Entre la bruma salada asomo su piel tersa,
Y miro asombrada la nueva tierra.
¿Sabía acaso que nacería entre las sombras
desiertas?
Escamas cortantes, en su cola había:
pero eso ella ya lo sabía.
Sabía
entonces, que cuando el quería
mujer pudo ser, pero debería volver
al mar tan profundo como aquella herida
que quedo en su alma, cuando partía.
Por aquel amor había dado la vida
pero hoy al mar regresaría.
Nunca iba a olvidar que había vivido
al menos un poco de ese sueño
de ser mujer completa,
tener alguien a quien contar su secreto.
Hoy, triste tal al vez,
por no seguir siendo,
aquella a quien le dijeron “te quiero”,
Retornó al mar, de donde salió
aquella tarde de un frío invierno.
©Silvia Vázquez
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