Vago
por desiertos fríos cuando su mirada se confunde con la mía. Ya no duermo. Solo
sueño los sueños del presente.
La cálida melodía de sus palabras me inunda el
cuerpo y el corazón.
El
andar cansado se transforma en una carrera hacia nuevas sensaciones.
Sin
cerrojos, sin mordazas. Libre corre por mis venas el río interminable de
sentimientos.
Ya
no me escondo, libero cada esquina de mi cuerpo.
Espero que las agujas del
tiempo no me alcancen, que me regalen más instantes de alegría, menos dolor, y
que por fin, cuando caiga la noche, pueda cerrar los ojos y revivir cada
segundo de pasión.
©Silvia Vázquez
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