La incapacidad
para reconocer como válidas ideas de otros, el miedo a ser superado profesional
o personalmente por otros, la envidia… todo ello nos puede llevar a eludir
responsabilidades, tomar malas decisiones y frenar las iniciativas,
aportaciones e ideas de aquellos que pueden dejarnos en evidencia.
Hablamos del
síndrome de Procusto, un nombre de origen mitológico que retrata una figura que
suele observarse en todo tipo de contextos y resulta nefasta para cualquier
organización o sociedad.
La propia
definición del síndrome de Procusto ya deja claras sus negativas consecuencias:
“lo padecen aquellos que cortan la cabeza o los pies de quien sobresale”.
Dónde nace
este mito?
En la mitología
griega, Procusto era un posadero que tenía su negocio en las colinas de Ática.
Procusto tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero
solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el
viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la
víctima era alta y su cuerpo era más largo que la cama, procedía a serrar las
partes del cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si, por el
contrario, era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a martillazos
hasta estirarlo. Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de
la cama porque Procusto poseía dos, una exageradamente larga y otra
exageradamente corta, o bien una de longitud ajustable.
Procusto
continuó con su reinado de terror hasta que se encontró con el héroe Teseo,
quien invirtió el juego y retó a Procusto a comprobar si su propio cuerpo
encajaba con el tamaño de la cama. Cuando el posadero se hubo tumbado, Teseo lo
amordazó y ató a la cama y, allí, lo torturó para “ajustarlo” como él hacía a
los viajeros,. Le cortó a hachazos los pies y, finalmente, la cabeza. Matar a
Procusto fue la última aventura de Teseo en su viaje desde Trecén hasta Atenas.
El
significado del lecho de Procusto
La literatura
universal ha utilizado frecuentemente esta figura desde la antigua Grecia y muy
pronto se aplicó a diferentes entornos como la familia, sociedad, la empresa o
la política. Básicamente, Procusto se ha convertido sinónimo de uniformidad y
su síndrome define la intolerancia a la diferencia. Así, cuando alguien quiere
que todo se ajuste a lo que dice o piensa, lo que quiere es que todos se
acuesten en el “lecho de Procusto”. También aquellos que cogen tus sueños y los
adaptan a sus limitaciones mentales para decirte que no se puede, que eres un
iluso y que nunca alcanzarás lo que te propones.
Roban tus
sueños y tus energías… ¡y cuidado! todos a nuestro alrededor conocemos a
alguien así.
Los
procustos en tu día a día
Para reconocer
mejor la figura del Procusto a tu alrededor deberás tener en cuenta que los
habrá que ejerzan su visión de forma consciente, pero también quienes ni
siquiera sepan lo que están haciendo.
Inconscientes
de sus actos
Les afecta
emocionalmente cuando otra persona tiene razón y ellos no.
Creen que son
empáticos pero, en realidad, juzgan desde su egocentrismo las reacciones de
otros.
Suelen hablar
de trabajo en equipo, escucha, tolerancia, intercambio de idea… pero siempre
como argumentos para ser escuchados, no para escuchar.
Conscientes
de sus actos
Tienen miedo de
conocer a personas a las que les va bien, son proactivas, tienes más
conocimientos, capacidades o iniciativas que ellos. Si lo encuentran, les
invade una sensación de desconfianza y malestar.
Enfocan sus
energías en limitar las capacidades, creatividad e iniciativa de otros para que
no queden en evidencia sus propias carencias.
Son capaces de
modificar su posicionamiento inicial si, con ello, deslegitiman al otro.
Suelen buscar
la complicidad de otros para, entre todos, acabar con aquel que destaque más
que ellos.
(fuente:www.muhimu.es)
En un sentido
profesional, el síndrome de Procusto hace referencia a las personas que
habitualmente luchan por impedir el crecimiento de los demás. Pudiéramos
definirlo como el "anti-liderazgo". Y por extraño que parezca... es
más común de lo habitual.
Una persona que
sufre el síndrome de Procusto trata de anular a los demás, de impedir que
crezcan y destaquen. Lo más habitual es que esto ocurra con personas de
autoridad: son los propios jefes los que no permiten que los demás destaquen,
crezcan, se desarrollen, muestren sus talentos y los resultados y el
crecimiento que pueden ofrecer.
También ocurre
entre los pares: algunas personas que no quieren que los demás crezcan y tratan
de "ajustar su medida a la cama". Esto se aplica a las clásicas
situaciones en las que una persona obliga a otra a trabajar "según lo
estipulado", y suele expresarse con frases como "es así como se ha hecho
siempre y así ha de hacerse", "esto no está permitido",
"esto se hace así y no hay más que hablar".
El síndrome de
Procusto es, en definitiva, una de las grandes limitaciones de cualquier
proyecto profesional: en una institución, empresa, organización, o incluso en
pequeñas sociedades de emprendedores.
©Silvia Vázquez
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