de mi futuro hijo, Akili, el mismo que el abuelo querido.

Guadalupe Alvarez, Lucila Tomás, Bianca Ciampoli, Karen Mendoza, María Rosa Ferreras
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Años después, en mi trabajo, me encontré con un caso similar al mío. Resulta que una chica de 15 años con muy buenas notas y rendimiento escolar perdió una beca escolar que le permitía marcharse de su país, pequeño y pobre. Esta chica T´cholla es huérfana de guerra y vive con su abuelo, un hombre mayor que se sacrifica para darle lo  mejor a su nieta.
Hablando con mis colegas de trabajo, me informaron que piensan trasladar solo a la niña, pero les está resultando costoso separarla de su abuelo. Por lo tanto, decidí involucrarme en la recaudación de fondos para traer a ambos, recordando lo que sentí al saber que nunca volvería a ver a mi propio abuelo.
Luego de tres meses de duro trabajo, me complace informar que ambos ya se encuentran instalados en Argentina. T´challa sigue siendo la mejor de su clase aquí en Buenos Aires y su abuelo, forzosamente, sigue aprendiendo el idioma español pero le alegra poder seguir junto a su nieta . Me alegra saber que participé de este exitoso, pero triste caso de refugiados.

Fabrizio Camurati, Angeles Marcovecchio, Angie Velasquez, Valeria Alfaro

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¿Qué mejor festejo que este en el Día del escritor?



IZQ A DER: Patricia Golan, Adriana Vazquez, y Prof de psicología

Los libros preferidos de los chicos



©Silvia Vázquez

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